jueves, 20 de noviembre de 2008

Serenidad y reflexión es lo que necesitamos

Mientras los políticos festejan el aniversario de la Revolución y el pueblo lo identifica como el de la “robolución”, no tengo dudas sobre el momento trágico que vivimos y la tristeza que nos embarga en todo el país. Existe desánimo y esa inquietud que se genera cuando no se ven los rumbos claros o no se cuentan con los dirigentes que puedan despertar ilusiones o ganas de hacer cosas. Los fríos del Invierno normalmente generan estados depresivos y en muchos hogares, desde noviembre, se comienza a generar el estrés de las compras, las “fiestas”, las posadas, los brindis, todo eso que el mercado anima a que tengamos y hagamos, consumir sin control, pensando que comprando, dando, regalando se logran las curas del alma y se llega a la felicidad.
Reflexionando sobre el tema, me llamó la atención, como normalmente despiertan curiosidad y reflexión los comentarios de Jorge Ramos Ávalos, en este, aparecido el día 20 de noviembre comentando sobre la tristeza que invade a los hijos de Juan Camilo Mouriño: “La Ciudad de México, de día, a secas y en tierra, puede doler. Pero de noche y en el aire es espectacular. En una noche abierta o después de llover, la ciudad ofrece todas las promesas. “México es oro”, le dijo entusiasmado su hijo a una amiga al ver las millones de luces poco antes de aterrizar en el aeropuerto de la capital de la República Mexicana. El problema es al bajarse del avión”.
“Aún detecto en los habitantes de la ciudad ese cierto pesimismo que me orilló a irme hace 25 años. Basta con preguntarle a cualquier mexicano si hoy estamos mejor o peor que antes. Si a los altísimos niveles de la inseguridad por los crímenes y secuestros le sumamos la falta de empleos bien pagados y el espectro de una prolongada crisis económica mundial, no es difícil entender por qué medio millón de mexicanos se va a Estados Unidos cada año”.
“El avionazo del pasado 4 de noviembre sólo alimenta ese clima de pesimismo. Por las razones que quieran, ni siquiera la vida de Mouriño (de 37 años de edad) estaba a salvo.”
“ “Era como una guerra”, me dijo una amiga al describir el paso de helicópteros, ambulancias y patrullas sobre la avenida Paseo de la Reforma poco después de la caída del avión del Secretario de Gobernación. Nadie sabía qué pasaba. Todos estaban asustados.”
“Estados Unidos, con el nuevo presidente Obama, por fin está viviendo un momento de esperanza luego de ocho años terribles. Pero yo no siento ningún tipo de esperanza en México ni sé de ningún líder que inspire confianza en el futuro. ¿Dónde está el Obama mexicano?.”
“Luego del entierro de su padre, Mary Gely, la hija de Mouriño de 9 años de edad, fue a recoger la foto de su papá que estaba junto al féretro. La misma que poco antes había besado uno de sus dos hermanos menores. Apenas la podía cargar. Pero la llevaba apretada contra su cuerpo. De pronto, escondió la cabeza en la foto, como tratando de recuperar en vano ese momento casi mágico, antes que la muerte entrara en su vida”.
“EN MÉXICO TODOS SOMOS MARY GELY”.
Y COMO SI TODO ESTUVIERA CON LA TRAGEDIA DE SOMBRA, VEMOS QUE EL PRESIDENTE, ECLIPSA CON SU DUELO A TODA LA FAMILIA DEL DIFUNTO y esto es tal vez, una de las grandes cuestiones que no podemos entender bien a bien, los mexicanos, somos sensibles a los llantos, al martirologio, a la muerte, nos conmovemos ante el dolor de los demás seamos cercanos o no en afectos y tengamos o no identidades, por ello, los políticos que manipulan bien sus efectos mediáticos, aún los que le criticaban y denostaban, se plegaron al duelo y dejaron a un lado los desencuentros, pero el hecho de que el presidente se excediera, dicen y aceptamos muchos, en este dolor por el amigo y colaborador perdido para siempre, no impactó, no se aprovechó, al contrario, despierta las críticas y establece dudas de muchos niveles así que, si bien el poder lo permite todo o casi todo, no podrá olvidar un mandatario en México que, el poder, no le permite llorar y mostrar sus verdaderos duelos y tristezas, porque si el presidente llora, todos llegamos a estar jodidos, es como cuando el presidente, José López Portillo, en la rabia y frustración, en la tristeza, lloraba por el peso y declaraba que no nos volverían a saquear, porque defenderíamos nuestra moneda como un perro… y si el presidente lloraba por la crisis, los mexicanos, nos impactamos momentáneamente, pero eso nos sacudió e indignados, sabíamos, que volveríamos a ser los paganos de las idioteces y excesos de los políticos.
Hoy, existe una enorme crisis de credibilidad en las instituciones de seguridad, esa “operación limpieza” de la que tanto hablan y algunos aseguran es la voluntad final de Mouriño, pone no solo en duda al sistema mismo, sino a todo el proyecto del presidente en cuestiones de seguridad, donde jamás, blindó a las instituciones para “esa guerra” con acciones sociales y de desarrollo económico, por lo cual, muchas poblaciones que vivían de la “economía del narco”, se ven seriamente afectadas y sin salida, acelerado el descontento social y alentando a muchos a incorporarse en esas filas, para hacer frente a las “acciones del gobierno”.
La buena fe y el entusiasmo en el proyecto de “seguridad”, generaron muchas expectativas, cuando no estábamos preparados, con los cuadros de acción que garantizaran el triunfo a mediano y largo plazo. De “buena fe” están empedrados los caminos al Infierno y tal parece que, a dos años, cercanos los famosos cien días, los plazos cercan a al Presidente, no a realizar una reflexión serena, sino a generar un impacto mediático y por ello, se habla en muchos sitios, filtradas las informaciones y datos desde oficinas del poder, sobre cambios y, esos cambios, afectarán, sin duda, a la seguridad del país, olvidando que en los intereses de los “consejeros presidenciales” también están ocultas las traiciones y los grandes intereses económicos que reciben y esto, puede ser el golpe final al presidente que, sin duda, nos afectará a todos los mexicanos y por ello, no lo debemos permitir… serenidad y reflexión, es lo que necesita el presidente, para tomar decisiones.

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