ES lógico que la manipulación informativa hace que la
gente “se caliente”, se indigne, se moleste ante hechos consumados, como el que
vivimos con la liberación de Florence Cassez y su recibimiento en Francia, como
una “heroína” y es que, la envidia corroe y destruye cualquier buen corazón y,
hay explicaciones para esto. La verdad sea dicha, no tenemos confianza, ni en
las policías ni en los sistemas de seguridad ni en las instituciones encargadas
de la aplicación y “administración” de la justicia o de las leyes. Ahí están
los ejemplos, cuando miramos la impunidad con la que se mueven los culpables y
delincuentes, con la que se manejan los mafiosos o los funcionarios, políticos
y “empresarios”, que no roban un pan o un bolillo, sino millones y millones de
pesos que servirían para calmar el hambre o combatir la miseria, marginación,
pobreza y desnutrición de miles de mexicanos que mueren cada año por esos males
provocados por esos señores que todo lo pueden y que se manejan con cinismo e
impunidad.
Conocemos
los “sistemas de investigación” de los policías cuando aplican la tortura o
cuando dan masajes con madrazos y aplicación de toques eléctricos o colocan
bolsas de plástico llenas de chile en polvo o le meten a los “presuntos
culpables” la cabeza en los baños o en las cubetas hasta que casi mueren
ahogados y así, ante esa tortura, cualquier machiín pues “confiesa lo que ellos
quieren montar en sus teatros” y que les dan la oportunidad de “pararse el
cuello” con sus jefes y con los medios de comunicación. Sabemos la forma en que
muchos “comunicadores” reciben dinero de esos “comandantes” , agentes o
abogados para dar las versiones que necesitan colocar ante la “opinión pública”
que es manipulada para que acepte la represión, vea con negligencia las
corruptelas o no se admire ante el cinismo y la impunidad con la que operan.
Sabemos de las corruptelas que se hacen
y fabrican con los abogados o los ministerios públicos para desvirtuar pruebas
o para culpar a inocentes, hemos visto muchos ejemplos de cómo por medio del dinero,
del poder y de las relaciones políticas, culpables salen de prisión o ni
siquiera la pisan porque se arregla su libertad e impunidad en la barandilla.
Lo mismo hemos visto como los jueces son corrompidos por los policías o reciben
instrucciones por los políticos o se venden al mejor postor en los
procedimientos legales… en fin, la realidad es que toda la estructura, como lo ha
reconocido valientemente el Procurador General de la República, Jesús Murillo
Karam, esta mal y hay que arreglarla y transformarla para que no siga
consignándose a inocentes o fabricándolos por medio de las ineficiencias,
corruptelas o complicidades y las relaciones de sociedad o complicidad con los
“administradores de la justicia”; si bien decía un viejo político, cuando llegaron
algunos diputados, como gallinas en celo, gritando que era impresionante, pero,
ellos, habían visto que: la “justicia, en este país, se Vende” y, el viejo
presidente, Adolfo Ruíz Cortines, les decía, con razón: “La justicia, no se
vende, se vende la injusticia” y esto es lo que estamos viendo en la
actualidad, hasta que no se modifiquen.
HEMOS
VISTO QUE, EN México, la manipulación y acción represiva de las policías por parte de los políticos, está para cobrar
ofensas, venganzas o eliminar a los que le son molestos al poder y a los poderosos
por medio de la represión, así que no tenemos confianza en la policía ni en las
instituciones de justicia. Recordamos que, cuando estuvimos detenidos por los
sucesos de 1968, los que estábamos detenidos fuimos los que sufrimos la
represión, no los represores, los que éramos las víctimas estábamos en la
cárcel porque así lo había determinado el poder y los poderosos y, para que
ellos, no fueran implicados en las muertes o crímenes que generaron con esa
represión y, dentro de Lecumberri, que era una verdadera cárcel represiva y
repulsiva, donde todo se compraba o se vendía, donde imperaba la prostitución,
drogadicción, venta de protección, injusticias,
pudimos constatar que muchos de los presos, lo estaban por “pobres”, tal como
señalaba aquella frase escrita en la Celda 8 de la crujía H que decía: “EN ESTA
CÁRCEL MALDITA, DONDE REINA LA TRISTEZA, NO SE CASTIGA EL DELITO, SE CASTIGA LA
POBREZA”. Ahí, vimos a muchos pobres encarcelados y sin juicios, por años,
solamente porque habían sido acusados por familiares que pudieron comprar a los
policías que les inventaron delitos y los consignaron o por robar un pan,
mientras, los defraudadores, los políticos, funcionarios y banqueros
inescrupulosos y que han robado millones y asesinado a muchos, están en libertad,
con total impunidad… poderoso caballero es Don Dinero.
Y con
todo esto, lo más probable es que muchos pierdan la autoestima, entren en
depresión y la verdad es que antes de auto diagnosticarse con esos males del siglo, al lado de la
intolerancia, el estrés, la falta de ganas para todo y con todo, uno, debería
de asegurarse primero de no “estar rodeado de pendejos” o de aquellos que nos
pretenden apendejar.
Y lo que
les recomendamos a los políticos, policías, banqueros, especuladores
financieros, malas madres y mal agradecidos, a todos aquellos que hacen del ego
y del poder una forma para joder a los demás y no para servir a los que lo
necesitan es que recuerden aquella historia de la rana que no aprendió a tener
la boca cerrada. Resulta que: “Una rana se preguntaba como podía alejarse del
clima frío del Invierno y llegar a lugares más cálidos. Así que pregunto a los
gansos canadienses la razón por la que emigraban
al sur y ellos le explicaron que era para huir del frío y le sugirieron que
emigrara con ellos. Pero el gran problema era que la rana no sabía volar”
“—Déjenmelo
a mí, dijo la rana. Tengo un cerebro espléndido. Lo pensó y luego pidió a dos
gansos que la ayudaran a recoger una caña fuerte, cada uno volaría
sosteniéndola por un extremo. La rana pensaba agarrarse a la caña por la boca y
así lo fueron planeando y experimentando.
“A su
debido tiempo, los gansos y la rana comenzaron su travesía. Al poco rato, ya en
pleno vuelo y a gran altura, pasaron por una pequeña ciudad y los habitantes de
allí salieron asombrados a ver el inusitado espectáculo. Alguien gritaba
asombrado: “¿A quién se le ocurrió tan brillante idea?”
“Esto
hizo que la rana se sintiera tan orgullosa y con tal sentido de importancia que
exclamó. ¡A MÏ! Su orgullo fue su ruina, porque al momento en que abrió la
boca, cayó al vació y murió”. Así les sucedió a los policías que montaron, al
lado de las televisoras, el espectáculo para demostrar que habían detenido a
una banda de secuestradores. Abrieron de mas el hocico y cayeron al vació. Su
falta de humildad o su exceso de orgullo, tal vez, fueron los que echaron abajo
un plan excelente; les sirvió para la manipulación inmediata, para pararse el
cuello con el presidente que les ordenaba hacer esos desplantes para
legitimarse y en fin, al tiempo, porque hay que recordar que: “El tiempo es la
madre de la verdad”, se descubrió el show y se termina la tragedia. Ojala,
termine, también, la impunidad, las torturas y la violación de los derechos
humanos.
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