jueves, 11 de junio de 2009

Burradas de campaña


Hace unos días, en una de las “casas de campaña” de alguno de los candidatos al gobierno de Nuevo León, escuchaba a uno de los genios de la comunicación y de la publicidad política decir que era conveniente que en las visitas domiciliarias en las colonias populares se repartieran algunos trastos y sobre todo, satenes, de inmediato, los encargados de las compras de esos productos que tienen siempre algún arreglo para recibir las comisiones que les hacen llegar los “empresarios” en tales tiempos, como si fuera una época de entrenamiento para cuando lleguen al poder, decía que él sabía dónde podrían encontrarse, cuando menos, dos mil sartenes que se podían repartir en esas visitas domiciliarias del candidato, del hombre del futuro, del señor que todo lo puede y todo lo tiene y que sería un buen regalo que ayudaría a tener un mejor ambiente para la recepción de su “gallo”. No faltan, como en todos los sitios, los hombres sensatos y los hombres que conociendo la realidad y diciendo la verdad, sacan de lugar a todos esos publicistas que especulaban con tan buen regalo como podría ser un satén para las amas de casa., diciendo que no se podía reglar sartenes, ni ollas, ni platos, ni nada de eso, porque en todas las casas de las colonias populares lo que tenían era hambre, no había que poder dentro de las ollas, los platos y los sartenes, así que, el negocio que veían los publicistas y los expertos en la imagen de los candidatos, se derrumbaba ante esa realidad.

Y así, con esa realidad, también se pusieron a hablar sobre otros temas, sobre todo, diciendo que la política del actual presidente de la república, Felipe Calderón, demostraba la fuerza y la voluntad de un hombre para dar combate al crimen organizado, para enfrentar los males del momento, para atacar a los demagogos y que por esa razón, el dirigente del PAN, asesorado por Vicente Fox, hombre de pelea, experto en la publicidad política, el que lograra el “cambio” sin reconocer que dicho cambio ha sido en la reversa, declaraban que en la crisis económica mundial, a México, no le ha dado ni siquiera gripa, a pesar de que todos hablan de la influenza y su problemática, donde aseguran que por la Influenza, no por las influencias, se van generando los graves problemas económicos en el país y que digan lo que digan, no hay forma de demostrar que el presidente no a tocado el tema del empleo, porque ha aumentado en miles la contratación de policías “científicos” y, sobre todo, comprado muchas armas, equipos y esto es con el fin de ganar la “guerra” contra los delincuentes, ya que quieran o no reconocerlo, la cifra de muertos casi alcanza ya a los doce mil y esto muestra que por tiros no fallamos ni por entierros tampoco, que existen miles de muertos y miles en las cárceles es un hecho, pero nadie quiere señalar que en los famosos “botines de guerra,” los cuerpos de policías arrasan con todos los valores de las casas que son “cateadas”, sin orden judicial, solamente porque ahora se puede alegar que se “recibió una llamada anónima” y, si no encuentran delincuentes o artículos que demuestren los delitos, los colocan los policías en todos los cuartos y hacen de la noche a la mañana, de familias inocentes, familias de malhechores y delincuentes…

Al llegar los candidato de los partidos de la oposición a los barrios jodidos, a los marginados, donde no existen servicios, drenaje, seguridad en la propiedad, vigilancia, escuelas, empleos, luz colectiva, agua entubada, donde viven los jodidos, los del “infeliciaje”, los mugrosos de la raza, los desocupados, donde se refugian los indocumentados o los pobres de los pobres, donde se controlan los vicios por medio de pandillas, donde la prostitución se nota en las casas de miles de madres solteras o la desesperación se refleja en la drogadicción, en la desesperanza, en la violencia callejera, en los robos, se van dando cuenta que existe el otro México, el que nadie quiere ver, el que nadie reconoce, el que está lleno de malos olores, el que se pudre en moscas, en drogas, en violencia, en robos, donde las familias son sustituidas por las pandillas y donde el rencor y el resentimiento se sacan por medio de violentos enfrentamientos de pobres contra pobres, de jodidos contra jodidos, pintando los muros, en cada esquina, fumando mota o pegándole al peligro, aspirando coca, inyectándose tecata o heroína, fumando haschis, tomando pastas, escuchando música a todo volumen para no escuchar el ruido del hambre, de la miseria, de la desesperación, del desempleo, de la marginación, de los malos olores, de la falta de valores, de la carencia de amor y de autoestima ante la falta de trabajo. Los hijos de los indocumentados, de los sin patria ni hogar, son los nuevos miembros, violentos miembros de las pandillas de las colonias populares. Así se generó el fenómeno de las pandillas de la Mara Salvatrucha, primero, fueron los miembros que salían de El Salvador a los barros bajos y marginados de Estados Unidos, se tuvieron que agrupar para defenderse de los negros o los mexicanos, de los yanquis, de los blancos, de los racistas, después, ellos fueron los que protegían a los migrantes y generaron las rutas que posteriormente se utilizaron para el contrabando, el tráfico de armas, mercancías, artículos robados, drogas, gentes y con este fenómeno fueron aumentando sus filas al recibir a miles de niños y niñas que habían quedado huérfanos por la guerra civil de la zona de Centro América y, esos huérfanos de la guerra, se convertían en niños de la calle, sin hogar, sin afecto, perseguidos, marginados, explotados, violados, golpeados por la vida y por los abusones, por la policía y esos nuevos miembros, con todo el resentimiento, adoptaron como familia a las pandillas de los Maras y, en este orden, se dieron sus propias reglas y para ser un Mara debían de violar, matar, golpear, robar, drogarse, en fin, demostrar que podían ser sobrevivientes de la calle y de su horror y terror.

El gran ejército de jodidos, de Maras, agrupan, según algunas voces autorizadas, 15 mil miembros en El Salvador y se dice que entre 60 mil a 120 mil en toda la zona de Centroamérica y si bien antes peleaban con los puños, con las pinturas para los grafittis, con piedras, con palos, ahora lo hacen con machetes, con pistolas hechizas, con armas largas y con todo el poder que se puede generar con las AK47 y otras más potentes, que definen la fuerza y a los que mandan, porque así como protegen a sus miembros, también demuestran su poder de fuego, de violencia, de terror, de ataque, para poner límites a los demás, sean de otras pandillas o sean miembros de las policías que en vez de asegurar programas de atención y de educación, solamente realizan las acciones represivas que pronto generan mayor violencia en las zonas de control. Las cáceles también están llenas de miembros de las pandillas o de los grupos y por esa razón, aunado a los pésimos programas de rehabilitación y la corrupción que impera en el manejo de los penales, los grupos se hacen cada día más fuertes y peligrosos, porque los funcionarios, los policías, los políticos no entienden que reprimiendo no se soluciona el hambre, la desocupación, la marginación, el resentimiento, la incultura y la insalubridad que priva en esas colonias populares, donde los políticos se aventuran a ir solamente en tiempos de campaña, para salir horrorizados de esa realidad, como es la que invade a todo el país y a muchos otros países.

Los asaltos, las violaciones, los asesinatos no son de los adultos, como eran anteriormente, cada día, los jovencitos entre 13 y 17 años, son los miembros más violentos de esos grupos y por esa razón la inseguridad aumenta, los políticos y los policías solamente conocen, porque así les conviene, la fuerza bruta, la represión, ese es su trabajo y por medio de ese terror y horror que generan, pueden comprar voluntades, pueden sacar provecho para ellos, pueden cobrar por su protección e impunidad y la delincuencia crece, no porque sea un fenómeno incontrolable, sino porque goza de la complicidad de los políticos y los policías que viven de generar mayor miedo a la sociedad para que ellos estén vigentes y puedan cobrar más, tener mayor impunidad, más armas, más equipo y, sobre todo, poder gozar de mayores presupuestos que se pueden embolsar y enriquecerse… pero eso sí, tratan de repartir sartenes cuando no hay que comer… así son los políticos en campaña. No solucionan, pero enredan… y algunos, ganan.

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