miércoles, 19 de noviembre de 2008

Hay que bajar del pedestal...

Mientras el Secretario de Hacienda se da el festín del aumento de precios de las gasolinas y en los Estados Unidos se colocan con menor precio, tal parece que los genios de las finanzas en el país, se la llevan “pateando un bote”, pero no hacen nada por solucionar los problemas que todos padecemos.
A muchos se les olvida que le presidente Felipe Calderón levantó, como uno de sus compromisos de campaña, el que sería “el presidente del empleo” y si bien entendemos que en los tiempos actuales es difícil crear empleos, en dos años, en vez de crearse, se complicaron las cosas, porque el presidente, uniformado en los temas de seguridad, se limitó a establecer los esfuerzos de su gobierno en el apoyo al crecimiento de las policías y los grupos de control paramilitares, al punto tal que, ahora, se habla de que la policía privada que no tienen nada de policía y sí mucho de “inseguridad”, alcanza la cifra de más de 300 mil elementos y esto, representa una pesada carga para el presupuesto de empresas, gobierno y particulares que aún contratando a esos grupos que en su mayoría controlan a los hampones, logran tener seguridad y paz..
Hace unos días, en Apatzingan, en Michoacán, tierra de origen del presidente Felipe Calderón, una gente me decía que es increíble, pero que con la falta de envíos de divisas por parte de los migrantes y por los graves problemas que ha generado la lucha contra el narcotráfico, en vez de estar más seguros y con mejor calidad y nivel de vida, están peor que antes y esto, está causando una gran irritación social. Existe una gran desocupación pero, sobre todo, nos comentaban, por esa lucha que no ha beneficiado a nadie se han perdido muchos empleos y ha dejado de circular el dinero, por tal motivo, muchos campesinos dicen que, en vez de generarles seguridad este proceso, les ha traído mayor desocupación y más miseria que antes y no se trata, me decían, que estemos a favor de la siembra o del tráfico de drogas, de gentes, de armas, sino que en todo este proceso, se movilizaron miles de elementos de seguridad, pero no se sostuvo una política que ayudara a la creación de empleos, pequeñas empresas o comercios, en fin, la lucha se emprende sin planificación y sin apoyos sociales y económicos que aportaran beneficios a la ciudadanía y no los problemas actuales, que hacen crecer la irritación social, el resentimiento y el malestar, por eso, la red de apoyos sociales del narcotráfico en muchos estados, es real, mientras que existe un profundo repudio a los grupos de policías.
Los policías llegan y arrasan por igual y tratan a todos como si fueran delincuentes y no respetan los derechos de tránsito y los humanos de las gentes. Los retenes, son ofensivos, porque todos saben que solo se hacen para mostrar publicitariamente que se vigila, pero en la realidad vemos, nos comentaban esas gentes de Apatzingan, que los malos, andan como Pedro por su casa y que nadie les frena o los detiene. No se pude decir que existe seguridad en las “denuncias anónimas”, porque muchos “levantados,” precisamente, fueron los que denunciaron a las autoridades y, “curiosamente,” los malos, sabían de dónde habían llegado esas denuncias.
En su larga lista de quejas señalan que, los policías se pierden en las calles porque no conocen las poblaciones, no saben y por tanto, actúan como si todos fueran sus enemigos. “Aprietan” a los ciudadanos para que digan dónde o quiénes son los delincuentes, los que cobran cuotas, los que comercian con drogas, los que secuestran, los que amenazan, los que venden armas, en fin, quieren información de los ciudadanos y ellos, policías o soldados, se van un día, y nadie sabe a dónde fueron a parar esas confidencias o denuncias y tampoco pueden cuidar a los ciudadanos todo el tiempo. Nosotros, nos comentan, nos quedamos aquí, aquí están nuestros hogares, nuestras familias, nuestros muertos y tal parece que todo lo que hacen esos policías es para que nos reunamos más pronto en el camposantos con los viejos , que andar vivitos y coleando, por eso decimos que el presidente, nuestro paisano, nos ha traído más desgracias que beneficios.
Nos ofreció chamba, nos dijo que confiáramos en él y ya ve usted, hasta en las fiestas patrias, los loquitos, nos avientan granadas y nos matan a familiares y amigos, todo el mundo habló y dijo sus discursos, muchos, hasta lloraron, otros, no se pararon las ganas y sin conocer a los familiares o a las víctimas, llegaron diciendo que lamentaban la situación y el atentado, pero la verdad, lo hacían trayendo a un grupo de fotógrafos para que viera el presidente que ellos estaban atentos a las víctimas y sus familias. Como si con una foto se volvieran los muertos o sanaran las heridas y para colmo, para la de malas, todavía nos retrataban para publicarnos en los diarios y los malos nos tuvieran bien vigilados y conocidos, así, no podemos confiar en la autoridad.
CUANDO LLEGAN DERROTADOS NUESTROS PARIENTES DE LOS Estados Unidos, las autoridades y los policías en vez de recibirnos bien, nos quieren “chingar” y no solamente nos quieren, sino que nos chingan bien. No puedes andar con una troca por ahí, porque los policías y los tránsitos luego luego quieren las mordidas no en pesos, sino en dólares, piensan que llegamos de vacaciones y que traemos el dinero, cuando no saben que venimos derrotados y sin nada en el bolsillo. Además, cuando llegamos, somos objeto de burlas por parte de los paisanos que se quedaron, los que por cobardes o por pendejos no quisieron arriesgarse a pasar la línea y sufrir trabajando solitarios para mandar una lanita a las familias y como esos se quedaron ahora dicen: “ya ven, estamos igual de jodidos todos, igualitos, sin trabajo, para qué se fueron nomás a dar lástimas a otros lados, por eso mejor nos quedamos y seguimos igual de jodidos todos”… esto lo dicen en plan de burla o bien, comienzan a lanzar indirectas contra nuestras viejas para que desconfiemos o hablan de nuestros padres que, mientras nosotros nos jodíamos de sol a sol, ellos y ellas, se daban la gran vida, pero que ahora todos estamos igual de jodidos y miserables y, esto, sin duda, nos cala el corazón.
Así, contando su historia y su tragedia, nos comentan que no hay paz “para el hombre honrado,” que parece mentira, pero respetan más a los malosos que a los mismos tiras, a los policías, a los soldados. Ellos, no les protegen pero si les quitan lo que pueden; “de chicharrón para arriba lo que caiga es bueno”… y si, pensamos, el presidente escuchara a sus paisanos tal vez se ocuparía en solucionar y no en declarar… de vez en cuando, hay que bajar del pedestal…

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