lunes, 10 de septiembre de 2012

Una lección de derecho

“Los pueblos, a menudo a través de elecciones, pueden equivocarse”. Felipe Calderón…
 Y bueno, también, pueden “desequivocarse” según sea el caso. El asunto es que con el panismo y con otros partidos, incluidos el PRI, por medio de la manipulación política, del engaño y la promesa, es lógico que los pueblos se equivoquen pero después, de alguna manera, “como los perritos, abren los ojos” y se “desapentontan”… y, como no hay mal que dure cien años, tampoco hay pueblo que lo aguante…bonita, forma de justificar las tonterías y las matanzas…Recuerden que ,Jorge Bush, allá, en los Estados Unidos, decía: “La constitución… no es más que un pinche pedazo de papel!”…
         Por esa razón les contaré un Tema de Reflexión que nos hace el favor de enviarme mi amigo Héctor Ponce, sobre el inicio de una clase de Derecho:
         “Una mañana cuando nuestro nuevo profesor de “Introducción al Derecho” entró en el salón de clase, lo primero que hizo fue preguntarle el nombre a uno de los alumnos que se encontraba sentado en la primera fila: -“¿Cómo te llamas?”,  el alumno le respondió: “Me llamo Juan, señor”. Y sin más el profesor en tono descortés y violento le dijo: “Vete de mi clase y no quiero verte nunca más!”. Por supuesto que nuestro compañero Juan estaba desconcertado. Al reaccionar, se levantó lentamente, recogió sus cosas y salió del salón de clase. Todos los alumnos estábamos asustados y acobardados e indignados, pero nadie se atrevía a decir nada.”
         “—Está bien. ¡Ahora sí! ¿Para que sirven las leyes?, preguntaba el profesor y nosotros seguíamos asustados y acobardados, pero, poco a poco, comenzaron a responder los alumnos y decían: “Para que haya un orden en nuestra sociedad”. ¡No!, contestaba el  profesor con insolencia y a gritos. Otro más dijo: “Para cumplirlas”… ¡NO!. “Para que la gente mala pague por sus actos”…¡No!... “Para que haya justicia”, señalaba tímidamente una chica. El profesor declaraba: “¡Por fin! Eso es… para que haya justicia. Y continuó preguntando: “Y ahora ¿para qué sirve la justicia?”.
         Los alumnos estaban molestos por la actitud grosera y prepotente del maestro, sin embargo seguían respondiendo: “Para salvaguardar los derechos humanos”. Bien, dijo el profesor. ¿Qué más?. Otro alumno señalaba:”Para discriminar lo que está bien de lo que está mal”… el profesor se alentaba y decía que siguieran con el análisis…”Para premiar a quien hace el bien”, señalaba otro alumno. Ante esa respuesta el profesor dijo: “Está bien, no está mal la respuesta… pero, respondan a esta pregunta ¿Actué correctamente al expulsar de la clase a Juan?”…
         “Todos nos quedamos callados ante la pregunta, no sabíamos qué contestar, así que ante el silencio, el profesor dijo: “-Quiero un respuesta decidida y unánime”…
         Todos respondimos: “¡NO!
         “--¿Podría decirse que cometí una injusticia”
         “¡Sí”, gritamos todos… y el maestro dijo:
         “¡Por qué nadie hizo nada al respecto? ¿Para qué queremos leyes y reglas si no disponemos de la VALENTÍA de actuar cuando presenciamos una injusticia? ¡No vuelvan a quedarse callados nunca más!” y dijo a uno: “Vete a buscar a Juan”
         “Aquel día, todos, recibimos la lección más practica de una clase de derecho”.
         Pero no hay duda de que aun con esto, muchos abogados y muchos ciudadanos nos quedamos callados cuando vemos cometer una injusticia o hacer algo indebido a una “autoridad” que lesiona la vida, los derechos y garantías de todos. Por esa razón, cuando hablamos de justicia y de derecho tenemos que hablar de valentía y de conciencia de cada uno de nosotros. No TENEMOS QUE QUEDARNOS CALLADOS ANTE LAS INJUSTICIAS ni ante las prepotencias o abusos de la “autoridad”, ni de nadie más.
         Solamente nos quejamos ante las violaciones de nuestros derechos y garantías y, nos callamos… no protestamos, no nos juntamos para demandar el respeto que está consagrado en nuestras leyes y es así que, todas las leyes, aun la Constitución, son permanentemente violadas y pisoteadas por cualquier malandrín que tenga poder o que porte un arma o se esconda ante la turba.
         Es lo que buscan los policías y los gobernantes, que todos nos callemos, que no protestemos ,que se nos haga costumbre el que ellos violen nuestros derechos y garantías con el pretexto de la “autoridad”. Quieren que seamos “prudentes” y es, como decía algún revolucionario que, efectivamente, los gobernícolas quieren que todos seamos prudentes para podernos domesticar y violar, manejar y manipular como a ellos les convenga, no como lo señale la ley y la Constitución. Así que, poco a poco, con muestro silencio, nos vamos haciendo cómplices de estos gobernícolas y, nos sentimos bien, porque somos “prudentes” y no creamos disturbios ni levantamos la voz, a pesar de que nos maten, asesinen, encarcelen injustamente, violen los derechos y garantías, todo, para no crearnos conflictos ni problemas con la autoridad, pensando en que no vale la pena porque todos los demás se quedan callados y no hacen nada. Pero alguna voz, la voz de los que no callan, de los que no son prudentes, de los que sacan valentía ante la injusticia, pueden cambiar las cosas de tal suerte que por esa simple razón todos tenemos que recuperar la voz, la palabra y el valor…
         Hace poco me comentaban que algunas autoridades estaban muy molestas conmigo porque no me “callaba el hocico” y, por esa razón, algunos funcionarios y políticos, utilizando a los “gatilleros de la prensa”, de los que son “prudentes y entreguistas”, de los que cobran el chayote y se venden en conciencia y pluma, pretendían hacer una campaña de desprestigio en mi contra… y bien, les dije:  de mí, todo lo han dicho y de todo me ha pasado en la vida. Si el presidente, el gobernador o cualquier funcionario se molesta por la verdad de lo que digo o por lo que digo, pues que hagan lo que tengan que hacer, porque, finalmente,  continuaré haciendo lo que debo hacer. No me quedare callado como esos alumnos que recibían una clase de introducción al Derecho… más vale que nos maten a que nos callen… y, en esto, estamos conscientes de lo que hacemos y de cómo lo hacemos y el por qué lo decimos y lo gritamos… total, de “parto, no he de morir”,  callado, menos. Esperen por favor al libro: “Diálogos de Vida…¡Es una provocación!: una visión del 68 a los 68”. Socrates_campos8@yahoo.com.mx

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