martes, 10 de febrero de 2009

Catastrofistas o realistas...

Desde hace algunos días, se habla del famoso “estado fallido” que algunos analistas sostienen, no es otra cosa que la falla del sistema institucionalizado que no ha podido acoplarse a las necesidades del PAN y del PRI, en esto que, muchos, aseguran es la nueva reorganización del PRIAN y donde las ideologías, los principios y los programas políticos no cuentan sino que son privilegiados los intereses y las conciliaciones de personas o de grupos. Lo que nadie podrá negar es que la política es un gran negocio y prueba de ello es que, desde hace mucho tiempo, los industriales, los empresarios o los financieros, han preferido cerrar sus “negocios” para dedicarse en cuerpo y alma a la política ya que, sin realizar inversiones y sin tener la obligación de hacer crecer los recursos puestos a su disposición, pueden generan y otorgar grandes negocios y proteger concesiones al por mayor, por ello, se dice que muchos de los grandes capitanes de la “industria” promueven, con grandes fondos, a los grupos políticos o a los personajes a los que les ven madera de “líderes”.

Anteriormente, la gran cantidad de políticos y funcionarios que requería la administración pública, se proporcionaban por medio de la UNAM, IPN o las universidades públicas, sin embargo, después del conflicto del 68, tanto la burocracia política, como los grupos políticos y los empresariales, los policías y los militares, optaron por generar sus propios cuadros, desplazando a esos cuadros profesionales, con los cuadros formados en las universidades privadas y confesionales que les garantizaban lealtad ideológica y de principios a los grupos del poder, por ello se inicia ese cambio que se conoce como el ingreso de la TECNOBUROCRIA AL PODER, donde muchos políticos cayendo en el garlito de que se requería la eficiencia del aparato del estado y se deberían abrir los puestos de mando a los tecnócratas y dejar al mando de las acciones sociales y políticas a los políticos, este proceso se radicaliza con la llegada de Miguel de la Madrid que desplaza a los cuadros del partido, al dejarlos fuera de los puestos públicos, alegando que los políticos se deberían ocupar de la política y, los administradores, de la administración.

En este trance, recuerdo que un buen día, comentando este proceso con Don Javier García Paniagua, hombre clasificado como un “animal político” de amplias relaciones con los grupos de la seguridad y del ejército que servía para sostener el equilibrio y las relaciones entre este sector con el grupo de la política, le decía yo que: “la invasión de los tecnócratas, con seguridad, provocaría cambios y daría un giro importante a la política nacional”. Don Javier, con ese especial estilo que le caracterizaba y con su fuerza en la argumentación que pocos se atrevían a rebatir me dijo: “No te preocupes, los políticos mandan y los técnicos trabajan. Ellos, no podrán realizar las labores y los actos a los que están destinados los políticos. Un tecnócrata, es una mente cuadrada que solamente sabe de rutas críticas y de cuadros estadísticos, pero no sabe de política ni le interesa.”

Por supuesto que la juventud y la poca experiencia que me brindaba la vida me permitía opinar, en otro sentido y así, más o menos, argumenté: “Mire Don Javier, los tecnócratas, podrán aprender a hacer política en poco tiempo, pero es muy difícil que los políticos aprendan las cuestiones de la formación técnica o la administración, porque no saben hacer otra cosa. La grilla es la grilla y no se esfuerzan en el estudio”. El tiempo, que es la madre de la verdad, me brindaba la razón a los pocos meses de esa charla que estaba encuadrada en la administración de Miguel de la Madrid, el contrincante que logró dejarlo en el trayecto para la sucesión presidencial y jamás, se cumplió aquello que decía: “Los técnicos, tarde o temprano, tendrán que recurrir a los políticos cuando se les enrede el engrudo” y habiendo existido muchas muestras de esos enredos, los costos que se han pagado han sido enormes y por esa razón hoy, ante la crisis económica que en verdad es una crisis financiera, de credibilidad, de confianza, de ética, moralidad, valores y política vemos que las reacciones viscerales del presidente de la República, no dan respuesta a lo que todos queremos y meno, alientan la tranquilidad, la esperanza, la confianza y afianzan el liderazgo que todos esperamos en los momentos actuales.

Un presidente de la República no puede manifestar sus deficiencias emocionales y menos, las debilidades humanas en los momentos de crisis, por esa razón, cuando habla de que se deben dejar a un lado las declaraciones “catastrofistas” que solamente hacen daño a la credibilidad y la confianza de su gobierno, en nuestra humilde opinión, pensamos que no es posible que el presidente sostenga un discurso que no es manifestación de la realidad, de la desconfianza, de la falta de valores, de la angustia y de lo que piensan las mayorías. Cuando existe un gobierno fuerte y confiable, no hay grillas, discursos o rumores que lo pongan en peligro, pero cuando no existe la fuerza en el equipo de gobierno y se ven las fracturas y las luchas del poder como lo vemos ahora en el equipo del panismo y en el grupo cercano del presidente, lo menos que se genera en el habiente es la desconfianza, el rumor, la vacilación y el descontrol, la falta de valores y la fortaleza de los mismos ayuda a este proceso de descomposición y sobre todo, tendremos que tomar en cuenta que las opiniones internacionales, las de los expertos, los acontecimientos en las economías desarrolladas nos demuestran que efectivamente estamos en una grave crisis financiera, de desocupación, de falta de productividad, de credibilidad, de confianza y no podemos confiar en las declaraciones “optimistas de nuestros funcionarios y políticos” que quieran o no reconocerlo, son tomados con menor credibilidad y confianza que a los dirigentes y empresarios de los países desarrollados que sostienen que estamos viviendo una crisis brutal, la más grave y peligrosa de los últimos tiempos.

Es más, las declaraciones pesimistas, la desconfianza y la rumorología sale no de los grupos políticos sino de los empresariales, financieros y especulativos que son líderes de opinión y es por ello, que cuando hablan del cierre de empleos, de crisis financiera, de falta de créditos, de circulante, de mercado en el consumo, cuando tienen que despedir a funcionarios y trabajadores, cuando tienen que limitar su crecimiento y demandan apoyos y ayudas claras de parte del gobierno, no podemos negar que estamos en una seria crisis y un gran problema que ellos, que la viven y la enfrentar directamente, saben de su urgencia y no pueden negar que todos los hechos y la realidad contradicen las declaraciones de los políticos y sus funcionarios.

Por ello vemos las maniobras políticas en la selección de los candidatos a los puestos de elección popular, donde los cambios de señales se dan a altos niveles y se pretende que los candidatos puedan dar respuesta a las demandas y aspiraciones de los votantes y la sociedad en general. Así, quieran o no reconocerlo, en el caso de Nuevo León, por ejemplo, la designación de Rodrigo Medina es la respuesta a las necesidades de mantener un liderazgo joven, con fuerza, con talento en su formación y sobre todo que sea un buen mensaje en que sabe del pensamiento de la gran masa joven del país y de sus necesidades inmediatas, sobre todo cuando uno de los graves problemas que tiene que enfrentar, además de la desocupación, la inseguridad, la confianza y el rescate de valores, es el de atender la demanda de miles de profesionistas que están ocupados en otras tareas a las de su formación y debemos recordar que las clases medias y los profesionistas son los que pueden ser cabeza en las grandes protestas populares y las demandas sociales y políticas. Son pues tiempos para los jóvenes y no para los viejos, se requiere fuerza y entereza para enfrentar los tiempos de crisis y sortear el vendaval.

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