lunes, 5 de enero de 2009

Se terminaron las fiestas

Entramos a los terrenos de la realidad, se terminan las fiestas, los regalos, los días donde se podía embriagar y comer todo lo que quisiera, los días donde veíamos las sonrisas de los amigos o de los seres queridos al abrir los regalos que se daban a manos llenas, los días en donde en la mesa se reunían familiares y amigos a festejar, pocos fuimos a la Iglesia a dar gracias por todo lo recibido y por todas las pruebas que se nos pusieron para demostrar que tenemos la capacidad para superarlas. Pocos meditamos sobre las experiencias de vida o de muerte en lo que llevamos del año y lo que debemos hacer para alcanzar las metas que nos proponemos en el nuevo año. Normalmente, las fiestas y los festejos nos dejan a un lado la meditación y la reflexión, somos, como dirían nuestros abuelos: de “carne débil”, facilitos, sencillitos y buenos para los reventones.

Los políticos no son tan fiesteros, esos, andan en la fiesta todos los días, no son tan, porque están en la fiesta y el gozo de lo que les damos con nuestros impuestos todos los mexicanos, así que, si en el proceso electoral del 2006 tuvimos que soportar algo así como 700 anuncios de las campañas, ahora, para el proceso electoral del 2009, se esperan escuchar como 22 millones de las mismas charadas que cansan tanto como las cancioncitas de navidad que nos ponen en los anuncios de Santa.. y es claro que, también, esos anuncios malos, mentirosos, manipuladores, dogmáticos, perversos, sin chiste, los pagaremos con nuestros impuestos y no puedo entender las razones por las que tenemos que pagar los gastos de las campañas políticas con los impuestos de los mexicanos en esos repartos que se hacen de acuerdo al número de votos de cada organización política, supongo que, como en las iglesias, los fieles y los militantes o simpatizantes de las organizaciones políticas, deben sostener a sus organizaciones y no se utilicen los recursos que pueden servir a los que realmente lo necesitan, como son los millones de pobres del país y no estarse gastando millonadas en publicidad, para verle las jetas a los candidatos que, además, tenemos que soportar en caso de ser electos ya que no responderán a los intereses de los electores sino a los intereses de su propio partido y a los de su agenda personal, así que, estamos bien jodidos.

Y en tales cuestionamientos, no entendemos tampoco, las razones por las que el presidente Felipe Calderón supone que, no sufriremos por la crisis mundial en la economía, porque sostiene que estamos por encima de las expectativas de Chile o de Rusia y no se cuántas charadas más. Pero por lo pronto, los que vemos la realidad, los que andamos como cualquier miembro del infeliciaje nacional por las calles, vemos los grados de desempleo, la desesperación de muchos porque no tienen trabajo, porque cuando uno va al mercado puede comprobar que todos los días aumentan de precio los artículos básicos y las canastas se ven mermadas para llegar a los hogares, muchas familias tienen que dejar muchas cosas y no van a las escuelas porque ya no pueden pagar las colegiaturas o bien, porque casi no les alcanza para los gastos y pasajes de los estudiantes. En las farmacias, podemos comprobar cómo miles de gentes, cada día, se indignan, porque los medicamentos suben y los médicos aumentan sus precios en las consultas y en sus servicios, en fin, la crisis es una realidad y los niveles de desesperación y de marginación van en aumento, sin dejar de ver que la credibilidad y la confianza en los políticos y funcionarios se derrumban en forma alarmante, de tal suerte que, pronto, veremos manifestaciones de protesta y de cambios para que los políticos y los funcionarios cumplan con sus promesas y, sobre todo, que cumplan con sus obligaciones y dejen a un lado los sueños guajiros y las manifestaciones de “optimismo” que no tienen nada que ver con la realidad, la cruda realidad, que estamos viviendo ya en el país.

Entendemos que el presidente, Calderón, no está acostumbrado a hablar con esa verdad y ese realismo que vemos por ejemplo en los políticos norteamericanos, cuando Obama, acaba de declarar que es urgente tomar medidas por la crisis económica mundial, dice él, pero que sabemos es generada por el derroche y los gastos excesivos en las guerras emprendidas por el presidente Bush o por las manipulaciones que se realizan a nivel económico para cubrir las enormes deudas generadas por esos derroches de la economía de guerra de parte de los norteamericanos. Pero ya sería tiempo para que entendiera la realidad y dejara a un lado a sus consejeros que demandan seguir hablando de “optimismo”, cuando en la realidad, las cosas, son distintas. Generar una mayor pérdida de confianza y de credibilidad puede generar conflictos políticos y manifestaciones de protesta que no sean controlables y se tenga que recurrir a la aplicación de políticas represivas y de fuerza, como las que se encuentran diseñadas por las instituciones de “seguridad” que no han podido asegurar la seguridad de los mexicanos pero que, se han preparado con elementos y recursos para ejercer la represión ante cualquier ola de protesta política o social de los mexicanos.

Es por este esquema represivo y por los compromisos que esto genera en el proyecto político actual que muchos, aseguran, que los cambios de funcionarios de las instituciones que han fallado para dar seguridad a los mexicanos, no se harán realidad a pesar de la demanda política en los cambios en el gabinete presidencial. El presidente, responde a su óptica y a sus intereses políticos para garantizar los recursos y los mecanismos operativos de una eventual represión política ya que esto, le supone, un apoyo incondicional de los norteamericanos que señalan que es vital evitar cualquier tipo de manifestación de protesta en el país.

Es en este esquema represivo y no de soluciones políticas y sociales que se encuadran los convenios de ayuda como el Plan Mérida que genera recursos norteamericanos para instrumentos y para instituciones de represión y no de seguridad, porque finalmente, si los norteamericanos quisieran evitar el consumo de drogas en su país, tienen los instrumentos y los mecanismos para hacerlo, pero esto supone una escalada de violencia generada por sus millones de adictos ante los síntomas de abstinencia de las drogas. En el Plan Colombia, no se lograron los objetivos para limitar la producción de drogas y los envíos de las mismas a los mercados de consumo, pero cuando menos, lograron, con la aplicación de dicho plan, de eliminar a gran parte de los dirigentes de las guerrillas y de limitar su área de influencia y por tanto, presuponen, que bastará con un poco más de tiempo y de presión paramilitar para lograr la eliminación de esos grupos, pero la realidad parece que nuevamente los desmiente, tal como sucede ahora en Perú donde los grupos guerrilleros siguen actuando a pesar de que se aseguraba que se habían eliminado o en el caso de México, donde existe el EZLN y otros grupos radicales que siguen en sus tareas de organización y de acciones.

Ante la perspectiva del aumento de los conflictos económicos y la crisis que se avecina, esas manifestaciones de inconformidad, no podrán ser limitadas ni controladas por los procesos electorales y por la acción de los partidos políticos y ante esto, solamente queda la aplicación de las políticas de fuerza, es decir, la acción represiva operada por las policías políticas a nivel nacional que existen y para ello, es claro que los actuales funcionarios en el poder, son los hombres de confianza para el presidente Calderón y por ello, no tendremos los cambios que se demandan por parte de los miembros de su propia organización, el PAN, porque nadie mejor que ellos, para garantizarle al presidente la aplicación de una política de fuerza y represiva, porque si fallan o existen actos de protesta mayores, son funcionarios totalmente desgastados y desprestigiados por los que los podrá lanzar a la calle para sustituirles por otros funcionarios que garanticen un menor desgaste político en contra de su gobierno. Esta es la realidad, sino, al tiempo.

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