viernes, 20 de noviembre de 2009

El trabajo es sagrado

En los tiempos de crisis, en los de desesperanza, desesperación, locura, desempleo, tratemos, nos dicen los que saben por ser sabios que, deberíamos invitar a los amigos y a las gentes trabajadoras y honradas para que antes de la comida recemos por todos aquellos que procuran mantener la dignidad de lo que hacen, por los desempleados, sin perspectiva alguna para el futuro. Es como dar una prueba de la solidaridad humana y por ello deberíamos pensar en todo esto porque como van las cosas, como vemos que el cinismo y la intolerancia ganan los espacios y los políticos utilizan el cinismo y deshonran su palabra, no cumplen con lo que han prometido, no son solidarios, desprestigian el poder y generan desesperanza, utilizan la represión para someter y no para convencer, lo mejor es refugiarnos en la oración y sobre todo en la solidaridad y en el buen trabajo, para no caer en la tentación de utilizar la violencia para someter a los que ahora someten y matan y destruyen a los ciudadanos en este bello país… y recordemos lo que escribe Paulo Coelho: “Me gusta imaginar que la mesa en la que Cristo consagró el pan y el vino habría sido hecha por José… porque allí estaba la mano de un carpintero anónimo, que se ganaba la vida con el sudor de su frente y, precisamente por eso, permitía que se manifestaran los milagros.”.

Es terrible lo que vemos todos los días, resulta que platico de vez en cuando con los jóvenes profesionistas y uno de ellos que solicitaba el trabajo, cualquier trabajo, porque tenía varios meses de egresado y no conseguía ninguno, me comentaba: “Mi padre y mi madre, mis hermanos mayores se jodieron todo el tiempo que duró mi educación para poder pagarme los estudios. Ellos se desgastaban diariamente en el duro trabajo de las fincas, trazaban los surcos y los llenaban de sudor y lágrimas, de esperanzas en cada semilla con la esperanza de que su hijo fuera un hombre letrado y con título… su gran orgullo, su realización. Efectivamente, he terminado con honores los estudios, pagaron más para que no dejara la escuela hasta presentar mi examen profesional, se endeudaron para traer con dignidad vestidos y asistir a la ceremonia. Mis padres y hermanos sudaban de terror ante el espectáculo de los sinodales y aplaudían a rabiar cuando recibí la mención honorífica… pero, no somos gentes de relaciones ni de sociedad y, por ello,, estoy en la desocupación, avergonzado, dueño de un título y sin empleo, orgulloso de terminar con honor y cumplir con mi palabra y compromiso y acabar bien con excelentes calificaciones, pero… DESOCUPADO, DESEMPLEADO, FRUSTRADO, AVERGONZADO, DESALENTADO, DESORIENTADO… seguramente, tengo un título y eso no significará que podré trabajar en lo que estudié, muy por el contrario, tendré que trabajar en la carpintería, ayudar a mis padres y hermanos en la cosecha, trazar surcos y sembrar semillas, esperando que cada una se convierta en maíz o en sorgo y que, mis lágrimas las germinen bien, con honor y con dignidad, dando lo que corresponde a los que ganan el pan con el sudor de su frente…”

Otro de los “profesionistas” me decía: “Después de terminar y obtener el título, conseguir dinero y opciones para continuar con la maestría y el doctorado, sudando la gota gorda cada mes y cada día, no tuve el tiempo para casarme, perdía a la novia que era mi amor y, por falta de tiempo y de dinero, no pude garantizar un buen tiempo para la boda y ella, desesperada, optó por dejarme en la soledad que hoy me pesa terriblemente y me llena de dolor y de lágrimas. Mis padres, también, esperaron todo el tiempo, pensaron que no podían distraerme para que su orgullo pudiera terminar con su doctorado, no hablaron de que tenían necesidades y necesitaban dinero para sus curaciones y, por eso, terminaron muriendo y en la desgracia y yo, frustrado, pensando que al terminar el doctorado lograría un buen empleo y tener recursos suficientes para solucionar muchas cosas y poder dar un poco de lo mucho que recibía… pero, solamente al tiempo, como dice que dijo su hija: “El ser doctor no quita lo pendejo”… efectivamente, obtuve el “doctorado”, me felicitaron, pero sin relaciones y sin oportunidades, me quedo en la frustración y la desesperanza. Por ello, ahora, me explico la razón por la que dejamos de desarrollar las carreras técnicas, todos queríamos obtener un título, pensábamos que con el título podríamos abrir las puertas de las oportunidades y del éxito, pero el tiempo y la competencia nos elimina a cada momento y llenamos los campos de frustración… ¿no sería mejor ser un buen plomero, carpintero, electricista?. ¿No llenaría mejor mis tiempos de empleo y tuviera trabajo constante que me diera la oportunidad de ganar el pan con el sudor de mi frente, con honestidad, con dignidad y orgullo?... pero, el hubiera, no existe en la realidad, sino lo que se genera, lo que se provoca, lo que se da diariamente, es la realidad no lo que queremos que hubiera sido… lo que cuenta.”.


En la realidad todos queremos hacer lo que debemos y queremos hacer. No dejar para mañana lo que pueda vivir hoy, debemos tener las alegrías, vivir el perdón, saber cuando hemos herido a los demás para poder contemplar el momento como si fuera el último para vivir, por ello, necesitamos el trabajo, no lo dejemos para después, no son promesas de empleo, debemos, todos, trabajar para dar visión a esa obligación de ganar el pan con el sudor de nuestra frente, con la dignidad que nos debemos, con el orgullo de ser, con la alegría de construir, de colaborar, de solidarizarse, de ser para crecer. Cuando hacemos el trabajo con amor, con dedicación, con ternura, sabiendo que lo que hacemos sirve y nos gratifica, estamos cumpliendo con nuestro destino para recibir a la muerte que, querámoslo o no, está esperándonos…

La falta de empleo genera que el proyecto original de nuestras vidas se desfigure y se frustre, se pierda, se desencante y muera… el trabajo es sagrado, es lo que deben entender los gobernantes, los funcionarios, los empresarios, los financieros, los filósofos, los economistas, los mecánicos, los artistas, los poetas, no es una cuestión de dinero, de pesos y centavos, es una cuestión de construcción, de creación, de realización, de alegría, de amor, de crecimiento, de vida. El trabajo, no es cosa de estadísticas, cuando el desempleo y los desempleados se convierten en estadística estamos mal, nos deshumanizamos, no sabemos valorar a las personas y las convertimos en números fríos y sin sentido… no podemos decir que los miserables o los pobres son un número, son pobres y miserables porque no tienen trabajo y porque no generan y dan lo que pueden dar, a su nivel; son pobres porque son desocupados y esto lo debemos decir con esa claridad, porque hacer de los desempleados, pobres, en general, es pretender ocultar que son pobres porque no tienen trabajo, porque son desempleados y la culpa de ello la tenemos todos pero, principalmente, el gobierno que no sabe encauzar los esfuerzos de todos para beneficiar a los demás… lo utilizan en saquear, en enriquecerse, en robar, en mentir, en ocultar su ineficiencia, complicidades y corruptelas, en su poca moralidad y en la carencia de valores que sustituyen con el cinismo, la represión y la violencia…

Si no entendemos el valor del trabajo y lo negamos, lo reducimos, lo esquilmamos, lo robamos, estamos pecando contra Dios y contra nosotros, nos condenamos y destruimos, esa es la terrible realidad y lo que no queremos ver con claridad. Nadie tiene derecho a desfigurar el proyecto original de nuestras vidas, porque nadie debe negarnos la libertad de crear y de crecer y, para lograrlo, debemos tener trabajo para realizarnos, no el trabajo para explotar a los demás y enriquecernos, sino el trabajo fecundo y creador, como lo es en su origen, en su manifestación original. El trabajo contribuye a formar nuestra vida y nuestro carácter. Carácter, forma destino…el trabajo, brinda seguridad y serenidad para alcanzar el equilibrio y la bondad, crecer y ser en realidad… es el milagro que nos llena de paz el corazón… lo demás, es demagogia y cinismo, brutalidad… esperamos que lo lea Felipe Calderón, porque a lo mejor reflexiona un poco… ojalá.

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