viernes, 28 de mayo de 2010

Que nadie engañe al candidato, para no engañar al gobernante

En los tiempos electorales aparecen los asesores, los cuates, los amigos de los amigos, los compañeros de la escuela, los que trabajaron en sus primeros tiempos, los familiares, los amigos y recomendados de los amigos, los amigos de los familiares, los compromisos de los políticos, los recomendados, los buscachambas, los aprontones, los oportunistas, los visionarios, los iniciáticos, los ratas, los viciosos, los humildes, los talacheros, los de verdad, los amigos de siempre, los amigos de los hijos, en fin, la línea es extensa y no existen formas de operar lo que se dice, por ello, en las campañas políticas, también se hacen los negocios, se cobran los favores, se piden préstamos que jamás se pagarán, se solicitan abonos a cuenta de lo que viene, se juega con la confianza y la comunión, las complicidades o las sociedades y, sin duda, desde los partidos, los delegados, los agentes especiales, los comunicadores, los publicistas, los vende camisetas, los que imprimen todo tipo de propaganda, desde el lápiz hasta las toallas sanitarias, los pañales, las tazas de café, los broches, las tiritas, las camisas, las gorras, los sombreros, las viseras, en fin, toda la gama de lo que se nos ocurra, se ve el negocio y como siempre que los becerros bajan a tomar agua, así, también se hacen los lodos y los cochineros, al lado de los becerros bajan los marranos y construyen sus marraneras y todo se hace un “cuachal”… los celulares corren como si nada, las camionetas y las tortas, los refrescos, los salones especiales de eventos, los comederos, los restaurantes, las cantinas, los mensajeros, las gasolineras, las rentas de vehículos, los hoteles y hasta las prostitutas y taiboleras entran en este juego electoral, total, es el inicio de un sexenio o un trienio de negocios, de transas y ganancias y en todo, el centro, el líder, es el candidato que, confiado o no en los arreglos, en la operación de sus gentes, agobiado por los eventos y las citas, las reuniones, los apretones de mano, los pisotones, los apapachos, las peticiones, las entregas de solicitudes, apoyos, porras, discursos, entrevistas, son el eje donde gira todo este proceso electoral que, se consolidará, al triunfo de la causa…

Pero, en ocasiones, envuelto en los compromisos, agobiado por peticiones, saludos, ofertas, negocios, solicitudes, chismes, encomiendas, recomendados, asesores, chismosos, envidiosos, busca chambas, el oportunismo y arribismo político es, el único, que no se entera de que las cosas andan bien, regular o mal… los de al lado, los de confianza, no quieren que se entere de las cosas desagradables y terminan engañando al candidato y, si bien les va, ganan, pero en el caso de perder el se sume en la desesperación, en la agonía, se esconde de acreedores y chismosos, de los que le dieron informes, se apenan con sus cuates y son sus amigos y familia, en ocasiones, es normal, entran en depresiones y se tiran por las botellas o rompen con cuates y familia… el golpe es cabrón, sobre todo, porque la derrota solamente es responsabilidad de uno y, el triunfo tiene muchos padres y constructores….

Los verdaderos amigos no se atreven a decirle lo que sucede porque se sienten con la obligación de no agobiarle, pero al final, como siempre sucede en los triunfos o en las derrotas, el último en enterarse de la verdad es el “carnudo” y, esto, es clásico en México, así se hace la política y todos quieren sacarse del campo de las cornadas y de los chingadazos… es mejor pasar como hombre sereno y discreto a dar las malas noticias o colocar los temas donde se deben de poner de acuerdo y que deben contar con la determinación del hombre que se la juega y con el que dará todo o quitará todo, el jefe, el líder, el candidato o el triunfador…. A los derrotados se les deja solitarios, la derrota es un pozo profundo y oscuro donde todo se pierde y se utiliza como letrina .

En el triunfo, se forman las camarillas y las mafias de control que aíslan al político o al gobernante… y es normal. Hace unos días un querido amigo me platicaba de una película donde la madre tenía el control de la familia, el hombre, todo el día en la talacha, en buscar el pan del diario, no vio crecer ni desarrollarse a sus hijos y solamente entendió que todo estaba mal hasta que se topó con la realidad al morir la señora y al jubilarse él y visitar a cada uno de sus hijos y ver la tragedia y todo lo que le ocultaron, dizque, para no “preocuparle,” cuando ya nada se podía hacer. El mal estaba ahí, destruía todo, sin embargo, el gran engañado, el pendejo era él y, solo, triste, abandonado, no tuvo más remedio que salir a reflexionar para medio entender la tragedia que vivía, le dejaron, sin ser ni siquiera protagonista de una parte. Así se engaña a los candidatos, unas veces de mala fe y otras con toda la mala leche. Desde Catalina la grande se maquillaba todo hasta que la revolución y la tragedia se daban sin posibilidades de evitarlas. Todos los candidatos quieren hacer lo mejor, quieren ser buenos gobernantes, pero viven engañados y les ocultan muchas de las realidades y otras, ellos mismos, agobiados, no quieren enterarse de lo que sucede con la esperanza de que el equipo responderá y cambiarán las cosas… hasta que llega la tragedia, por eso, lo MEJOR ES QUE NADIE ENGAÑE AL CANDIDATO, PARA QUE NADIE ENGAÑE AL GOBERNANTE…

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