miércoles, 17 de febrero de 2010

Para el día del ejército. ¿Quién paga los platos rotos?

Desde hace muchos años los políticos han mostrado que cambian de humor y de compromisos como cambian de pañuelos, la realidad es que pocos entienden las lealtades sin los compromisos y, sobre todo, con los respetos que se deben y merecen. Así, es lógico que muchos militares y policías se muestran resentidos, engañados, frustrados y abandonados porque sus jefes políticos los dejaron colgados de la brocha. Hace algunos años contaba a nivel de anécdota y de experiencia histórica un allegado cercano al General; Marcelino García Barragán que cuando el expresidente Lázaro Cárdenas les solicitó a Enríquez Guzmán y a él desarrollar la oposición para que se evitara el que Miguel Alemán impusiera a uno de sus incondicionales, ellos se la creyeron y se dedicaron a recorrer el país logrando grandes conciliaciones y negociaciones, convenciendo a los mexicanos de que Enríquez Guzmán era el hombre que se necesitaba, sin embargo, el general Lázaro Cárdenas logró las negociaciones de alto nivel y desmanteló la propia operación que él había solicitado de tal forma que no se logró convencer a Enríquez Guzmán al grado que, ellos, siguieron realizando la campaña y por ese motivo el gobierno desato la represión con aquella histórica matanza en La Alameda, donde según cuentan las crónicas se asesinó a mansalva a cientos de simpatizantes del enriquismo. Ante esa inconformidad y ante esa represión los mexicanos se dieron a la tarea de impulsar la revuelta y es así que ellos sufrieron represión y cárcel.

Por ello, posterior a la muerte de Don Marcelino se conocen parte de lo que se considera sus memorias, que ha sido publicadas por Grijalbo en un libro titulado: “PARTE DE GUERRA”, escriuto por Don Julio Scherer García, y Miguel Angel Grandos Chapa, en donde de su puño y letra cuenta el general la traición que sufriera con la represión de 1968 y declara la forma en que un jefe de Estado Mayor del presidente y un Secretario de Gobernación desataron la represión contra los estudiantes que culminaba con la matanza en Tlaltelolco, por ello, podemos entender que los presidentes están seriamente expuestos a las traiciones y a los desencantos y se pude pensar que, efectivamente, Gómez Mont, hubiera podido “negociar” con el priísmo sin el conocimiento de su jefe, pero eso es materialmente imposible, porque no hay forma de que se desconozca que un acuerdo de tal naturaleza no lo haya conocido o cuando menos, si no lo aprobó, dejó correr el proceso para ver que pasaba y ya vemos lo que ha sucedido… se quemaron los frijoles y apesta la cocina donde se cocinó el tema.

Después, durante la famosa etapa de la “guerra sucia”, no hay duda que se conformó a un grupo de militares y policías que generaron la famosa cacería y represión a los grupos de las guerrillas. Este grupo, posterior a la creación de los “halcones” y de la represión generada en el 68, no tengo la menor duda de que se creo y se fortaleció con el acuerdo, conocimiento y financiamiento de los altos mandos y, sobre todo, del mismo presidente en turno. Claro que se puede alegar, porque así se actúa en política de que, el presidente, jamás dio la orden o instrucción directa de que asesinaran, capturaran, reprimieran o torturaran a los detenidos o sus familias, pero los fines del grupo y los objetivos del mismo era el de liquidar a todos los posibles “guerrilleros”, sus grupos o a sus aliados y simpatizantes y esto, no solamente se desarrollaba en México, se hacía en todo el continente, porque era la sumisión de los gobiernos a los intereses y dictados de los norteamericanos que estaban enfrascados en la famosa “Guerra Fría” y en las acciones para fracturar cualquier intento de “revolución” o de los grupos que pudieran concentrar las aspiraciones populares de cambio. Esto mismo es lo que hoy sucede con el pretexto no ya de perseguir a los comunistas y a los maoístas o a los “locos” de los guerrilleros, sino con el pretexto de luchar contra el narcotráfico y el crimen organizado, cuando en verdad se pretende eliminar a los grupos sociales y políticos que pueden ser el inicio de movimientos más importantes que pongan en peligro la seguridad y la estabilidad política y económica de las grandes inversiones del extranjero y de los nacionales. Con el pretexto de luchar contra el narcotráfico, en Colombia, se liquida o se medio mata a los grupos de la guerrilla que se habían degenerado, con el apoyo de los grupos de inteligencia y de las policías nacionales y los acuerdos a los que habían llegado para el manejo y la comercialización de las drogas en Estados Unidos y en otras partes del mundo a cambio de dinero, financiamiento, protección y tráfico de armas a los grupos de las guerrillas o a los grupos paramilitares conformados por los gobiernos y los norteamericanos dizque para combatir a los guerrilleros y a los que también se dejó operar con el tráfico de drogas para el funcionamiento de sus grupos.

Así, cuando los famosos grupos de la BRIGADA BLANCA operaron en la liquidación y el combate de los grupos de la guerrilla que operaban en el país, se generó y se degeneró en lo que ahora se conoce como la “guerra Sucia” y, cuando la presión social y política reclamó las investigaciones y el destino de muchos “desaparecidos” o el por qué muchos fueron asesinados a mansalva, los políticos en vez de poner una aclaración en el tema, negaron que esto hubiera ocurrido con el apoyo y la aprobación de los altos mandos y, sobre todo, por acuerdos políticos, así que todo se derivó a que se buscara a los “culpables” y, dentro de ellos, está el mejor ejemplo en aquel proceso que se siguió en contra de los generales Acosta Chaparro y de Quirós Hermosillo, así que muchos mandos que han tenido que estar involucrados con la famosa “guerra contra el narcotráfico” muestran desconfianza en que, las instrucciones de los políticos sean las más acertadas y dudan en el sentido de que, dentro de unos años, la presión política y publicitaria de la sociedad reclame justicia sobre muchas injusticias que se han provocado en el proceso de esta “guerra,” sobre todo porque no debemos olvidar que, hasta la fecha, después de tres años, van más de 17 mil muertos y no todos están relacionados con asuntos del narcotráfico o de delincuencia y es lógico que, en ese esfuerzo y acelere, se han cometido no una sino muchos violaciones a los derechos humanos y constitucionales de cientos de familias y de cientos de mexicanos inocentes y que un día, también, se reclamará que les hagan justicia y como siempre, los políticos echarán la culpa de esos desmanes a los operadores, policías o militares y es, por esa razón, que no pocos mandos y tropas están nerviosos al ver la experiencia y al observar cómo los políticos civiles niegan sus órdenes, instrucciones y responsabilidades, para decir que no son ellos los culpables de esas violaciones o masacres, sino los que operaban que no entendieron o se violentaron en sus instrucciones y las desobedecieron…. Por esa razón, están muy cuidadosos de lo que sucede, pero sobre todo, no saben a qué atenerse, porque no existe una “protección jurídica” en esta lucha que les de certeza, como tampoco la sociedad sabe que goza de las garantías sociales, humanas y constitucionales ya que no se les han respetado y continúan demandando JUSTICIA y seguridad…. Pero no hay ni una ni la otra, por eso, no hay confianza ni credibilidad…..

En fin el día 19 de Febrero es el día del Ejército y ahí se darán definiciones y se escuchará del mando supremo lo que en verdad se espera del Ejército y lo que espera la institución de los políticos para dar seguridad a su labor y desarrollarla de acuerdo a lo que marca la ley y la Constitución y no es que no tengan confianza en los políticos, es que los políticos no la generan, como vemos en este escándalo de las “alianzas por las transas”… don al parecer todo indica que Gómez Mont, será el chivo expiatorio y es que cuando hay escándalos alguien tiene que pagar el pato y ya está el que debe de pagar… El Ejército, garantiza la seguridad nacional, no se debe utilizar para la represión social, para esto, se creo a la policía política… y ahí está.

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