sábado, 22 de enero de 2011

Luchemos por nuestra felicidad

Normalmente estamos atentos a lo que declaran o dicen los políticos, pensando en que dicen la verdad, cuando en realidad esconden en las palabras sus actos que jamás corresponden con sus discursos, así el día de hoy, recorriendo el hermoso y trabajador pueblo de Torreón, Coahuila, pude entender el significado del esfuerzo y del talento honesto de los ciudadanos, cuando escuché decir, no sé si a un profesor o a un profundo filósofo popular: ¡Luchemos por nuestra felicidad! Y, reflexionando con este hombre de la calle, hombre sencillo de aspiraciones nobles y puras, me decía que él dejó de sufrir cuando cambio su forma de pensar, cambiando sus pensamientos, me decía, sobre las cosas y los demás, las cosas y los demás cambian… “Los hombres no atraen por lo que quieren, sino por lo que son…”. Es cierto, si elevamos nuestros pensamientos podremos prosperar, no se prospera con pensamientos mediocres, falsos o mentirosos, no se prospera con resentimientos ni amarguras, por ello, hay que cambiar.

Si tuviéramos un poco de visión para cambiar y prosperar, podríamos entender que más que dominar a los demás, debemos dominarnos a nosotros, dominar los pensamientos, los miedos, la inteligencia, el espíritu, dominarnos en todos los niveles y en todas las formas, dominar nuestra amargura, la ambición, el deseo de dominio sobre los demás para explotarlos no para superarlos, en fin, debemos entender que este esfuerzo es vital para el desarrollo de cada uno, por esto, cuando vemos a los jóvenes tener visiones de ambición y de riquezas, que piensan que es mejor tener todo lo material al precio que sea, al precio de su libertad o de la vida de ellos o de los demás, creo, con toda honestidad, que están equivocados, pero me aterra el pensar que no tenemos ejemplos suficientes para que todos nos convirtamos en maestros,, por medio del ejemplo, para mostrarles la verdad y lo bueno de este camino. Si dominamos nuestros actos, regulamos nuestras acciones.

En un libro, leía lo escrito por William James: “Gran parte de lo que denominamos Mal… puede ser convertido muchas veces en un bien amplio y tónico con sólo el cambio interior del paciente de una actitud de miedo a otra de lucha”. Por esto, debemos recordar: contar nuestros bienes, no nuestros problemas…

Muchos piensan en que hay que hacer lo que antes funcionaba, olvidando que esto no sirve ya: “Lo que antes funcionaba ya no funciona”. En la actualidad, vivir un promedio de 89 años es una posibilidad real, pero esta cantidad de años nos lleva a contabilizar solamente 970 meses… unos 29 mil días. Para el que no hace nada o para el resentido con la vida, con el aburrido, con el vicioso, con el parásito, con el explotador, con el no creativo, seguramente, esta cantidad de días es enorme, pasan las horas lentamente, siempre que se queja uno, la vida se detiene y nos aburre y nos agita más, nos provoca miedos, terrores, no podemos entender ni agradecer lo que tenemos, no nos maravillamos de lo que acontece día a día o minuto a minuto, así que cuando hacemos lo que nos gusta, cuando damos sentido a nuestra existencia gozando lo que hacemos porque lo hacemos mejor cada día, con esfuerzo leal y con alegría, los días pasan rápidos, pero tienen un sentido y nos dan el valor para poder entender y enfrentar la muerte, pensando en que hemos cumplido con lo que la vida nos puso y nos brindó con sabiduría. Así que hay que disfrutar cada momento, por esto, hay que hacer mejor nuestro trabajo diario, superarlo, modificarlo, ser creativo en el, ser creativo con las relaciones que tenemos con nuestros seres queridos, con los que amamos, con nuestros amigos, con los que nos brindan su apoyo o nos dan oportunidades, ser agradecidos con la vida y con Dios, pensando en que, la oración, es una forma de agradecer lo que no entendemos y que nos llega para alegrarnos nuestro existir. Los buenos maestros sostienen que: el aprendizaje es el hijo de la repetición. La repetición es la mejor herramienta para la enseñanza, así la repetición de una idea se convierte en una convicción. Por ello, hay que dejar atrás los odios, los rencores, los miedos, las venganzas, los resentimientos, si los cultivamos, no avanzamos… para cambiar hay que pensar en lo bueno y en esa alegría que deja el ser distinto a los demás, porque en verdad podremos ser únicos, porque somos lo que queremos ser y debemos ser para el bien de nosotros y de los demás. Una de las grandes libertades del hombre es que tenemos la libertad de elegir y tomar el papel que queremos en el mundo solamente porque, “podemos tomar decisiones positivas en cualquier circunstancia”.

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