viernes, 4 de marzo de 2016

Bolsillo lleno con corazón vacío no sirve

“NO SIRVE DE MUCHO LA RIQUEZA EN LOS BOLSILLOS, CUANDO HAY POBREZA EN EL CORAZÓN” Papa Francisco.
         Algunos amigos me han reclamado por no escribir sobre los temas, dicen ellos, de actualidad, sobre la rehaprensión del Chapo, la caída del peso, la tragedia en la venta de los recursos naturales a los empresarios mexicanos y extranjeros, las mentiras en el poder y por el poder, las elecciones de doce estados, los chismes sobre las fortunas de muchos funcionarios, las elaciones peligrosas de los artistas y los narcos… en fin, efectivamente, hay muchos temas, pero así también hay muchos expertos que los tratan y se convierte uno en aquello que decía mi compadre: “Los periodistas son como los perros de rancho: solamente el de adelante sabe a qué le va ladrando, los demás hay van como pentontos”. Creo que muchos nos preocupamos por rescatar los recuerdos del pasado y encontrar el presente y el futuro, pero nos hacemos bolas. Así como los perros persiguiendo las colas.
         Cuando esto sucede la realidad me genera una gran preocupación y para poderla interpretar no hay nada mejor que tomar distancia y ponerse a reflexionar y pensar. Si no tenemos tranquilidad en el interior no sé cómo podemos entender la intranquilidad exterior, si no sabemos guardar la calma y estar en paz, no puedo entender cómo podemos ver los agitados acontecimientos en las calles, en las casas, en los estados y en el país. Por esa razón me doy tiempos y prefiero tomar mi distancia para poder poner en orden mis agitadas ideas y no hay nada mejor que saber que las reflexiones y la meditación nos hacen ver la belleza de la calidad humana y nos renueva la fe, la confianza y la esperanza.
         Hace algunos años leía una de las historias que de pronto eran objeto de meditación para ver la calidad y el ánimo de las gentes, más o menos la recuerdo en éstos términos: Resulta que un viajero traída por los confines del desierto sus mercancías pero también su dinero y fortuna, como observó que desapartaba las ambiciones de otros malandrines, prefirió llevar al pueblo a donde llegó su fortuna con un viejo financiero que tenía fama de tener suficientes recursos para garantizar cualquier depósito que se le hiciera. Así que después de ello, se fue a sus tareas y muchos meses después, cuando llegó, fue a reclamar su dinero y fortuna al viejo financiero que resultó que era un hombre de gran ambición pero que por sus negocios gozaba de la protección de los políticos y gentes de poder en esa ciudad. Al llegar el viajero le reclamó su dinero y fortuna y el viejo  ambicioso dijo que no le recordaba y que no sabía de qué le hablaba. Llegó hasta los tribunales controlados por este hombre rico y nadie le hizo caso. Desesperado, en una fonda encontró a una vieja sabia que al verle le preguntó sobre su problema; al contarle ella le dijo que era mejor hacer una buena jugada para darle una lección a ese financiero especulador. Así le dijo que comprara unos cofres lujosos y ropas para un séquito de buena calidad y convencieron a otro comerciante que fingiera ser un hombre muy rico y poderoso de la misma ciudad y amigo del defraudado. Hecho esto los cofres fueron llenados con piedras pintadas y cerrados con candados. La vieja llegó ante el especulador financiero y le dijo que traía a un gran comerciante muy rico de tal ciudad que traía una gran fortuna para que se la cuidada. En eso estaban cuando el defraudado, amigo del nuevo depositante, llegó al sitio y de inmediato, el viejo ambicioso al verlo y pensando que si no le regresaba su dinero y fortuna no podría tener los nuevos cofres repletos de oro y piedras preciosas que le dejaría el comerciante recién llegado, y preocupado porque le contara el otro comerciante a este nuevo que tenía problemas para recuperar la fortuna, el viejo ambicioso al verlo de inmediato le dijo: “Amigo que bueno que te veo porque creía que te había pasado algo, ahorita te regreso tu dinero que me depositaste y tus bienes cobrando lo que pactamos por ello”. Así le regresó su fortuna y el otro ya no dijo más que cosas buenas para que el otro comerciante que supuestamente depositaría los cofres llenos de riquezas  lo hiciera sin desconfianza.
         Así, el viajero recuperó su riqueza y bienes y dejaron al ambicioso especulador y  deshonesto financiero los cofres llenos de piedras, y  feliz porque pensó que tenía ahora una gran fortuna, cuando en verdad solamente tenía cofres buenos y cadenas y candados que supuestamente guardaban una gran fortuna cuando solamente eran piedras…

         En tales condiciones creo que debemos pensar que las ambiciones rompen el saco y que lo que cuenta es la honestidad y la confianza que por ella se despiertan, éstos son parte de los muchos valores humanos que nos han permitido avanzar en el desarrollo de la sociedad, por eso no hay que perderlos porque los bienes materiales van y vienen, pero la calidad humana perdida jamás se recupera y hay muchos ejemplos de ello, por esa razón, no podemos dejar que el deterioro sea brutal y no pensemos que lo de dentro, los valores humanos, son los que hacen sacar la casta y valor en los momentos más terribles que afectan a una sociedad. Así que escribo de lo humano…

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