sábado, 4 de abril de 2009

¿Publicidad política o publicidad comercial?

Hace algunos años, un joven profesionista, exitoso, trabajador, hijo de una madre “sotera”, llegaba con enorme esfuerzo a ocupar un sólido lugar en la sociedad de su comunidad, por este motivo, un grupo de ciudadanos llegó a solicitarle que se postulara para presidente municipal ya que estaban seguros de que tenía sólidas raíces en la zona, era un hombre trabajador y honesto y, por ello, sabían que podría hacer un gran papel para ayudar a controlar los recursos de su municipio y utilizarlos con honestidad y eficiencia en obras que en verdad fueran necesarias para la comunidad.

Claro que siempre había sentido una gran angustia porque no sabía quién era su señor padre ya que su madre, de origen humilde, había tenido a este joven como un producto de su amor, decía ella y claro, de su error. Así, con este problema, se confiaba a un compadre mío y le contaba de su problema ya que decía que no sabía quién era su señor padre. Mi compadre, hombre de experiencia en la comunicación y en la vida, hombre que se había forjado al lado de su padre con esa practicidad con la que se funcionaba, anteriormente, con los hijos y con la trasmisión de las experiencias, le dijo: “ No te preocupes amigo mío. La verdad es que la comunidad sabe quién eres tú, conocen y reconocen tu honestidad, tu capacidad de trabajo, tu profundo afecto a la sociedad, el respeto que le tienes y que te tienen, pero no te preocupes por no saber quién es tu señor padre. Cuando entras a la política, de inmediato, salen a relucir tus virtudes y tus defectos y, por tanto, algún “piadoso” enemigo tuyo que pretenda golpearte, dará a conocer quién es tu señor padre. Así de pinches son los enemigos en la política”.

Efectivamente, este, aceptó la candidatura con la que arroyó en la votaciones, pero en pleno proceso electoral, aparecía un volante donde se explicaba que su padre había sido un hombre de “sociedad” en el municipio y que había embarazado a la jovencita que trabajaba en casa de sus padres y que éstos la habían corrido y que no permitieron que se responsabilizara y diera su apellido al hijo de esa chica. Así que, por ello, conocía a su padre y al preguntar a su madre sobre el tema, esta, le explicaba que efectivamente así era y con ello, viudo el señor, lograba que el amor reunificara a sus padres. Así que lo que se veía sería un golpe resultaba una bendición, decía, este joven que se había formado y forjado con enormes esfuerzos y, por supuesto, resultó un gran presidente municipal que al término de su mandato optó por dejar la política y no porque pudieran sacarle “otros trapitos al Sol”, sino porque llegaba a la conclusión de que la política debería ser para servir y no para servirse y por ello, entendía que no tendría cabida en la misma, porque no solamente debería tragar sapos sino aceptar tragar toda la mierda que se necesita para alcanzar los puestos en la política, tal como ahora vemos se requiere hacerlo.

Hoy, que se inician los procesos electorales en muchos estados donde se pugna por los cambios en los municipios, los congresos locales y federales y algunas gobernaturas, salen, en esa “guerra sucia,” enmierdada, muchos chismes que son verdad y, en su inmensa mayoría, son mentiras. Los publicistas políticos, ante la falta de argumentos y proyectos políticos, ante la falta de ideología clara, prefieren los escándalos y los chismes, los rumores, las difamaciones para golpear a los enemigos en la política y que sus “clientes” alcancen el poder, no importando que este se construya en las bases de mierda con la que hacen las campañas políticas.

La realidad es que los publicistas saben vender productos, aún los que no sirven para nada, mucha de su actividad está fincada en ocultar los defectos y mentir sobre la calidad y utilidad de sus productos, pero una cosa es vender productos malos, con buena publicidad, tal como han logrado introducir los productos “chatarras” en la alimentación o mal alimentación de los mexicanos, la venta de las coca colas y demás mierdas para que los mexicanos engordemos y gastemos en una pésima alimentación y otra, también, malísima, en que se nos vendan “políticos” que no tienen anda en la cabeza, como nos sucedió con Fox que, solamente, tenía como “virtud” el que había sido un fiel gato de los refresqueros que lograron por medio de la publicidad política “vendernos un producto por demás chafa, malo y caro”. Así, con la publicidad mierda, con la publicidad llena de mentiras, llena de difamaciones, llena de chismes y de trácalas, se nos ofrecen muchos políticos que tienen el dinero para pagar a los publicistas más caros del país y traer a otros que llegan del extranjero a vendernos a esos “políticos chatarra” que han deformado la actividad política, que se ha convertido, en un enorme negocio.

De por si los mexicanos ya no tenemos confianza en los políticos y en los funcionarios, lo único de lo que tenemos certeza es que los hombres que ingresan a la política solo buscan los negocios, el servirse del poder para sus transas y corruptelas, las complicidades que pueden lograr, pero no están para servir a la comunidad. Así, las cosas, muchos, sostienen que, por ejemplo, en la generación de la Reforma, los políticos del juarismo eran capaces de vender sus casas para sostener la causa y que ahora, los políticos, venden las causas, para comprar sus casas y aumentar los negocios.

Así es la tendencia que seguimos y por ello los ciudadanos ya no creen en la política y menos en los políticos, no tienen confianza en los funcionarios, electos o no, no quieren pagar impuestos porque saben que los funcionarios y los políticos se los embolsan o los malgastan en transas y negocios, no quieren ser solidarios con la comunidad porque no tenemos ejemplos que nos muestren a los dirigentes haciendo esa labor. Y ahora, cuando vemos la publicidad llena de mentiras, de difamaciones, de mierda, sin sentido, sin ideas, sin compromisos, encaminada al escándalo y al escarnio, con mayor razón perdemos confianza en la política, los políticos, los partidos y organizaciones políticas.

Claro que a los “mapaches” de las votaciones les conviene más que la gente no llegue a votar porque entonces ellos pueden rellenar las urnas y utilizar esos votos, dejados por el abstencionismo, para “robarse” las votaciones. Así que por esa misma razón, el llamado “voto verde” que se recopila en el campo, tiene valor para realizar esos fraudes electorales a pesar de todo el dinero que se gastan en el IFE y en la publicidad que se derrocha para tratar de convencernos de que tendremos unas votaciones limpias y honestas.

Si los políticos y los funcionarios no entienden que el convencimiento a los votantes es con honestidad, seriedad, ideas y compromisos e insisten en realizar la publicidad política llena de mierda, de mentiras, de difamaciones, de chismes, la ciudadanía, dejará de creer y de confiar en los procesos electorales como ha dejado de creer y de confiar en los políticos y así, se da paso a que un grupito del poder, con fuerza paramilitar y económica, se adueñe del poder y se establezca, en realidad, una dictadura, como es la que buscan algunos sectores en este país.

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