lunes, 4 de enero de 2016

Una buena reflexión

QUE NO SE NOS OLVIDE: SIEMPRE, PERO SIEMPRE, HAY UN MONO VIEJO QUE APRENDERÁ UNA MAROMA NUEVA.
         DESDE HACE MUCHO TIEMPO uno de mis escritores y columnistas favoritos es José Elías Romero Apis, es un gran, enorme ser bueno y gran intelectual. No es de esos pomposos que andan destilando ideas para el consumo nacional, no, es el hombre sencillo formado y forjado en la UNAM, institución a la que ama, con esa sencillez que da el verdadero valor a la inteligencia. Cada vez que escribe para Excelsior lo leo con gusto, sabiendo que aprenderé algo nuevo, algo que llegue y sale del alma, del valor y de la valentía de ser un buen ser humano. El día 25 de diciembre, escribe un artículo que titula: EN ESTA NAVIDAD DE 2015, como que siente que los días se escurren como agua entre los dedos y deja su talento para que lo  podamos gozar y sentir los que sabemos que un buen hombre y ser humano como él vale la pena de conocerse y de leerse, de reflexionarse, y escribe:
         “Es muy claro que ya no podemos disimular que si no cuidamos la ciencia nos vamos a degradar. Si no cuidamos el arte nos vamos a embrutecer. Si no cuidamos nuestra convivencia nos vamos a aniquilar. Si no cuidamos la economía nos vamos a empobrecer. Si no cuidamos nuestras convicciones nos vamos a traicionar. Si no cuidamos nuestra generosidad nos vamos a envilecer. Si no cuidamos nuestras esperanzas nos vamos a desahuciar. Si no cuidamos la justicia nos vamos a corromper. Si no cuidamos nuestro orgullo nos vamos a humillar. Y si no cuidamos la política nos vamos a destruir”
         Así pues, bajo la óptica clara de José Elías Romero Apis, hay que cuidarnos de todo, porque no podemos dejar que los demás sigan destruyendo lo poco o mucho que hemos logrado construir con ese esfuerzo diario y ese trabajo fecundo y creador del que damos cuenta todos los días la inmensa mayoría de los mexicanos bien nacidos. Los otros, los mal nacidos, los indignos, de los que nos hablan las muchedumbres, son los que nos engañan y nos roban, los que dicen una cosa y hacen otra en su provecho y para acumular mayores riquezas a cambio de las pobrezas que dejan a su paso. Creo, como otros muchos lo creen que Jesús llegó pobre, no como una determinación de la vida, sino como un camino a seguir en favor de los que nada tienen. Los que son pobres en el mundo son las mayorías, los que diariamente dan su esfuerzo para sobrevivir, mientras otros vivales y perversos se destacan por robar, corromper o saquear el esfuerzo de todos. Cuando pensamos en la sobrevivencia del ejemplo de Jesús nos tenemos que preguntar sobre su valor y camino, no quiere que todos seamos pobres, sino que seamos justos y gocemos de la justicia. Sin duda no nos manda a la esclavitud de los saqueadores e indignos que explotan y discriminan, no, él, busca la justicia social para todos que no es otra cosa que:  trabajo, casa, vestido y sustento. Que cada bocado que llegue a los nuestros sea el producto de nuestro real esfuerzo y no del robo o del engaño, como otros más llevan lo que consumen a sus casas que no son hogares, sino casas brutales y frías, donde no reina ni la armonía ni el amor o el afecto solidario.
         La figura de Jesús no es la que nos pintan para someternos a la fuerza de la mansedumbre por parte de curas perversos y mentecatos, mentirosos y acomodaticios. No, la figura de Jesús es la de la rebelión y de la lucha por la justicia y la paz, por el amor solidario y el afecto sólido que deja el ser uno con los demás. No busca guerrear por guerrear, no vive del juego perverso de la guerra y de las matanzas, al contrario, vive de la paz y es cuando vemos a muchos sacerdotes, solamente, ser los cómplices silenciosos de las gentes del poder que con su silencio son los brutales asesinos de muchos de sus fieles. Los vemos solicitando a los pobres algo más para enriquecerse, pero no buscan la justicia y la igualdad por medio del trabajo y del buen reparto del producto del esfuerzo de todos, se quedan en la mesa de los ricos bendiciendo las migajas con las  que siguen saqueando los bolsillos secos de los pobres. Por esa razón, el Papa Francisco, deja la opulencia de la recámara papal para dormir con tranquilidad en el duro colchón de un cuarto para sacerdotes pobres que llegan al Vaticano, donde moran obispos ricos ante un pueblo inmensamente pobre. Medran con la fe y la ignorancia, dicen algunos, pero en verdad que no son más que socios y cómplices de los que siguen robando a todos desde el poder y con el poder, alegando que los pobres lo son porque son flojos o porque no tienen motivaciones para ser más.

Efectivamente, como nos señala atinadamente, José Elías, debemos cuidar la economía, la cultura, la justicia, los valores, el trabajo, la política, los valores de todos para superarnos en lo que nos toca y somos, pero fundamentalmente, hay que seguir luchando para conquistar la libertad y la justicia, la que garantizará el equilibrio de todo y de todos, la que buscará el verdadero sentir de lo humano para los humanos; luchar no es falta de opciones, es la obligación que nos toca a todos para alcanzar un mundo mejor y más justo, y por tanto, más pleno.

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