viernes, 25 de abril de 2014

Tiempos modernos

Los valores, los partidos, los hombres, las sombras, los miedos, las alegrías, por supuesto que  se van transformando de acuerdo a los tiempos y las circunstancias. Anteriormente, en los tiempo de mi abuelita, el poder ver el tobillo a una mujer era motivo de sueños eróticos, hoy, es motivo de risas y burlas, antes, no se crea que hablo así por mi edad que ya es bastante, casi setenta años, la sexualidad estaba prohibida en todos los sitios, hacíamos el amor a escondidas, mientras los gringos mataban pueblos enteros a plena luz del día, como en Viet Nam o en los golpes militares que sostenían en su intensa “guerra fría” que, en la realidad, era una guerra muy caliente.
         Cuando alguien me preguntaba sobre el trabajo de mi padre, orgulloso respondía que era un empleado público y que también era maestro, mi madre era una ama de casa y  aportaba recursos cuidándonos o cociendo o inyectando a las gentes del rumbo, porque ya no podía dar clases en esta ciudad. En la vecindad donde vivíamos, una de tres patios en el centro de la capital, en el número 47 de República de Chile, entre Perú y Belisario Domínguez, sabíamos que existían borrachitos, marihuanos, prostitutas, padrotes, madrotas, traficantes de drogas, rateros, pero, también, ahí convivían muchos hombres y mujeres que todos los días salían a laborar para obtener el pan de cada día y, cuando en la escuela primaria, Abraham Castellanos, allá en la Plaza del Estudiante y a un lado de la iglesia del Carmen, nos preguntaban, dónde vivíamos, no nos avergonzábamos de decir que vivíamos en una vecindad, ahí nos enseñamos a convivir con todos y sabíamos a qué se dedican en sus familias, pero, los tiempos cambian y hoy, esta pequeña historia nos muestra lo que se han modificado esos tiempos y esos valores y entenderes entre los hombres y las mujeres. Así, uno de mis más queridos amigos me envió este correo sobre una consulta a la “Doctora Corazón”:
         “-Acudo a usted para solicitar su consejo ante una situación muy seria.
         Me llamo Cuauhtémoc Gutiérrez, pero me dicen que, soy el príncipe de la basura, y es verdad, no puedo ocultar, en mi origen, está esa fortuna….como tampoco el que mi señor padre hubiera tenido tanta suerte con las mujeres de tal forma que en su harem, no se conocía cama solitaria ni triste, por eso, mejor, lo mandaron asesinar antes que dejar el lecho frío. Pero, mi problema es el siguiente, aclarando que no tengo necesidad de dinero, porque soy muy rico, tampoco envidio a los guapos porque en cierta forma lo soy dentro del género de los marranitos, no tengo problemas de personalidad ni de autoestima porque el poder me permite codearme con la crema y nata de la política, de la delincuencia organizada y con los políticos, financieros y empresarios, porque, finalmente, aunque no tengo sangre azul, la mía, como la de ellos, también tiñe de rojo, y somos socios o cómplices en muchos negocios y en muchas transas del poder. Mi problema es el siguiente:
         Mi padre como señalé se puede considerar fue un cápo de los mejores carteles del país, con ligas internacionales y hombre valiente y rico, violento, porque sostener el poder no es tarea sencilla en tales lados y, sobre todo, dominar con droga y madrazos a tantos pepenadores de basura en la periferia de la capital. Él, conoció a mi madre, una de tantas, en una casa de prostitución y con su esfuerzo y amor, logró sacarla de esa vida. Ahora, ella tiene sus propios negocios y prostíbulos con toda clase, para todos los gustos, desde animalitos amaestrados hasta chiquitines o hombres esbeltos o mueres bellas, ya saben, todo lo que vuele, camine o repte es de uso sexual cuando se tiene imaginación., y ya no tiene que ejercer ese oficio, pues no deja de entrenarse para estar a la moda y al avance tecnológico del negocio de la prostitución o de la diversión.
En mi sagrada familia, porque hay muchas, somos tres hermanos y dos hermanas. Uno, es como yo lo fui, marcando el camino al éxito, diputado federal: el segundo es sicario y ya tiene en su carrera más de 24 cabezas y varios enterrados vivos o hechos pozole, con mejores técnicas que los pinches hermanitos de Tijuana. Mi hermanito, menor siguiendo el rito de la modernidad, salió del closet desde hace  años y tiene muchos amigos en televisa,  cantantes y artistas, está en la mera onda, a veces, por diversión no por necesidad, ejerce como travesti y para no perder las enseñanzas de papá, trabaja vendiendo su cuerpecito al mejor postor. Mi hermana mayor, fuerte de carácter como papá, acaba de casarse con su novia y tiene su propia empresa en la que venden piezas de autos robados y, la menor, trabaja con mi mamí aprendiendo el negocio como lo hacen en las mejores familias de empresarios o políticos en el país, es decir, somos muy mexicanos, priístas, católicos, creyentes en la virgencita y convencidos de la modernidad. Mi pregunta es la siguiente: ¿Cree usted apropiado que le cuente a mi novia que tengo a un hermano diputado?”
 

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