lunes, 16 de mayo de 2016

Para cambiar la realidad

“EL NUEVO INDIVIDUO PERDIÓ LA ILUSIÓN DE COMPRENDER LO QUE SUCEDE EN ALGÚN RECODO DELCAMINO Y MIRA TODO BAJO EL PRISMA DE LA INSERTIDUMBRE, NOS NUEVOS ANTEOJOS DEL Homo sapiens” Paolo Vierci.
Vamos tan rápido que ya no sabemos en rumbo vamos.
         Hay que vestirse, convencer de que podamos llegar después de las diez de la noche, juntar para el taxi, la entrada y algún refresco para uno y la acompañante. se arreglan, la camisa, la planchan, el traje le dan su planchadita con un trapo mojado para que no deje marcas y se vea lustroso, que tenga la línea del pantalón y las solapas bien, la corbata es tejida de color azul marino y los zapatos Canadá, con una monedita en el frente. Vamos al Maxim´s, allá por la avenida Universidad, en la glorieta, no nos preocupamos de que exista estacionamiento, total, llegamos en camión. Estamos excitados, vamos a bailar con una chica que nos gusta mucho, de ojos verdes, de talle perfecto, camina como en las nubes, se ve siempre muy elegante, como garza, ni rapído ni pausado su caminar, sí, como una garza…¿estoy enamorado? a lo mejor solamente caliente. Comienzan a tocar el rock de La cárcel… Todo el mundo en la prisión vamos a bailar el rock… me acerco y pido la pieza, se voltea, me barre con la mirada y me dice que no, que yo no sé bailar bien… en la madre, eso sí que duele, me avergüenza, me destruye, me aniquila, me hace sentir como un trapeador… de nalguitas por la calle. Me quedo como idiota, pensando, me doy la vuelta y salgo, camino desde ahí por rumbo a Insurgentes y de ahí hasta Reforma, tomo Madero y llego a Isabel la Católica y me voy a casa… todo apendejado. Y bueno, me acuerdo de la pieza de Popotitos: popotitos eres un primor, cuando bailas que da pavor, a mi popotitos no le gusta el rock…
         Me encuentro a unas amigas, sí, son las del “tacón dorado”, me saludan siempre y yo les atiendo con buenas maneras, no les pido ningún cachuchazo, solamente les hablo bien: “A las pu… como damas y a las damas como pu…”. Una de ellas me pregunta por qué traigo cara de tonto y distante, le cuento, me confieso lo que me sucedió, acepto que no sé bailar bien y ellas comienzan a enseñarme, me dicen que me afloje, que deje de estar pensando en cada paso, que lo sienta, que la música invada cada poro, que la vibre, así van saliendo los pasos, así me voy soltando. Después, me dicen cómo dejar de vestir como burócrata de cuarta: pantalón café claro, calcetín de lana, zapato está bien, mocasines con una moneda en el frente, camisa blanca con corbata de colores, un Blaise azul marino, medio despeinado, dejando la greña, un buen reloj, como no lo tengo una de ellas me regala uno bonito, parece bueno… me acompañan dos vestidas elegantes y sensuales, me llevan de los brazos, me apapachan, inicia el baile en el mismo lugar y en vez de esperar a que todos salgan, una de ellas me saca a bailar y nos desgreñamos, salimos fuertes, con ritmo, moviendo el bote y la chancla, dejando salir los sentimientos, reímos, nos abrazamos, todos me ven y aquella chica que camina como garza, me observa, no deja de mirar… como un buen tiempo después, las muchachas se van a su talonero, a continuar con sus cosas, ya me iniciaron en lo que quería, me lo gané con el buen trato. Me quedo por ahí, ando con un refresco de toronja en la mano, sudado… ella viene con su caminar pausado, viendo de frente, buscando mis ojos, como muy segura de que al verme me derrite y caigo, nuevamente caigo, como tantas otras veces y me dice: “Mayo ¿bailamos la otra?” y bueno no sé de donde me salieron los dolores, los golpes bajos, los desprecios anteriores, me acuerdo de todo y sin pensarlo le digo: ¡No!, la verdad es que no sabes bailar!”, me doy la vuelta con el corazón dando brincos, queriendo retornar, pedir perdón, pero no, me voy caminando lento y saco a otra chica de no “malos bigotes”, sensual, que se deja mover al ritmo de: “Hay viene la plaga, le gusta bailar…” y después, aquella de “Popotitos, eres un primor..”, por vez primera me siento libre, sin ataduras, sin esperar nada, es cuando entiendo que uno es libre cuando no espera nada, el que nada pide no se le niega nada. Se me quita un peso de encima, la dependencia. Ay bendita libertad, me deja ver con mayor claridad, olvido “aquellos ojos verdes de mirada serena”, su caminar de garza, sus calcetas blancas que le dan un toque de no sé qué… su andar lento y serenos que parece que camina entre nubes, y de pronto, se queda pendeja, sin creer lo que escuchó, sabiendo que se le volvió lo que ella sembró, no acepta el desprecio y la soledad y la vergüenza de pedir, ella que todo lo recibe sin más… ahora sí chiquita te llegó tu día… y me voy, sabiendo que ahora sé bailar, que encontré el gusto por ello, con libertad, lo sentía, me alegraba el corazón y movía los pies… ahora que estoy medio inmovilizado, esa, es una tragedia, con lo que en realidad me gusta bailar.
         Cuando uno espera el día del baile, lo busca, es que está entrando a la otra etapa, sueña pero con cuerpos y realidades, con caricias, extraña los besos y los tocamientos, las redondeces, los acercamientos, la cachondería, los apapachos, la calentura, los dolores hasta de huesos, se quiere uno fundir… ¿se perdió la inocencia?, NO, hace tiempo que se perdió, cuando descubrimos que no  soñamos, no es la realidad, ni lo que queremos responder a ella, no se hace de la nada, se va construyendo poco a poco: PARA CAMBIAR LA REALIDAD ES PRECISO CONOCERLA y, si alguien la conoce, pues que tire la primera piedra o que salga a bailar, a su ritmo, moviendo el bote, sacando chispas como: moliendo el café… con sabor y con aroma… para que no te digan:” No, no sabes bailar…”, siempre, siempre, hay una primera vez…

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