miércoles, 27 de marzo de 2013

Lo de Dios y lo del César


No hay peor desesperación que el no sean atendidos, los que lo necesitan, porque los que tienen que atender están asociados con los peores poderes terrenales, con el pretexto de que siguen el camino del poder espiritual. Así, se han ligado a los explotadores y dictadores de la peor calaña, solamente para gozar de los bienes del César, alegando que cuidan los bienes de Dios y, con esa retórica falsa, buscaron la obediencia por medio de los castigos o del cielo prometido, cuando ellos, solamente ven lo que hay en el mundo terrenal, así, prometían, después de la muerte, cuando no daban justicia ni dignidad, ni moral, por esas razones, no tan simples, es que la Iglesia ha perdido confianza y deja la fe en simple palabrerío donde lo dicho no tiene relación con lo hecho. No se puede continuar dando un placebo prometiendo justicia después de la muerte cuando se sufre de la miseria y el hambre de todos los días, cuando se ve la injusticia y no se comprende el por qué, a los que más sufren y necesitan, se les llena de penas.
         No se puede tener una iglesia de pobres y para pobres viviendo en la opulencia y en el derroche, en la mentira, por esa razón, así como Francisco, el Papa, demanda cambios, también, los fieles, lo necesitan y requieren de la solidaridad  para que no sea simple declaración, sino que deba ser una forma de vida, de ayuda y auxilio, de dar para poder entender el valor del recibir, por ello, el estar consciente es bueno para todos; el que impidamos que nos arrebaten la esperanza como lo han hecho en muchas ocasiones y, así ,se ha dejado de luchar para dar paso a la explotación y permitir que nos esclavicen y envicien o nos desprecien y nos marginen. Si no tenemos esperanza, no tenemos valor de vida y no podemos entender la alegría del buen vivir, para lo que no se requieren solamente riquezas, sino costumbres, valores, sentimientos, confianza, fe, sometimiento a lo mejor de la humanidad y el sentir que el hermano del lado es igual que uno y si lo requiere, estamos uniendo fuerzas y juntando brazos para continuar en el camino del buen vivir, de la felicidad, del honor, de la salud y alegría, que a nadie falte techo, vestido y sustento, porque esto, todos, lo podemos tener si evitamos que unos cuántos se apropien de lo que no les pertenece con el cuento de que dirigen y por eso engañan y roban.
         Los cambios, requieren la conciencia del afuera, del entender la realidad, para transformarla, pero es vital para este cambio, la consciencia interna, la convicción de que todos somos hermanos hasta del que menos tiene y todo necesita, de que podamos entender que  en el amor son hechos, razones y acciones y no simples declaraciones, esto, entre la familia y entre los que estamos en sociedad. Si logramos esto que tampoco es tan difícil, por supuesto podemos estar en el camino que ha marcado el nuevo Papa Francisco, demandando dejar los lujos y dejar la ambición de las cosas materiales para entender las cosas del espíritu y del alma y, que bueno que así pueda ser, porque si bien la materia no se destruye sino se transforma, también, todo, debe ser transformado para que podamos tener una visión distinta del camino que necesitamos, antes de estar en el abismo de la destrucción por falta de visión yd e conciencia, de entender la realidad para poderla transformar. Así que a lo mejor siguiendo la ruta marcada por Francisco, e nuevo Papa, los ministros de la Iglesia nos den ejemplo dejando lujos y riquezas para entender las cosas del espíritu y del alma… ojalá, nos lo merecemos todos, porque la riqueza les ha corrompido mucho en muchos sitios y lugares…
         Dice Ricardo Forster en un artículo: “No hace falta recorrer con lupa el Antiguo Testamento, ni tampoco los Evangelios ni los hechos de los apóstoles, para encontrar muchas citas del profeta Amós en la que lo verdaderamente escandaloso es que unos pocos se queden con toda la riqueza mientras  los innumerables de la historia siguen padeciendo hambre e injusticia. Para el profeta la violencia viene de aquellos que quieren “suplir a los humildes de la tierra”, hoy, ir hacia un mondo mejor e igualitario sino, por el contrario precisamente que esa ensoñación utópica se vuelva realidad manteniendo, como una r   realidad natural inmodificable, la existencia de los pobres”
         Y hablar de los pobres y de la pobreza sin hacer nada por modificarla es como el “predicar en el desierto”, donde el viento y la arena tapan todo y no dejan nada para la reflexión y la acción. Si en verdad, Francisco, el nuevo Papa, quiere transforma una Iglesia sumida en la mediocridad, en el abandono de los valores, enriquecida, derrochadora, deformada y deformante, también tiene que hacer cambios profundos en el control de la misma y eliminar a los curas viciosos, dogmáticos, perversos, enriquecidos, derrochadores, comprometidos con lo peor de la sociedad, encaminados en la pederastia y en la violación, en fin, hacer una limpia en una institución tan compleja, con tantos intereses y redes de complicidades y de brutalidades, no le será sencillo, ya vimos que Benedicto XVI, prefirió renunciar cuando se dio cuenta de que no tenía la fuerza suficiente para hacer los cambios necesarios para salvar a la iglesia de la degradación, de la violencia y desesperación. Las masas de pobres que se dicen o profesan la religión católica vienen perdiendo confianza y fe en la institución y en sus ministros, saben que no todo se puede justificar bajo el argumento de que los sacerdotes viciosos y ambiciosos son también hombres y que tienen esas fallas humanas, por lo que deben ser justificables; la realidad no puede ocultar esa deformación humana ni interna que corroe los cimientos de la Iglesia y es así que tiene que hacer los cambios en forma brutal y rápida, sino, solamente quedará todo, como un despegue de avión, con un vuelo de zopilote…
         Los pobres necesitan de la atención urgente para calmar su hambre, desempleo, salud, educación, vivienda y esta obligación no solo es de la Iglesia, también lo es de la autoridad civil y de los que hoy en día tienen todo porque lo han robado y esquilmado a los que todo sufren y necesitan. Son los tiempos del reparto justo y de la equidad con justicia y solidaridad, de otra manera la violencia aparece en toda la sociedad y esto propicia la muerte, el abandono, la desesperación y el odio. Los ricos, deben entender que si quieren sobrevivir, deben de dejar de robar y explotar; los políticos y funcionarios deben entender que su obligación es atender a los que todo necesitan y con atención y buen fe, rescatar a muchos y solucionar los problemas y conflictos, en fin, este trabajo no solamente es de los miembros de la iglesia, es de todos, con una visión de cambio que genere solidaridad y afecto, amor, conciencia. Solamente así podemos superar diferencias y eliminar barreras y explotaciones, dejar a un lado los egoísmos y las ambiciones desmedidas y materialistas, porque los tiempos demandan esto y, porque para vivir en paz, es vital hacerlo. Aún tenemos tiempo y podemos resolver mucho cuando dejemos de consumir por consumir y de agandallarnos lo que no nos pertenece y podamos tender la mano amiga para apoyar y dar a los que todo lo necesitan y requieren…volver a un espíritu humano y humanista…

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