martes, 10 de febrero de 2009

Slim, el catastrofista

POR SUPUESTO QUE TODO NOS DEBE CAUSAR ASOMBRO. AL DESPERTARNOS, NOS DEBEMOS ASOMBRAR POR LAS NUEVAS LUCES DEL DÍA Y DAR GRACIAS AL CREADOR, NOS DEBE ASOMBRAR EL VER NUEVAMENTE SOBRE LAS FLORES la inmensa cantidad de abejas y otros insectos que buscan afanosamente su sustento o el vuelo de los pájaros y su canto al despertar el día como si realizaran sus oraciones. Claro que también me asombro, todos los días, cuando a las cuatro de la mañana despierto para prepararme y poder realizar mis oraciones y la meditación que me brindan consuelo y me permiten agradecer por todo lo que tenemos y por lo que vamos viviendo cada día. Por supuesto que nos asombramos al escuchar los mantras que reproduce María Aurora en esa hora de oración y meditación.

Cada día nos asombramos del cómo se pierden, mágicamente, los empleos y cómo se conservan a costos mayores de esfuerzo y de productividad. Es claro que en cada día los que tienen empleo saben que tienen que brindar su mayor esfuerzo para conservarlo y rogar para que no lo pierdan. Así, cuando se realizan los foros de análisis sobre la crisis económica que, para unos se avecina y para otros es una realidad terrible, muchos se asombran porque se dicen cosas fatales, donde se explica que cada día, el problema es mayor y que esta crisis tendrá peores consecuencias que las que tuvo la del año de 1929, donde miles de gentes que operaban en la bolsa se vieron en la miseria y no fueron pocos los que optaron por terminar con su vida o pidiendo limosna en las calles, viviendo de la caridad pública. Lo mismo sucedió con los empresarios y con los obreros que caminaban rogando encontrar algo que vender en las calles o algún empleo de lo que fuera, las familias, angustiadas, se trataban de refugiar en el cariño y en el amor entre todos, pero en aquellos tiempos no existía la televisión y la carencia de valores que ahora vemos son los que imperan en la soledad y en el conformismo. Por esa falta de valores, por esa carencia de afectos y comunicación entre las familias, la crisis tendrá mayor profundidad y será peor, ni siquiera encontraremos consuelos normales entre los amigos y las querencias, porque el egoísmo es brutal y todo será peor que, cuando fueron terribles.

Simplemente veamos lo que sucede cuando algún conocido se muere, llega a la cárcel o bien está internado en algún hospital, pocos son los que preguntan sobre los males que afectan a las familias y menos son los que aportan su apoyo o muestran la solidaridad real con los deudos o con los afectados. Casi siempre vemos que todos evitan inmiscuirse, dicen, cuando en verdad no quieren ni pueden o sienten ser solidarios ante los que tienen problemas y conflictos. Eso sí, van a todas las pachangas y todas las fiestas, los duelos, son solamente para los pocos deudos que quedan con vida, sufriendo por esa soledad y falta de solidaridad que vemos en todos lados y en todas las ocasiones.

Y por esa razón, cuando vemos las tragedias, ahora, vemos que al igual que en los Estados Unidos, los viejos, son abandonados en los albergues o en los hospitales o son dejados en la soledad más profunda donde ni los hijos se acuerdan por visitarles y menos por tenderles su mano solidaria y generosa para apapacharles, alegando casi siempre, que es lo que se merecen los viejos porque cuando podían no lo hicieron y cuando solicitaban ayudas y apoyos, los negaban o en el peor de los casos, alegan que eran regañones y mal humorados y que por ese motivo se fueron quedando solos y tristes y que, por esa misma razón, ni siquiera los visitan, y hoy, la soledad para esos viejos será mayor, nadie tendrá dinero para ayudar a aliviar sus penas y necesidades, así hemos visto a muchos recorriendo distancias con la esperanza de poder conseguir más barato algún medicamento o buscando algo en el qué ocuparse para poder ganar algo que puedan llevar a su casa y aliviar su tristeza y cubrir sus necesidades. La verdad, cuando hay algún atropellado o muerto, asesinado en las calles, nadie se para ver en qué puede auxiliar, bueno, ni siquiera existen esas almas caritativas y nobles que cuando menos, llevaban una sábana para cubrir el cuerpo y prendían una veladora para darle luz en el camino al más allá.

Y por si fuera poco, vemos, cómo un obispo, en Celaya, dice que las monjas vejadas por los policías cuando les obligaron a desnudarse para demostrar que eran mujeres, no son monjas, sino que alega, pertenecen a la congregación de Marcel Lefevre, Obispo tradicionalista, a quien considera fuera de la religión católica, pero que, en su momento lo fuera, con gran confusión y con gran escándalo y que continúa operando, según tenemos entendido, en Cuernavaca, Morelos. Pero lo terrible es que un señor obispo deje de ser solidario con dos mujeres, monjas o no, según su dicho, para dejar, en este caso, sin solidaridad ante la violación a sus derechos y garantías constitucionales a esas dos mujeres que tuvieron la desgracia de caer en las garras de los policías y señala: “Son unas farsantes, engañan a la gente, se disfrazan de monjas católicas, pero pertenecen a un grupo sectario denominado tradicionalista que en 1981, su creador, Marcel Lefevre, fue excomulgado por el Papa Juan Pablo II, por ordenar a cuatro sacerdotes sin autorización papal” y, por esa razón, muchas gentes, sostienen que los policías no hicieron nada o cuando menos tienen justificación para hacer lo que hicieron al desnudar a las mujeres y esto nos hace pensar que, así es como se inician las tragedias, cuando los demás pensamos que eso no nos pasará y dejamos de ser solidarios ante esa clase de injusticias y tragedias hasta que nos llega a destruir a nosotros, así se inician las guerras, los asesinatos, las dictaduras…

Hace algunos años, cuando estaba en un restaurante, acompañado de la buena y grata compañía de Monseños Jerónimo Prigione, quién era el Nuncio Papal en nuestro país y con el que llevo una profunda amistad y gran afecto, algunos compadres coincidieron en el lugar y, al saludarme, cada uno nos decíamos compadres. Monseñor Prigione me preguntó que cuántos compadres tenía y al decirle que cuando menos unos cincuenta, él, asombrado, me explicaba que el comadrazgo en Europa tiene otra visión y que esto representaría un enorme problema. Me quedé pensando un poco sobre el tema y le consté: efectivamente, es un gran problema el tener tantos compadres y es también una enorme responsabilidad, pero también, en México, este tipo de tejidos y relaciones afectivas, generan una enorme red de soluciones a los problemas cotidianos porque siempre hay un compadre cercano a una solución de cualquier problema y esto es lo que realmente cuenta en el compadrazgo mexicano y, con la crisis, ni esto.
En aquella ocasión, al comentar sobre la crisis económica que sufríamos, le decía que una de las garantías para que no existieran muchos conflictos y violencia por el desempleo era esa solidaridad familiar y social que se genera, de tal suerte que ninguna familia quedaba sin tener algo que comer o poder recibir algunas ayudas y apoyos en los momentos en que las familias sufrían el desempleo, porque los familiares y los compadres, siempre estaban apoyando con algo o con algunos fondos económicos para que se pudieran sobrellevar las tragedias. Es más, le decía que no vería muchos ancianos en los asilos y los albergues, porque en las familias mexicanas, todavía, a muchos ancianos, se les llevaba a vivir al lado de algunos, aunque no fueran parientes directos, pero por el respeto a las canas y por los afectos a los viejos ,esto se hacia, no como en Estados Unidos que los hijos dejan abandonados a los ancianos. En fin, los tiempos como señala Carlos Slim: SIN SER CATASTROFISTA, SERÁN TERRIBLES Y DIFÍCILES PARA TODOS, PORQUE PERDEREMOS MUCHOS EMPLEOS Y TENDREMOS TRAGEDIAS… ojala, no sea regañado por “catastrofista”, porque, parece lógico.

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