jueves, 7 de mayo de 2009

No coopelas ni cuello

No hay la menor duda de que los mexicanos somos expertos en lanzar cohetes y no sabemos recoger las varas. Hacemos verdaderos “panchos” de cosas que sirven para el espectáculo político, sobre todo, cuando se implican a los cuerpos de policía y de seguridad para aparentar que lo detenido o secuestrado es de tal importancia que los policías son o se convierten en los “salvadores de la patria y la dignidad nacional”, cuando se acercan eventos donde los policías norteamericanos tienen que dar una respuesta sobre el buen o mal comportamiento de los policías mexicanos o bien, cuando los servicios exteriores tienen que confrontar opiniones políticas de los vecinos, con el fin de arreglar o solucionar las cosas que todos sabemos andan mal, sobre todo, cuando los policías y sus instituciones tienen ligas de complicidad, muestras de ineficiencias o signos claros de corruptelas, que impiden enfocar una adecuada lucha, donde el presidente de la república se ha declarado como el “guerrero en contra del crimen organizado” y donde ha comprometido inmensos recursos públicos y grandes presupuestos para que, en esos lugares, se implementen los cuerpos de represión, no los que eficientemente brindan o deben brindar, la seguridad a los ciudadanos mexicanos.

Mucho se habla de la formación de las policías científicas donde la base está comprometida en la contratación de muchos profesionistas en diversas carreras que ocurren a solicitar trabajo a la policía, como última opción, ya que en su ramo profesional no han logrado colocación adecuada o bien, no han podido encontrar forma de contratarse dentro de la profesión y especialidad que tienen. Así que llegan a la policía con una absoluta carencia de vocación y ganas de servir; solamente llegan para tener un trabajo remunerado y la esperanza de que con las transas y los cochupos, con las extorsiones y los acuerdos con los delincuentes, lograrán tener mayores ingresos y, finalmente, estar en el ciclo de la formación de policías que, sin vocación, llegan a cumplir tareas que ni entienden ni quieren. Los policías no solamente se capacitan, tienen que estar ligados a una vocación especial y para ello, no pueden llegar los frustrados y desocupados de las profesiones a ingresar para ser “policías,” porque cuando les truenan los cohetes, solamente salen corriendo y se esconden en los faldones de la propia delincuencia para sobrevivir.

Hace algunos años, en los tiempos de López Portillo, estando el famoso Arturo, “el Negro”, Durazo, de jefe de la policía capitalina, con enorme poder, se tenía contratado a un publirrelacionista y reportero de Televisa que hacía algunas “entrevistas arregladas” con diferentes gentes de todos lo niveles sociales, tratando de presentar un rostro “humano” de los jefes de policía , por esa razón, se entrevistó a un niño de doce años que salía de la escuela primaria y el reportero se acercó al niño y le preguntó sobre lo que quería ser cuando fuera grande. El niño le contestó que quería ser policía, como el “negro Durazo” y ante esa respuesta, el reportero le dijo que con seguridad era un buen estudiante y que con gran conciencia y civilismo quería ser policía para defender a los ciudadanos y terminar con el hampa y los crímenes en la ciudad. El niño que no sabía bien a bien que sucedía y que estaban trasmitiendo el programa en vivo, solamente atinó a contestar: “NO, a mi no me gusta la escuela y quiero ser policía porque, sin estudiar, se puede ganar mucho dinero y vivir tan bien como vive el Negro Durazo. Así que ya no quiero estudiar, quiero ser rico y ser policía, para que nadie se meta conmigo”.

Esa era y es la visión y la concepción que tenemos los mexicanos de los policías, por esa razón, todo lo que se diga sobre los cambios no tienen mayor credibilidad ni gozan de la confianza de la sociedad. No se trata de presentar las acciones de los policías como lo hacen en los Estados Unidos por medio de programas patrocinados por los cuerpos de seguridad y que se pasan en la televisión o se llevan al cine. De nada sirve presentar una cara eficiente, honesta, leal, derecha de la policía en los medios de comunicación si en la calle, en la realidad cotidiana, las cosas son distintas y somos víctimas de los abusos, de las transas, de la prepotencia, de la ineficiencia, de las complicidades y de las corruptelas de los policías en las calles y en las casas. Todos sabemos que a los funcionarios y políticos les encanta salir en los medios de comunicación y que hacen maroma y media para captar la atención de los mismos y poderse promocionar y publicitar como si fueran comediantes y artistas. Pero la realidad es que, con medios o sin medios, lo que cuenta en la realidad es el resultado de su labor y la seguridad que pueden brindar, con honestidad y con principios de respeto absoluto a los derechos y garantías de los ciudadanos, de otra forma, aún teniendo resultados, cuando se imprimen medidas represivas, se utiliza el poder para imponer no para dar seguridad, cuando se usa la prepotencia, se genera el miedo y el temor a los policías en vez del respeto y la atención de los ciudadanos, las cosas terminan mal, porque están mal, esa es la verdad.

Mucho ha sido el escándalo que se hizo con el cuento chino de Zhenli Ye Gon, al que le fueron hallados y decomisados 205 millones de dólares y que, en un principio, el mismo presidente, Felipe Calderón, había declarado, con enorme alegría, desde Tijuana, que eran más de 250 millones de dólares en efectivo, en una residencia, que había pertenecido a un importante político nacional y, jamás se dieron a conocer los resultados de otras residencias en las cuales se guardaban otras cantidades en efectivo y menos se aclaró la forma en que adquirió la ciudadanía mexicana en tiempo record, gracias a los apoyos y compromisos que tenía con muchos funcionarios, así como también, nadie ha dicho la forma en que logró importar grandes cantidades de efedrinas para producir drogas con todos los papeles y permisos desde la Secretaría de Salud, Comercio y con todo el apoyo de Aduanas y otras autoridades, al punto tal que, venía construyendo una enorme empresa frente al aeropuerto de Toluca, donde tuvo la facilidad de poder construir, gracias, también, a la eficiencia y apoyo de los políticos del Estado de México que jamás preguntaron de dónde venían todos los recursos de este, inmensamente rico, chino-mexicano.

Así, con un impacto mediático y publicitario, se inicia este caso que no tiene ni pies ni cabeza y que es clara la protección que sigue contando Zheli Ye Gon ante muchos funcionarios, de tal forma que, además, ha logrado importantes triunfos en contra de la justicia mexicana ya que no le han podido extraditar de los Estados Unidos y, su espos,a que también había sido consignada con otros once implicados, ha logrado ganar el amparo en el Segundo Tribunal Unitario Penal, con sede en Toluca, así Tomoiyi Marx Yu y de los once implicados en este asunto, cuatro, han salido favorables en los fallos.

Así que todos esperan las declaraciones y las confesiones de Zhenli Ye Gon, donde con seguridad tendrá que dar explicaciones de muchas de sus poderosas relaciones con policías, políticos y funcionarios del país que le han facilitado las acciones ilegales y las defensas legales, con las cuales, se está defendiendo desde los Estados Unidos. Sin duda alguna no podrá salir libre y exculpado de las acusaciones que se le siguen en los Estados Unidos, pero no existen motivos para pensar que los funcionarios, políticos y policías mexicanos, tienen muchas ganas de que este chino.mexicano llegue al país, porque se tendrían que dar muchas explicaciones, sobre las operaciones, pero sobre todo, por la impunidad con la que laboró por varios años y, prueba de ello, es que esos 205 millones de dólares eran solamente una parte de los miles de millones que seguramente envió de México a varios países y de muchos millones, con lo que compró la protección, las facilidades y la impunidad con la que operó en nuestro país… todo con calma, finalmente ni “coopelas ni cuello”…

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