domingo, 15 de enero de 2012

Otra lección de vida

Hay días en que nos levantamos pensando en los graves problemas que debemos solucionar para mantener a la familia, para mejorar la calidad y el nivel de vida, para estar en mejor salud o recuperarla, en fin, los problemas se nos hacen terribles y nos preocupamos en vez de ocuparnos, nos angustiamos, nos estresamos, nos ponemos de mal humor y nos convertimos en odiosos pesimistas. Creemos pues que nuestros problemas son los mayores del mundo y por los cuales todos deberían de preocuparse y buscarles solución. Hace algunos años, leía en algún sitio que un hombre estaba muy preocupado porque sus zapatos estaban en pésimas condiciones y buscaba la forma de obtener recursos para conseguir unos zapatos nuevos, de pronto, al ir en esa búsqueda, se topó con un joven amigo al que le habían cortado las dos piernas y que en vez de quejarse, andaba buscando mejorar su educación y poder salir adelante con la vida. Por esa razón, deje de preocuparme por las cosas materiales, porque entendí que era verdad que mientras unos se quejan por no tener buenos zapatos, otros, no tienen piernas y viven felices o, cuando menos, no se quejan…

También entendía que lo mejor era meditar sobre el problema y dividirlo en varias partes para que podamos avanzar en la solución de cada pequeña parte y no del todo, así se hace manejable y, si meditamos y oramos, logramos tener una gran paz interior y podemos darnos paz en las noches sombrías y encontrar sabiduría y paciencia para remediar los problemas o conflictos. Problemas, siempre los tendremos, por esa razón, cuando actuamos, siempre encontraremos problemas por resolver. Solamente no tienen problemas los muertos y los que no hacen nada, cuando menos, no saben de su existencia. Cuando uno está vital y quiere continuar en el proceso de la vida, tenemos que saber que los fracasos y los errores generan problemas y que es en esa búsqueda en el que crecemos y obtenemos experiencia. Si algo hacemos, por supuesto que tendremos problemas que resolver y errores y fracasos que enmendar. No hay más.

Uno tiene que aprender las lecciones. La realidad es que no hay fallas ni errores, solamente hay lecciones y es bueno estar alerta para reconocerlas. Y la verdad es que los humanos somos los que cometemos las mismas faltas varias ocasiones, porque es cuando tenemos que aprender. Por esa razón, es bueno que aprendamos y estemos atentos y no nos quejemos de lo que nos pasa en la vida, porque lo que nos sucede, bueno o malo, es para que tomemos experiencias y si no aprendemos de las lecciones sencillas por supuesto que las cosas se complicarán mucho más cuando pase el tiempo y se compliquen los problemas, así, cuando uno cambia, por razón de la experiencia y por la conciencia que tomamos, es cuando sabemos que hemos superado los errores, las fallas y los fracasos. No hay nada perfecto en el mundo, por ello, sabemos que al construirnos y al crecer vamos a cometer errores y a tener fracasos. Por esto hay que reconocer que no somos perfectos pero que buscamos la perfección, con humildad y con conciencia. Así que no hay que dejar pasar la lección de todos los días porque es cuando vamos aprendiendo con constancia y con claridad, si nos quejamos y vemos solamente los fracasos, errores y fallas, no vemos lo nuevo y lo actual, no entendemos que hay que crecer y no quejarse y aprender con la forma del hacer diario y con las lecciones diarias de la vida. Así es como podemos vivir en plenitud. Mejor hacer que quejarse.

Hace algunos años, también, tenía la visión de que el ego era lo mejor para crecer y de pronto me vine a dar cuenta de que ese ego era el que nos impedía relacionarnos con los demás en forma justa y sencilla. Dejar de creernos la “divina garza envuelta en huevo” es la mejor manera de dejar el ego y por tanto el egoísmo que impide las buenas relaciones con los demás, con nuestros seres queridos. No somos pues el centro del universo ni debemos pensar que somos lo más importante en la vida, hay las lecciones de todos los días que nos dicen que la belleza de la creación y la naturaleza y las buenas relaciones con los demás y con los que queremos es lo más importante y es lo que hace que las gentes dejen los egos y se aprenda a dar para poder recibir, valorar lo que tenemos y dar gracias por lo mucho que todos los días vemos, escuchamos, sentimos, aprendemos y amamos.

Algunos dicen y dicen bien que, cuando el “dinero se acumula, se convierte en detritus y se pudre”, hay en la vida logros por alcanzar y metas por conseguir, lo grave del asunto es que en esa competencia, todo lo reducimos al dinero y a lo material, a los bienes y a los acumulados, en vez de entender que el crecimiento es espiritual, emocional, físico y que esto no tiene precio y no se valora en pesos y centavos. Cuando centramos nuestro “crecimiento” en las metas y logros de dinero y propiedades, nos sabemos desprendernos de los bienes y del dinero y con esto nos limitamos y por esa razón, el que no sabe dar, no sabe el gran sabor y la alegría del recibir…desapego es lo que debemos buscar, todo es producto de los cambios y nada es permanente, por eso mismo debemos saber que lo más importante está en nosotros mismos y en la capacidad de amor y de alegría que podemos dar y brindarnos a nosotros y a los demás. Si solamente tenemos como misión acumular y ser inmensamente ricos y tener mucha fortuna, también, sabemos que esto les genera miedo y los vuelve avaros y envidiosos, así hemos visto a lo largo de nuestra vida a hombres muy ricos que solamente pueden vivir con los guaruras, con las camionetas blindadas, con los guardaespaldas, con las pistolas y con todo tipo de precauciones y de falsas emociones, porque no saben si los que se les acercan lo hacen desinteresadamente o en busca de su dinero o de su poder y esto, en verdad que no es vida. Así, hemos visto a muchos especuladores financieros, inmensamente ricos y poderosos, amos de políticos a los que sostienen o dan dinero para sus campañas políticas, que viven enclaustrados y llenos de miedo a perder su dinero o su vida, porque saben que hay muchos que les envidian y que les quieren robar y esa, no es vida, es una mediocre forma de vida y una miedosa forma de existir…finalmente, de nada les sirve tener muchos vestidos si solamente se pueden poner uno al día, de nada les sirve tener muchos relojes y joyas si solamente se pueden poner uno al día, muchos zapatos si no pueden calzar más que un par por día, y de nada les sirve tener mucha comida por el mucho dinero si solamente pueden comer tres veces al día o beber lo que cualquier mortal hace… el dinero no es malo, es bueno, sirve para alegrar la vida a los demás y no para acumularlo y decir, perversamente, que son parte de los “hombres más ricos del mundo” porque, finalmente, pueden serlo, pero con seguridad no son los hombres más honestos, más brillantes, más amorosos, más libres, más íntegros… y bueno, hay algunos que lo son, porque entienden la misión y la función del dinero y no lo acumulan porque sí, como avaros que, al final de sus días, solamente pueden tener detritus y soledad…si no tenemos la capacidad del desapego no podemos avanzar en nuestro crecimiento. Decía un amigo muy querido que: “no se le niega nada al que nada pide” y que, “mano poderosa, es mano generosa”, atenta, pródiga y solidaria… por todo esto, entendía que era mejor crecer siendo libre que dependiendo de la política y de los caprichos y tonterías de los políticos y de sus patrones, por ello, deje la política; por esto preferí ser libre y construirme por medio de la reflexión , de la meditación y de la oración… ojala me entiendan muchos de mis amigos que reclaman el por qué no hago política en vez de escribir… pero así soy, leal a mis principios y soy feliz.

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