lunes, 10 de septiembre de 2012

Historia de vida

CADA DÍA 13 DE SEPTIEMBRE es el tiempo en que cumplo años, en este año alcanzo los 68, por esa razón me decidí a empezar uno de los primeros tomos de: “Diálogos de vida: ¡ES UNA PROVOCACIÓN!: una visión del 68 a los 68”. Diálogos, porque son grabaciones que hago con mi amigo y periodista José García; lo de una provocación es porque es la última frase que dije en el tercer piso del Edificio Chihuahua en Tlaltelolco, cuando se inicia la balacera provocada por el Batallón Olimpia la policía política que atentaron en contra de la reunión que se había aceptado hacer por medio del Consejo Nacional de Huelga y el Gobierno Federal, representado por Jorge de la Vega Domínguez y Andrés Caso. En esa reunión, aceptada como de buena fe y donde se daría a conocer que regresábamos a clases, se terminaba la huelga nacional, se iniciaban las negociaciones con el gobierno y se creaban las seis comisiones para atender las demandas del movimiento estudiantil, fue reprimida por medio de la traición realizada por el mismo gobierno, para detener a los representantes de las escuelas, para mostrar que el gobierno, cuando manda y se equivoca, vuelve a mandar y, para esto, no hay diálogo ni negociación, cuando el gobierno, desde el poder, determina que es mejor la imposición por medio de la represión que cualquier negociación…
         En este esfuerzo también me apoya Tania Helene, con sus consejos y con su visión como “afectada” y como revolucionaria, y bueno, ella, también cumple años en Septiembre el día 8 y, el 14, cumple Karisma Akal, que también me estimula al igual que toda la familia para emprender este trabajo. Así que, en este día, se cumple también otro aniversario de la MARCHA DEL SILENCIO, una marcha espectacular que en su momento, seguramente, fue de lo más estimulante y la que marcó la determinación de parte del poder y del gobierno para ejercer la represión ya que no podía aceptar que un grupo de jóvenes encuerara los niveles de corrupción y de ineficiencia que mantenía, la antidemocracia y el control de prensa que ejercía, la política represiva como política de imposición, la corrupción, en fin, el gobierno, en aquel momento, no sabía negociar porque todo lo imponía desde la cúpula del poder y por la instrucción presidencial y, los jóvenes, tampoco sabíamos negociar, porque no existía la cultura para ello, por esa razón, cuando se acepta el inicio de esa negociación que termina con la represión, confiados, asistimos al “matadero” en Tlaltelolco, ignorando que ahí se libraba otra batalla en el núcleo dirigente de la política: la batalla por la presidencia de la república que se jugaba entre las fuerzas de Emilio Martínez Manaotuo, entonces Secretario de la Presidencia y que controlaba a muchos intelectuales de “izquierda”; el General y licenciado  Alfonso Corona del Rosal que operaba el Batallón Olimpia y era el regente de la capital y Luís Echeverría Álvarez que contaba con la fuerza de algunos miembros del Partido Comunista Mexicano y, desde la secretaría de Gobernación, operaba los servicios del control de la información y de los cuerpos de espionaje que, finalmente, en el “encontronazo”, logra obtener la “bendición” para subir al poder… y ,como nosotros ignorábamos eso, pues simplemente fuimos los “chivos expiatorios” para esta guerra donde la represión ganó y se impuso como se ha impuesto siempre ante las demandas populares…
         En fin, llegar a los sesenta y ocho años ha sido un largo camino cuando uno es  de los “sobrevivientes de esa matanza” y cuando tuvimos que soportar las denostaciones y la manipulación que desde el poder se hiciera para “desprestigiarnos” y tratar de liquidarnos, cuando tuvimos que estar dos años ocho meses en la cárcel de Lecumberri y salir al exilio a Uruguay y Chile para retornar a rehacer la vida y a crecer… por eso, la visión del 68 a los 68, es un ejercicio que me permite no solamente recordar sino también olvidar y perdonar, no es malo hacer este ejercicio, sobre todo cuando se sabe que uno ha sido leal a sus principios y que si bien se han cometido errores y faltas, esas forman parte del conocimiento y del crecimiento. Nadie nace sabiendo, sobre todo cuando se tienen que tomar decisiones importantes de muy joven o cuando se tiene que aceptar la vida tal como es, porque no hay forma de cambiarla, sino de navegarla…
         Hace algunos años cuando algún amigo me decía: “¡Cuéntame del 68!, mi respuesta era: mejor pregúntame sobre el año 2000 que está más cerca; aquel 68 ya tiene muchos años, en la vejez, en la amargura y en el resentimiento y uno no puede estar volteando mucho para atrás porque te rompes la madre con la piedrita de enfrente… 44 años atrás se dicen fácil, pero son parte de toda una vida cuando pensamos que la mayoría de nosotros tenía en el 68 la mitad de los años que han pasado. Pero no hay tiempo que no se llegue y este tal vez es el mejor momento para comenzar a hacer los recuentos, los recuerdos, los balances y, sobre todo, un trabajo que nos permitirá que nos conozcan, porque muchos saben mi nombre pero no conocen los dolores ni los sabores que se han pasado, muchos conocen mi edad pero no lo que se ha crecido y el cómo se ha logrado, en fin, pretendo que se me conozca tal como soy, no  como se lo imaginan o les han contado… es muy fácil criticar o denostar, en muy sencillo decir que es uno bueno o malo, según sean las preferencias o las visiones o los ángulos desde lo que se habla, pero es real que no hay mejor forma de conocer a alguien que cuando se le conoce desde el corazón y, desde ese nivel, es en el que me comprometo a hablar en este libro.
         No se trata de un libro de memorias o algo por el estilo, es una larga charla y unas reflexiones sobre muchos temas, poco a poco se irán formando los otros tomos para hablar de las cosas buenas y malas que han pasado, o de las cuales se debe aclarar y opinar. En fin, esperamos que cuando menos, como me lo han comentado algunos amigos que han tenido la oportunidad de leer algunas partes de la misma, es una obra que se digiere con facilidad y se lee con otra visión,  porque a lo largo van cambiando muchos escenarios y la visión es diferente.
         Así que a los 68 puedo hablar del 68 con calma y con alegría, no con dolor ni con pasiones mal formadas, no hay nada peor que el resentimiento y la amargura y eso es lo que menos tengo, por eso puedo decir que he crecido y madurado, que puedo ver a los ojos de los que amo, sin tristezas ni ocultamientos de la vida o por la vida, ando como cualquier otro caminando con lo que tenemos, sabiendo que todos caminamos pero, muy pocos dejamos huella y, cuando menos, la huella que dejamos es lo que hemos hecho con lealtad, con honestidad y sin vergüenza alguna a pesar de las criticas y de las envidias o de las malas lenguas… socrates_campos8@yahoo.com.mx

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