lunes, 17 de noviembre de 2008

Negocios de la inseguridad

HAY QUIENES FESTEJAN LA REVOLUCIÓN, Y LA INMENSA MAYORÍA DE LOS POLÍTICOS, FESTEJAN, LA “ROBOLUCIÓN”.

No son pocos los que entendieron al final del proceso “revolucionario” que no se debe dejar a un lado como lo hiciera Fox, con el juarismo, el hecho de que en vez de hacer el reparto agrario, se daba oportunidad a realizar el reparto y la venta de los grandes espacios urbanos y que de esas ventas se iniciaron grandes fortunas, como ahora, se continúan en el mismo rubro.

El desarrollo de las ciudades con la migración rural, ha generado el crecimiento desordenado de la inmensa mayoría de ellas, y no hay duda de que con este fenómeno que nadie controla, existe un problema mayor que afecta a miles de hogares: la violencia urbana y la generación de miles de pandillas que toman los territorio donde operan como propios y, con este fenómeno, se inicia la violencia del grafitis, y posteriormente, la confrontación entre las pandillas y el desarrollo de la prostitución, el tráfico de drogas, los robos, los asesinatos y el fenómeno que se sufre en todas las ciudades importantes: la “venta de protección”. Ante este fenómeno, no existen controles reales de las policías que solamente operan en las zonas donde se pueden ver o existen condiciones totales de seguridad. En las zonas marginadas, que son la mayoría, no se ven las vigilancias de policía, porque no están capacitadas para entrar en esos terrenos.

En Centro América, donde más se han desarrollado las pandillas organizadas y violentas, como las Maras, existen, además, condiciones especiales que provocaron la generación de tales grupos, entre ellas, la guerras civiles y las “revoluciones” que dejaron como saldo final miles de muertos, muchos hogares destruidos y sin padres, miles de niños de la calle, miles de mutilados e incapacitados. Hoy, los estudios nos indican que, cuando menos, existen 300 mil miembros activos en pandillas en esa región y que con un alto nivel de resentimiento social rompen todas las barreras sociales, económicas y morales por las que las acciones de violencia, no les provocan resentimientos, sino les indican satisfacción pensando en que han cobrado sus ofensas sociales. Si consideramos que no existen mecanismos de control y de prevención para el aumento de los miembros de las pandillas y se convierten en el poder real de sus centros de operación, donde el estado está ausente y no participa ni cuenta, la sociedad se encuentra en dos fuegos, por un lado la violencia de las pandillas resentidas, y por el otro, la violencia oficial por medio de las fuentes de la represión que se encargan de controlar no a los delincuentes, sino a los miembros de la sociedad, para que cumplan con sus obligaciones fiscales y de disciplina para que los policías, que son los nuevos funcionarios de élite en el país, puedan gozar las mieles de los grandes presupuestos e ingresar a los niveles altos de la sociedad, por medio de la corrupción, las complicidades y la sociedad en la explotación de los ciudadanos que se dan por medio de la delincuencia y por la delincuencia oficial que opera con el visto bueno del poder político, simple y sencillamente, porque el poder político, ahora, depende no de la voluntad ciudadana, sino de la protección de la policía política nacional.

El poder, ahora, está en la fuerza. Las pandillas la tienen por medio del control violento que ejercen en su zona y las pandillas abarcan zonas más amplias y establecen otros vínculos en sus relaciones de poder que les permite operar con total impunidad, con sus reglas especiales, donde nadie interviene de parte del poder del estado. Esa intervención se maneja como complicidad entre las pandillas y los miembros de las policías de seguridad, donde no operan para controlar y brindar seguridad a los ciudadanos. Si un grupo de ciudadanos quiere seguridad, entonces, tiene que recurrir a los servicios comprados, a altos precios, de la “seguridad privada” que, normalmente ,son controlados como negocios por parte de un grupo de políticos y empresarios, financieros y policías que tienen este espacio de negocios altamente productivos.

De acuerdo a los datos de un estudio de Carlos Acevedo para el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, publicado por Andrés Oppenheimer, se dice: “… Ya hay más de 3000 mil miembros de pandillas en Centroamérica , y en algunos países sus números ya superan al de las fuerzas policiales. Algunos pandilleros de apenas 15 años ya tienen 10 muertes en su haber, como parte de los ritos de iniciación de sus maras”.
“Según el estudio del economista del PNUD, la violencia le cuesta a América Central mas de 6 mil 500 millones de dólares anuales en propiedades, gastos de salud y medidas de seguridad, y crea un clima de inseguridad que empuja a cada vez más salvadoreños a tratar de emigrar a Estados Unidos”.
“¿Qué debería hacer la administración Obama?, le pregunte a varios expertos de seguridad. Casi todos coincidieron en que en América Central recibe una tajada demasiado pequeña de los 400 millones de dólares del paquete de ayuda de la iniciativa Mérida, que Estados Unidos ha destinado para contribuir a combatir la violencia en México y América Central. Asimismo, casi toda la ayuda estadounidense se concentra en equipamiento antidrogas, como lanchas patrulleras, en vez de DESTINARSE A LA PREVENCCIÓN DEL DELITO”.

Y mientras las pandillas avanzan, los “genios de la seguridad” se pelean y matan para el control de los presupuestos y de los enormes negocios que les permiten utilidades que llegarán a sus bolsillos y cuentas bancarias, con la complicidad o el visto bueno de políticos, empresarios, empresarios de la “seguridad, inteligencia y venta de equipos” y los grandes empresarios de la comunicación… en fin, mientras nos matan, roban y extorsionan, los policías políticos se enriquecen con nuestros impuestos… un buen negocio, además de la política. Antes los empresarios necesitaban del gobierno, hoy, el gobierno necesita de los empresarios y ya lo controlan todo como un gran negocio…

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