Hay verdaderas historias de solidaridad que han rendido
frutos brillantes y salvado a muchos, mi compadre Rafael Aragón kuri, me manda
esta historia, verídica, escrita anónimamente:
“Pasaba del medio
día, el olor de pan caliente invadía aquella calle, un Sol escaldante invitaba a
todos a un refresco. –Papá ¡Tengo Hambre!
El padre, Agenor,
sin tener un centavo en el bolsillo, caminando desde muy temprano buscando un
trabajo, mira con los ojos mareados al hijo y le pide más paciencia…” --pero
papá, ¡desde ayer no comemos nada, tengo mucha hambre, papá!”
Avergonzado,
triste y humillado en su corazón de padre, Agenor le pide al hijo esperar en la
vereda mientras entra en la panadería que estaba enfrente. Al entrar se dirige a
un hombre en el mostrador: - “Señor. Estoy con mi hijo de tan sólo 6 años en las
puertas, con mucha hambre, no tengo ninguna moneda, pues salí temprano para
buscar un empleo y nada encontré, le pido que en el nombre de Jesús me dé un pan
para que yo pueda matar el hambre de ese niño, en cambio puedo barrer el piso de
su establecimiento, lavar los platos y vasos, u otro servicio que usted
necesite”
A Amaro, el dueño
de la panadería le extraña que aquel hombre de semblante calmo y sufrido, pida
comida a cambio de trabajo y pide que llame al niño… Agenor toma a su hijo de la
mano y lo presenta a Amaro, que inmediatamente pide que los dos se sienten junto
al mostrador, donde le pide a su esposa les sirva dos platos de la comida del
famoso “Plato del día”: arroz, frijoles, carne molida y huevo. Para Ricardito
era un sueño, comer después de tantas horas en la calle…Para Agenor, un dolor
más, ya que comer aquella comida maravillosa le hacía recordar a su esposa y a
sus dos hijos que quedaron en casa solamente con un puñado de arroz. Gruesas
lágrimas bajaban de sus ojos ya en el primer bocado. La satisfacción de ver a su
hijo devorar aquel plato simple como si fuera un manjar de dioses, y el recuerdo
de su pequeña familia en casa, fue demasiado para su corazón tan cansado de más
de 2 años de desempleo, humillaciones y necesidades.
Amaro se aproxima
a Agenor y percibiendo su emoción, bromea para relajarlo: “ Oh, María! Tu comida
debe estar muy fea. Mira a mi amigo, ¡hasta está llorando de tristeza de ese
plato!”. Inmediatamente, Agenor, sonríe y dice que nunca ha comido comida tan
apetitosa, y que le agradecía por darle ese placer.
Amaro pide
entonces que tranquilice su corazón , que almuerce en paz y después conversarán
acerca de trabajo. Más confiadamente, Agenor seca las lágrimas y empieza a
almorzar. Después del almuerzo, Amaro invita a Agenor para conversar en el fondo
de la panadería. Agenor cuenta entonces que hace más de 2 años habría perdido el
empleo y desde entonces, sin especialidad profesional, sin estudios, estaba
viviendo de pequeñas “chambas”, pero que desde hace dos meses no recibía
nada.
Amaro resuelve
entonces contratar a Agenor para servicios generales y le prepara al hombre una
canasta con alimentos para por lo menos 15 días. Agenor, con
lágrimas en los ojos agradece la confianza e inicia al día siguiente en el
trabajo… Sentía esperanzas, sentía que su vida tomaría nuevo impulso. La vida le
estaba abriendo más que una puerta, era toda una esperanza de mejores días…Al
día siguiente, a las 5 de la mañana, Agenor estaba en la puerta de la panadería
ansioso de iniciar su nuevo trabajo. Amaro llegó luego y sonríe para aquel
hombre que ni él sabía por qué estaba ayudando… Tenían la misma edad, 32 año, e
historias diferentes, pero algo dentro de él lo llamaba para ayudarle y, no se
equivocó. Durante un año, Agenor fue el más dedicado trabajador, siempre honesto
y extremadamente celoso de su deber.
Cierto día, Amaro
llama a Agenor y le habla de la escuela que abrió lugares para la alfabetización
de adultos a una cuadra, y que él tenía interés que Agenor estudiara. Agenor
nunca se olvidó de su primer día de clases: la mano trémula en las primeras
letras y la emoción de la primera carta. Doce años han pasado desde el primer
día de clases. Vamos a encontrar al Licenciado Agenor Baptista de Medeiros,
abogado, abriendo su oficina… al medio día baja a beber un café en la panadería
de su amigo Amaro, que está impresionado al ver a su antiguo empleado tan
elegante en su primer traje.
Diez años se
pasan, y ahora el Lic, Agenor Baptista, ya con una clientela que mezcla los más
necesitados que no pueden pagar, y los más adinerados que pagan bien, decide
crear una institución que ofrece a los desvalidos, que andan por
las calles, personas desempleadas y con carencias de todo tipo, un plato de
comida diariamente a la hora del almuerzo. Más de 200 comidas se sirven en aquel
lugar administrado por u hijo, el ahora nutricionista Ricardo Baptista. Todo
cambió, todo pasó, pero la amistad de aquellos dos hombres, Amaro y Agenor,
impresionaba a todos los que conocían un poco la historia de cada
uno.
Cuentan que a los
82 años los dos fallecieron el mismo día, casi en la misma hora, murieron
plácidamente con una sonrisa del deber cumplido.
Ricardito mando
grabar delante de “LA CASA DEL CAMINO” que su padre fundó con tanto
cariño:
“¡Un día yo tuve
hambre, y me alimentaste. Un día yo estaba sin esperanzas y me diste un camino.
Un día me desperté solo, y me diste paz, y eso no tiene precio!
¡Que la paz habite
en tu corazón y alimente tu alma!
¡Y que te sobre
pan de la misericordia para extender a quien lo necesite!”
Y así como esta
historia hay muchas más, historias de amor y de solidaridad, de lucha, de valor,
son las historias que nos permiten la esperanza y entender la solidaridad. Por
ello, cuando nos desesperamos al no encontrar caminos y salidas, debemos releer
las historias que nos muestran que siempre hay una salida y que después de la
oscuridad llega la luz. No son falsas expectativas, hay que luchar para
alcanzarlas y entender que: LA GENEROSIDAD ESTA EN COMPARTIR.
Si todos nos
apoyamos para hacer muchas “Casas del Camino” podremos cambiar a muchos y
cambiarnos mucho. Por esa misma razón con mi familia estamos empeñados en la
Fundación Aurobics, en el apoyo a los familiares de los niños con cáncer del
Hospital civil Aurelio Valdivieso, de Oaxca, Oaxaca y les solicitamos su apoyo y
ayuda, para ayudar a los que necesitan de su ayuda y solidaridad…
socrates_campos8@yahoo.com.mx
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