martes, 17 de marzo de 2009

Los hombres del poder y sus palabras

En verdad, los hombres, tenemos muchas creencias, no hay duda de que muchas se esconden en los faldones de la fe o en las esperanzas y en el desequilibrio o en los miedos de no ser lo que suponemos ser. Así que, cuando creemos que somos los hombres, los que debemos dominar el mundo y hacer la imposición de la verdad o ejercer el poder y, las creencias, no se ajustan a la realidad, pues nos desconcertamos y actuamos con miedo y, en el miedo, se genera y se produce la violencia y el terror. Por experiencia creo, porque lo he experimentado, que todo conocimiento es producto de lo que experimentamos y no de lo que creemos, así, las palabras, son parte de ese conocimiento y por ello, los hombres que se sienten “eruditos o sabios” creen en las palabras y, con las palabras, ni se experimenta ni se conocen las realidades de las cosas o de los actos. Por ello, los políticos y los demagogos, están tan enamorados de sus palabras y, por esa misma razón, no son congruentes con sus actos, porque solamente tienen creencias pero no experimentan ni viven la realidad que es lo que brinda el verdadero conocimiento que nos permite sortear los asuntos de la vida. La palabrería pues es muestra de grandes conocimientos, pero no de verdadero conocimiento y es así que el pueblo, que tiene la sensibilidad de la experiencia diaria dice que, la palabrería, hace la demagogia y que los políticos caen en esa demagogia porque creen, tal vez, en el valor de sus palabras pero no serán congruentes con el significado porque no lo viven ni lo experimentan. “SE SIGUE MATANDO EL PRESENTE, CON LA ESPERANZA DE QUE ALGÚN DÍA, TENGAMOS UN BUEN FUTURO”.

ES POR ESA RAZÓN QUE PARA LOS POLÍTICOS VENDER LA ESPERANZA Y HACER DE SUS PALABRAS LAS CREENCIAS, ES TAN IMPORTANTE Y VITAL, pero no solucionan nada, porque son incapaces de ver la realidad, de vivirla, de experimentarla. Caen en las promesas y, como las palabras no son la realidad, sino son signos distintivos de la misma, rutas, orientaciones, pues se olvidan y por ello, los políticos y los demagogos, todo el día están hablando y haciendo discursos, pero no escuchan a los demás, porque su creencia es que, desde la cima del poder, pueden imponer y cambiar esa realidad, cuando no tienen ni intenciones de hacerlo porque se envuelven en esa palabrería y venden esperanzas que no cumplen con el ahora y, como solamente creen, siempre, están cambiando de creencias.

Cada día lo identifican con un homenaje, el día domingo, se dedicó a las mujeres y, con ello, se dio rienda suelta a las declaraciones, a los discursos, pero nadie cambia la realidad de las mujeres muertas y asesinadas en Ciudad Juárez, porque a nadie le interesa resolver los casos de esos asesinatos que han sido utilizados: como un escudo por los políticos, las declaraciones y los discursos de un grupo de políticos o de un grupo de oportunistas que viven de este asunto y, si se resolviera, pues se terminaría el negocio o, como ha sido usado para distraer la atención sobre la realidad violenta y la explotación que se genera en miles de obreros de las maquiladoras, en la miseria que se contrasta con la opulencia de El Paso, gracias a los gastos que hacemos los mexicanos en esa región fronteriza, por el esfuerzo de trabajo mal pagado que hacen miles de gentes que generan las riquezas y la opulencia de la zona norteamericana, nadie quiere que se vea esa realidad o bien, que se explore y se denuncie la realidad sobre miles de desapariciones, asesinatos y venganzas que se han producido en esa región que superan en mucho al número de las muertas de Ciudad Juárez y que, algunos estudiosos, suponen, que pueden superar los 25 mil hombres asesinados y desaparecidos en el mismo lapso en que se habla de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Esto, demuestra la impunidad, pero también la ineficiencia, la complicidad y corruptelas de los políticos, los policías, los comerciantes, los banqueros, los funcionarios, de este lado y del otro lado y eso es, precisamente, lo que no quieren que veamos y por ello, ocultan esa realidad, con las palabrerías y la demagogia.

Ahora, vivimos en ese escudo que ocupan los políticos, funcionarios y policías para ocultar su ineficiencia, complicidades y corruptelas, porque en todo el esquema y el problema de la inseguridad, ellos, aseguran que, esa inseguridad, se ha incrementado por los delincuentes, cuando en la realidad aumenta por su negligencia, por su ineficiencia, por las complicidades y por las corruptelas, porque los políticos no han sabido cumplir con sus obligaciones y, los hombres del poder, están tan ocupados en sostenerse en el mismo y en enriquecerse por el mismo, que no ejercen el poder en sus subordinados y “colaboradores” para que cumplan con sus obligaciones y es así que, el “poder corruptor” que genera la impunidad, alienta la complicidad, aumenta la ineficiencia y provoca la inseguridad, se propicia, desde el poder, por esa razón, LA CORRUPCIÓN DE LOS PODEROSOS ES LA PEOR DE LAS CORRUPCIONES.
Lo que debemos exigir los ciudadanos es que, los políticos, los policías y los funcionarios, cumplan con su deber y no se desgasten en palabrerías y discursos, que se comprometan a ser honestos y eviten la corrupción, la complicidad, la ineficiencia y la impunidad. Si en verdad hicieran lo que deben en vez de desgastarse en discursos, declaraciones, en juntitis, o perderse en la prostitución moral o la física como vemos, ocurre, en muchos casos en los hombres del poder, en vez de perderse en las juergas y en las comilonas de las “relaciones públicas y púvicas”, se dedicaran a usar el tiempo en resolver, escuchar, experimentar, vivir el poder y cambiar lo que se debe cambiar y solucionar lo que deben solucionar, las cosas serían diferentes y se generarían las condiciones para garantizar la seguridad, con ella, la defensa y garantía de las vidas, libertad, paz social, riqueza personal, familiar y social de los ciudadanos. Ojala que los políticos, en vez de creer que la motivación es el poder, experimenten y ejerzan el poder, para el beneficio de todos, no para su propio beneficio y, sin duda, estaremos avanzando en el ahora, no en la demagogia de las promesas del futuro. Bueno no es cuestión de reflexionar, sino de experimentar y convertirlo en realidad.

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