miércoles, 27 de enero de 2010

Los chistes en la política


Hace algunos años, en los tiempos del presidente Díaz Ordaz y de Luís Echeverría, una de las formas en que se manifestaban los niveles de popularidad, aceptación, credibilidad y confianza en el gobierno o en sus políticos, era en el número y tipo de chistes y rumores que circulaban entre la sociedad. Recordemos que en aquella época la famosa “libertad de prensa” no existía y que solamente se mantenía un férreo control y una manipulación absoluta de los medios de comunicación, ya sea por las concesiones de radio y televisión o la venta de insumos en papel , tintas y maquinaria en los medios escritos, además de que la publicidad oficial cubría los gastos corrientes de todas las empresas y que, si no tenían la publicidad oficial, no podían sobrevivir, porque además, les podían obstruir la entrega de publicidad comercial y acosarles por medio del terrorismo fiscal, así que todos estaban disciplinados y la forma en que se manifestaban las críticas y los desacuerdos, las insatisfacciones y las demandas, era por medio de los rumores, chismes y chistes que circulaban entre la sociedad, por ello, un presidente como Díaz Ordaz, sabía que su popularidad estaba perdida por el tipo de chistes y de majaderías que circulaban en todos los niveles sociales y tendríamos que decir, por conocimiento que nos dieron algunos de sus amigos, que tenía una buena forma de tomar los chistes y se reía mucho y los usaba para divertirse, por supuesto, le dolían y le calaban, pero no daba a conocer esa molestia.

Eran tan importantes los chistes y los rumores que, una parte de los servicios de inteligencia como el CISEN y la DFS, tenían la obligación de recopilarlos para pasarse a la sección de análisis político. Luís Echeverría no tenía tan buen humor y se molestaba mucho con este tipo de manifestaciones, sobre todo, porque sus “Gatos de angora” le decían que estaban haciendo muchas cosas a favor del pueblo y que el pueblo lo adoraba y para ello se realizaban muchas movilizaciones y giras en todo el país, acompañadas de reuniones de trabajo que se volvían interminables. Los achichincles le habían convencido de que todos los chistes donde lo ridiculizaban eran producto de las fuerzas reaccionarias y de la derecha mexicana e internacional, por su postura a favor del Tercer Mundo. Así nun buen día, uno de sus cuates o conocidos, había ido de visita con un grupo de funcionarios a Cuba y, para su sorpresa, de pronto les visitaba Fidel Castro en su hotel y les invitaba a una cena en el Hotel Habana Libre para intercambiar puntos de vista. Así lo hicieron y con una magnífica cena, buenos vinos, mejores puros, café extraordinario, charla alegre y talentosa, de pronto, Fidel Castro, comenzó a contar los chistes en su contra, los chistes contrarevolucinarios que se producían por miles desde Miami. Los funcionarios pomposos y acobardados no entendían bien a bien la alegría con la que Fidel Castro se reía de los chistes, sus carcajadas salían a todo vapor y su cuate, también, se gozaba con la alegría de tales chistes. En un momento, este amigo, le comentaba y preguntaba a Fidel Castro la razón por la que él contaba tan alegremente los chistes en su contra y los chistes contrarrevolucionarios y, su respuesta fue así: “MIRA MEXICANO, ESTO ES COMO LOS APODOS, SI TE ENCABRONAS, SE TE QUEDAN”…

Así, la retornar a México, en una visita a Don Luís Echeverría, cenando en Los Pinos, este preguntaba a un grupo de los que habían viajado a Cuba sus experiencias en política, movilización social y desarrollo, justicia social y acciones solidarias con los pueblos del Tercer Mundo. Su cuate, le contaba lo que había sucedido con el episodio de los chistes y de cómo los funcionarios, pomposos y ridículos, no querían reírse de la gracia de esos chistes y, de la respuesta que había dado el Comandante sobre el por qué, él, los contaba, porque esto: “era como los apodos, si te encabronas, se te quedan”. Ahí entendía Echeverría que era un político sensibles y brillante en muchas cosas la importancia del uso de los chistes, rumores y chismes entre la sociedad, por esa razón, se empezaron a recopilar los chistes en todo el país y se cambiaban a los actores para enfocarlos en contra de sus enemigos políticos o bien en contra de algunos personajes a los que él quería “bajar de su nube”.

Así, recordaba un chiste: cuentan que estaba el presidente Echeverría observando el movimiento desde un balcón de Palacio Nacional, al Zócalo y volteó a ver hacia el edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y veía que estaban fuera del recinto, varios puestos de boleros. Bajo y caminó a uno de los puestos de boleros y se sentó para que le dieran bola a sus zapatos. El bolero, hombre de talento que toreaba todos los días con políticos, rateros, profesionistas, jueces, litigantes, chismosos, oportunistas, desde el momento en que se sentaba Echeverría y le subía la valenciana de los pantalones y empezaba a dar su esfuerzo para la limpieza de los zapatos, le dijo: “Le voy a contar el último chiste del pinche presidente Luís Echeverría”. Al escuchar esa ofensa a su investidura y su persona, Echeverría, totalmente fuera de sí e indignado, le gritó: “¡Óigame!, yo soy, Luís Echeverría”. El bolero, sin inmutarse, le contestaba:… “Bueno, pues no se preocupe ni se encabrone, se lo voy a contar despacito, muy despacito, para que le entienda”

Así despacito, muy despacito es que hay que contar muchas cosas para que lo entiendan los políticos, los funcionarios, los empresarios, los policías, los especuladores financieros, los oportunistas y los cínicos y, estamos seguros y convencidos de que no se reirán, no festejaran los chistes, no les gustará lo que se dice de ellos, pero también, para que todo el pueblo lo entienda, lo que digamos como pueblo, como mayoría, pues les importa una celestial chingada… y ellos hacen y deshacen de acuerdo a sus intereses, de acuerdo a donde ellos logren hacer negocios y obtengan ganancias… lo demás, como la amistad en la política, si no se refleja en la nómina o en los estados financieros, pues es pura demagogia…

Walter Riso, comenta en una de sus obras que: “la psicología moderna no es una disciplina centrada solamente en la patología y en los aspectos negativos de la vida, también se interesa por la creación y promoción de emociones positivas: no basta con salir del pozo, hay que empezar a caminar. No debemos conformarnos con vencer el miedo, hay que ser valientes. No basta con controlar la agresión, hay que ser pacífico. No es suficiente doblegar la ansiedad ante tal o cual situación, hay que aprender a vivir más en el presente. Y es precisamente en el salto hacia una existencia más plena y realizada, donde la filosofía nos aporta su extraordinaria fuerza y su saber”.

Si los políticos, los funcionarios dejaran a un lado su pomposidad, egocentrismo, mal humor, decadencia moral, ética y política, si voltearan a ver lo que simplemente, en forma por demás simple, necesitamos las mayorías que somos simples, las cosas serían distintas. Por ello no podemos entender las rabietas y los berrinches, los insultos y las agresiones que lanza con espuma de boca y mostrando su rabia política Felipe Calderón, cuando acusa a los demás, no a él y a su ineficiencia, intereses y corruptelas, deformaciones y negocios, el que se le opongan a la Reforma Política que solamente tiene como fin el de eternizar a un grupito de políticos de la ultraderecha en el poder, porque los que pueden hacer política de tiempo completo, sin que tengan problema, son los ricos o los que son gatos para su servicio y es así como los nuevos “Yunques”, formados en las escuelas privadas y confesionales, como César Nava y otros panistas, ahora, también, ingresan con facilidad, por el oportunismo y falta de ideología de los “izquierdistas”, en la manipulación de los grupos para hacer los grandes negocios en la política con el cuento de la lucha por el poder… la neta, priístas, perredistas, petistas, panistas y demás, son el mismo Infierno con diferente Diablo o son las mismas casas de putas, con diferentes madrotas… pero, negocio es negocio, no hay la menor duda…. Y para ellos no necesitan la moral, la ética, ni la filosofía, se necesita tener el espíritu chingativo que les sobra….y mucho cinismo.

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