lunes, 31 de enero de 2011

Dos guerreros olmecas, libro de Antonio Velasco Piña

Estoy caminando por algunas calles de la bella y empeñosa ciudad de Chihuahua, veo parte de la ciudad desde la sección modernizada de la misma y, saliendo del Sambors, recorrí su librería que maneja, según me dicen, en todo el país, más del cincuenta por ciento de la producción editorial de México y ahí, como si me jalara, encontré un nuevo libro de un autor que me fascina y me llena siempre de bellos recuerdos y de nueva energía: DON ANTONIO VELASCO PIÑA con una pequeña y gran obra: “DOS GUERREROS OLMECAS” (LA HISTORIA DE LOS HEREDEROS DE UNA ESPIRITUALIDAD MILENARIA), editado por Punto de Lectura. En su inicio, es una gran obra, tal vez de las mejores que conozco en mis muchas lecturas y nos cuenta parte de esa historia de la Facultad de Leyes de la UNAM, por medio de la visión de sus protagonistas.

Hace algunos meses, tuve el honor de estar sentado, comentando y compartiendo la “vida y la sal”, con Don Antonio en su “refugio” de la Delegación Política de Coyoacán, ahí, me llevó un gran amigo, admirado amigo que siempre manifiesta esa lealtad y esa honestidad para con los suyos, con sus seres queridos, sus amigos y con su Patria, la que lleva en las entrañas y en el corazón: Tomás Ángeles D. y pude comprobar a través de esa profunda mirada que llega al corazón, la voluntad y el valor, la congruencia de ideas e ideales de Don Antonio, así que al ver el libro, de inmediato me di a la tarea de leerlo y les comparto algunas ideas que salen del mismo, porque creo, profundamente, que tenemos la obligación de compartir, de dar lo mejor y, lo mejor, en este mundo, son las buenas historias que forjaron los grandes hombres del país.

“En la facultad de Derecho de la UNAM se montó un artificial conflicto. La Sociedad de Alumnos, que en dicha facultad presidía un joven de nombre Porfirio Muñoz Ledo y cuya vicepresidencia ocupaba otro estudiante llamado Miguel de la Madrid Hurtado, decidió convocar a una huelga para exigir que los alumnos tuviesen derecho de presentar exámenes sin tener que asistir a clases. Se buscaba con esto hacer ver a la opinión pública que el nivel académico de la Universidad estaba por los suelos a pesar de la excelencia de sus nuevas instalaciones, razón por la cual no existía motivo alguno para pensar en el rector como un posible candidato a la presidencia del país”. Porfirio, era un orador bueno y en la asamblea tuvo un gran pegue, por ello, el Director de la Facultad, Roberto Mantilla Molina, llegó y dijo a los estudiantes:

“—Desde que supe el lugar en donde se proyectaba construir la nueva Facultad de Derecho comencé a venir muy seguido. Estuve aquí cuando dinamitaron la lava y crearon el espacio donde hoy nos encontramos. Ese día, tuve una especie de presentimiento, imaginé que nuestra Facultad llegaría a ser como los antiguos Calmecac, una escuela en donde además de conocimientos los jóvenes aprendieran a templar su voluntad para luego ponerse al servicio de su pueblo, pues fue éste el que con grandes sacrificios hizo realidad el viejo sueño de construir una ciudad para los universitarios. Y es por eso que considero que una suspensión de clases sólo se justificaría cuando el hacerlo significase luchar por defender los derechos del pueblo, de lo contrario creo que estaríamos traicionando a quienes han hecho posible sus estudios. Eso es todo lo que quería decirles, muchas gracias por su atención”… bajó y, al tomar la votación, solamente tuvo en contra, un voto, el de Antonio Coppola…

Y es cierto, los universitarios cuya educación la pagan con los recursos que aporta el pueblo de México, al igual que en el Instituto Politécnico Nacional, las Normales y otras muchos centros de educación, deberían entender que su obligación, además de estudiar y comprometerse con las causas populares, es la de defender sus derechos y evitar los atropellos y violaciones que hacen los hombres del poder y los poderosos de este país, con total impunidad, así, cuando vemos los aumentos en los precios de las gasolinas, los prediales, los impuestos, los robos y fraudes descarados que hacen los políticos, funcionarios, empresarios y banqueros en este país, deberíamos tener la conciencia de levantar nuestra voz de protesta y defender los derechos y garantías que deben tener los mexicanos, todos, no unos cuántos privilegiados por el poder. Por ello, leer y reflexionar sobre la obra de Don Antonio Velasco Piña: DOS GUERREROS OLMECAS, a muchos, recordará sus viejos tiempos, cuando no nos domesticábamos ni bajábamos la cabeza ante el poder… tal vez, nos vuelva a enseñar sobre el valor y la lealtad al pueblo de México. Por favor, cuando tengan tiempo, léanla.

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