CADA
DÍA 13 DE SEPTIEMBRE es el tiempo en que cumplo años, en este año
alcanzo los 68, por esa razón me decidí a empezar uno de los primeros
tomos de: “Diálogos de vida: ¡ES UNA PROVOCACIÓN!: una visión del 68 a
los 68”. Diálogos, porque son grabaciones que hago con mi amigo y
periodista José García; lo de una provocación es porque es la última
frase que dije en el tercer piso del Edificio Chihuahua en Tlaltelolco,
cuando se inicia la balacera provocada por el Batallón Olimpia la
policía política que atentaron en contra de la reunión que se había
aceptado hacer por medio del Consejo Nacional de Huelga y el Gobierno
Federal, representado por Jorge de la Vega Domínguez y Andrés Caso. En
esa reunión, aceptada como de buena fe y donde se daría a conocer que
regresábamos a clases, se terminaba la huelga nacional, se iniciaban las
negociaciones con el gobierno y se creaban las seis comisiones para
atender las demandas del movimiento estudiantil, fue reprimida por medio
de la traición realizada por el mismo gobierno, para detener a los
representantes de las escuelas, para mostrar que el gobierno, cuando
manda y se equivoca, vuelve a mandar y, para esto, no hay diálogo ni
negociación, cuando el gobierno, desde el poder, determina que es mejor
la imposición por medio de la represión que cualquier negociación…
En
este esfuerzo también me apoya Tania Helene, con sus consejos y con su
visión como “afectada” y como revolucionaria, y bueno, ella, también
cumple años en Septiembre el día 8 y, el 14, cumple Karisma Akal, que
también me estimula al igual que toda la familia para emprender este
trabajo. Así que, en este día, se cumple también otro aniversario de la
MARCHA DEL SILENCIO, una marcha espectacular que en su momento,
seguramente, fue de lo más estimulante y la que marcó la determinación
de parte del poder y del gobierno para ejercer la represión ya que no
podía aceptar que un grupo de jóvenes encuerara los niveles de
corrupción y de ineficiencia que mantenía, la antidemocracia y el
control
de prensa que ejercía, la política represiva como política de
imposición, la corrupción, en fin, el gobierno, en aquel momento, no
sabía negociar porque todo lo imponía desde la cúpula del poder y por la
instrucción presidencial y, los jóvenes, tampoco sabíamos negociar,
porque no existía la cultura para ello, por esa razón, cuando se acepta
el inicio de esa negociación que termina con la represión, confiados,
asistimos al “matadero” en Tlaltelolco, ignorando que ahí se libraba
otra batalla en el núcleo dirigente de la política: la batalla por la
presidencia de la república que se jugaba entre las fuerzas de Emilio
Martínez Manaotuo, entonces Secretario de la Presidencia y que
controlaba a muchos intelectuales de “izquierda”; el General y
licenciado Alfonso Corona del Rosal que operaba
el Batallón Olimpia y era el regente de la capital y Luís Echeverría
Álvarez que contaba con
la fuerza de algunos miembros del Partido Comunista Mexicano y, desde
la secretaría de Gobernación, operaba los servicios del control de la
información y de los cuerpos de espionaje que, finalmente, en el
“encontronazo”, logra obtener la “bendición” para subir al poder… y
,como nosotros ignorábamos eso, pues simplemente fuimos los “chivos
expiatorios” para esta guerra donde la represión ganó y se impuso como
se ha impuesto siempre ante las demandas populares…
En fin, llegar a los sesenta y ocho años ha sido un largo camino cuando uno es de
los “sobrevivientes de esa matanza” y cuando tuvimos que soportar las
denostaciones y la manipulación que desde el poder se hiciera para
“desprestigiarnos” y tratar de liquidarnos, cuando tuvimos que estar dos
años ocho meses en la cárcel de Lecumberri y salir al exilio a Uruguay y
Chile para retornar a rehacer la vida y a crecer… por eso, la visión
del 68 a los 68, es un ejercicio que me permite no solamente recordar
sino también olvidar y perdonar, no es malo hacer este ejercicio, sobre
todo cuando se sabe que uno ha sido leal a sus principios y que si bien
se han
cometido errores y faltas, esas forman parte del conocimiento y del
crecimiento. Nadie nace sabiendo, sobre todo cuando se tienen que tomar
decisiones importantes de muy joven o cuando se tiene que aceptar la
vida tal como es, porque no hay forma de cambiarla, sino de navegarla…
Hace
algunos años cuando algún amigo me decía: “¡Cuéntame del 68!, mi
respuesta era: mejor pregúntame sobre el año 2000 que está más cerca;
aquel 68 ya tiene muchos años, en la vejez, en la amargura y en el
resentimiento y uno no puede estar volteando mucho para atrás porque te
rompes la madre con la piedrita de enfrente… 44 años atrás se dicen
fácil, pero son parte de toda una vida cuando pensamos que la mayoría de
nosotros tenía en el 68 la mitad de los años que han pasado. Pero no
hay tiempo que no se llegue y este tal vez es el mejor momento para
comenzar a hacer los recuentos, los recuerdos, los balances y, sobre
todo, un trabajo que nos permitirá que nos conozcan, porque muchos
saben mi nombre pero no conocen los dolores ni los sabores que se han
pasado, muchos conocen mi edad pero no lo que se ha crecido y el cómo se
ha logrado, en fin, pretendo que se me conozca tal como soy, no como
se lo imaginan o les han contado… es muy fácil criticar o denostar, en
muy sencillo decir que es uno bueno o malo, según sean las preferencias o
las visiones o los ángulos desde lo que se habla, pero es real que no
hay mejor forma de conocer a alguien que cuando se le conoce desde el
corazón y, desde ese nivel, es en el que me comprometo a hablar en este
libro.
No
se trata de un libro de memorias o algo por el estilo, es una larga
charla y unas reflexiones sobre muchos temas, poco a poco se irán
formando los otros tomos para hablar de las cosas buenas y malas que han
pasado, o de las cuales se debe aclarar y opinar. En fin, esperamos que
cuando menos, como me lo han comentado algunos amigos que han tenido la
oportunidad de leer algunas partes de la misma, es una obra que se
digiere con facilidad y se lee con otra visión, porque a lo largo van cambiando muchos escenarios y la visión es diferente.
Así
que a los 68 puedo hablar del 68 con calma y con alegría, no con dolor
ni con pasiones mal formadas, no hay nada peor que el resentimiento y la
amargura y eso es lo que menos tengo, por eso puedo decir que he
crecido y madurado, que puedo ver a los ojos de los que amo, sin
tristezas ni ocultamientos de la vida o por la vida, ando como cualquier
otro caminando con lo que tenemos, sabiendo que todos caminamos pero,
muy pocos dejamos huella y, cuando menos, la huella que dejamos es lo
que hemos hecho con lealtad, con honestidad y sin vergüenza alguna a
pesar de las criticas y de las envidias o de las malas lenguas…
socrates_campos8@yahoo.com.mx
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