lunes, 22 de agosto de 2011

La palabra de honor

Hace algunos años, la PALABRA, tenía un enorme valor, era parte de la formación y del honor de las personas. Cumplir con la PALABRA era vital para que se reconociera el valor y la honestidad de una gente. Así, los políticos, también, en algún momento, tuvieron palabra y hacían honor a la misma, después, vino la demagogia y el hacer de la política un gran negocio se perdieron las ideas y se falto al honor y a la honestidad; la lealtad se convirtió en una moneda de cambio y ahora vemos que los políticos o los grillos, saltan de un lado a otro, sin recato alguno y con total cinismo.

Uno de mis queridos amigos me hizo leer una parte del libro: LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO, DÍAZ Y MADERO, LA ESPADA Y EL ESPÍRITU” de don Armando Fuentes Aguirre, “Catón”, donde cuenta: ESOS ERAN HOMBRES.

“Los hijos del Heroico Colegio Militar han hecho siempre honor a su plantel, y como muestra es este relato:

“En el año de 1892 murió don Carlos Fuero. Una calle en la ciudad de Saltillo, Coahuila y Parral, Chihuahua, lleva su nombre. Ese homenaje y más merece por el hecho que ahora voy a narrar.

A la caída de Querétaro quedó prisionero de los juaristas el General Don Severo del Castillo, jefe del Estado Mayor de Maximiliano. Fue condenado a muerte, y su custodia se encomendó al coronel Carlos Fuero.

La víspera de la ejecución dormía el Coronel cuando su asistente lo despertó. El General Del Castillo, le dijo, deseaba hablar con él. Se vistió de prisa Fuero y acudió de inmediato a la celda del condenado a muerte. No olvidaba que don Severo había sido amigo de su padre.

Don Carlos –le dijo el General-, perdona que te haya hecho despertar. Como tú sabes me quedan unas cuántas horas de vida, y necesito que me hagas un favor. Quiero confesarme y hacer mi testamento. Por favor manda llamar al padre Montes y al licenciado José maría Vásquez.

Mi General –respondió Fuero,- no creo que sea necesario que vengan esos señores.

¿Cómo? –se irritó el General Del Castillo. Te estoy diciendo que deseo arreglar las cosas de mi alma y de mi familia, ¿y me dices que no es necesario que vengan el sacerdote y el notario?.

En efecto, mi general –repitió el Coronel Republicano, -No hay necesidad de mandarlos llamar, usted irá personalmente a arreglar sus asuntos y yo me quedaré en su lugar hasta que usted regrese.

Don Severo se quedó estupefacto. La muestra de confianza que le daba el joven Coronel era extraordinaria.

--Pero, Carlos –le respondió emocionado--¿Qué garantía tienes de que regresaré para enfrentarme al pelotón de fusilamiento?

--SU PALABRA DE HONOR, mi General –contestó Fuero.

-- ya la tienes –dijo don Severo abrazando al joven Coronel.

Salieron los dos y dijo Fuero al encargado de la guardia:

--El señor General Del Castillo va a su casa a arreglar unos asuntos,. Yo quedaré en su lugar como prisionero. Cuando él regrese me manda usted despertar.

A la mañana siguiente, cuando llegó al cuartel el superior de Fuero, General Sostenes Rocha, el encargado de la guardia le informó lo sucedido. Corriendo fue Rocha a la celda en donde estaba Fuero y lo encontró durmiendo tranquilamente. Lo despertó moviéndolo.

--¿Qué hiciste Carlos? ¿Por qué dejaste ir al General?

-- Ya volverá –le contestó Fuero- Si no, entonces me fusilas a mi y asunto arreglado.

En ese preciso momento se escucharon pasos en la acera.

--¿Quién Vive? –gritó el centinela.

--¡México! –respondió la vibrante voz del General del Castillo – Y un prisionero de guerra.

Cumpliendo su PALABRA DE HONOR volvía Don Severo, para ser fusilado.

El final de esta historia es muy feliz.

El General Del Castillo no fue pasado por las armas. Rocha le contó a Don Mariano Escobedo lo que había pasado, y éste a Don Benito Juárez. El Benemérito, conmovido por la magnanimidad de los dos militares, indultó al General y ordenó la suspensión de cualquier procedimiento contra fuero. Ambos eran hijos del Colegio Militar; ambos hicieron honor a la Gloriosa Institución”.

Hoy, sería difícil que encontráramos una valentía, honor y lealtad a los principios, como la de los hombres del liberalismo. Anteriormente, contábamos, los hombres de la lucha, aliados a Don Benito Juárez: “vendían su casa para apoyar la causa”, los de hoy en día, venden la causa para comprar su casa… o hacer sus transas y negocios como hemos visto a tantos señores de las “ligas” o a tantos “izquierdistas” que salieron del priismo y se convierte en destacados hombres de empresa y de riqueza increíble. Son esos que, golpeando con la “izquierda”, ahora, también, cobran con la “derecha” y para esto, solamente necesitamos volver la vista a los políticos de todos los grupos y partidos que hoy en día son los socios y los cómplices en el poder y por el poder… esta historia que nos brinda “Catón” nos debe hacer reflexionar sobre la importancia y vitalidad de la PALABRA DE HONOR, porque es lo que nos falta a muchos y no debemos perder, porque de otra manera, además de traicionar los principios, también se traiciona a la patria, como lo hacen, hoy en día, los políticos entreguistas a los norteamericanos y a la ultraderecha que tiene el poder en el país.

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