viernes, 4 de marzo de 2016

Discursos del Papa y carta de una madre

Muchas de las declaraciones y discursos del Papa Francisco fueron escuchados por los mexicanos, en especial, cuando declaraba que deberíamos solicitar perdón a los grupos indígenas del país y cuando nos recordaba que lo más preciado en el país son los jóvenes y los niños a los que tenemos marginados y abandonados; parece ser que nadie comento con el Papa Francisco que en el caso de los jóvenes, etiquetados cínicamente por las autoridades como NINIS, tenemos más de siete millones que no pueden estudiar ni trabajar; que en el caso de los miserables de los que tanto parecía condolerse, nadie la dijo que en México abarcan más de la mitad de la población, que más de veinticinco millones están en la pobreza y  muchos en la pobreza extrema, que hay cuando menos, cuatro millones setecientos mil niños en total abandono y pobreza extrema, que hay cerca de ciento cincuenta mil asesinados por la “guerra contra el narcotráfico”, mientras los norteamericanos reconocen que contrabandearon armas y las regalaron y vendieron a los grupos de la delincuencia y a los propios policías, violando la soberanía y las leyes contra el contrabando, que mientras ellos pagan por esa guerra, México pone miles de muertos y desaparecidos, mientras, ellos legalizan la marihuana para hacer un nuevo nicho de mercado y utilidades, y  mientras ellos juntan dinero de las ganancias, miles de viudas, huérfanos y madres con desaparecidos y muertos lloran a sus hijos e hijas, que el gobierno dice: son “simples daños colaterales”. En tales condiciones es bueno que veamos lo que estamos haciendo con el tejido social del país, donde unos y otros, víctimas los dos grupos, se lamentan de las condiciones y de los muertos o de los detenidos, y en eso, es bueno reproducir la carta de una madre a otra madre, y ahí vemos que los ganones de dólares y venta de armas y drogas no entienden o no quieren entender las tragedias que generan en la sociedad y que de una forma u otra, provocará enconos y violencia, no el perdón del que tanto habla Francisco, el Papa.
         “En días anteriores vi cómo te quejabas de la distancia que te separa de tu hijo encarcelado por ser un criminal juzgado y sentenciado, y de lo que supone económicamente para ti ir a visitarlo tan distante”
         “Vi también toda la cobertura mediática de dicha manifestación, así como el soporte que tuviste de otras madres en la misma situación y de otras personas que querían ser solidarias contigo y que contabas con el apoyo de algunas organizaciones y sindicatos populistas, comisiones pastorales, órganos y entidades en defesa de los derechos humanos, ONGS, etcétera.”
         “Yo también soy madre y puedo comprender tu protesta e indignación… Enorme es la distancia que me separa de mi hijo”
         “Trabajado mucho y ganando poco, idénticas son las dificultades y los gastos que tengo para visitarlo. Con mucho sacrificio solo puedo visitarlo los domingos porque trabajo incuso los sábados para el sustento y educación del resto de mi familia… Felizmente, también cuento con el apoyo de amigos, familia, etc.”
         “Si aún no me reconoces, yo soy la madre de aquel joven que se dirigía a su trabajo, cuyo salario me ayudaba a criar y mandar a la escuela a sus hermanos menores, y que fue asaltado y herido mortalmente a balazos disparados por tu hijo”
         “En la próxima visita, cando tu estés abrazando a tu hijo en la cárcel, yo estaré visitando al mío y depositándole una flores en su tumba, en el panteón…¡Ah! Se me olvidaba: ganando poco y sosteniendo la economía de mi casa, a través de los impuestos que pago, tu hijo seguirá durmiendo en un colchón y comiendo todos los días. O dicho de otro modo: seguiré sosteniendo a tu hijo…”
         “Ni a mi casa, ni al cementerio, vino nunca ningún representante de esas entidades que tan solidarias son contigo, para darme apoyo, ni dedicarme unas palabras de aliento… ¡Ni siquiera para decirme cuales son MIS DERECHOS!”

         Pocas palabras y reflexiones muchas podemos hacer sobre la carta y las condiciones que privan en todo el país, encarcelados, muertos, perseguidos, desplazados, desaparecidos, niños de la guerra, mientras tanto, en EU, legalizan lo que acá se persigue, para hacerlo un gran negocio que administran los grandes bancos y el mismo gobierno. Así como ahora vemos que, en el caso de Oaxaca, por el control que ejerce la “familia real” del Rector en la UABJO, muchos estudiantes son violentamente desplazados de las aulas o bien cercados por las mafias de porros que gozando de la protección oficial venden plazas para las escuelas y calificaciones, porque el gobierno, solamente: quiere “que no se generen problemas ni conflictos”, y para ello, se trafican drogas y se vende protección, así, una familia de hamponcetes controla puestos y presupuestos y, es lo mismo, destruir la confianza en las instituciones y destruir el tejido social en todo el país…

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