miércoles, 14 de abril de 2010

El que se quema con leche, hasta al jocoque le sopla

Dicen en mi pueblo que: “EL QUE SE QUEMA CON LECHE, HASTA AL JOCOQUE LE SOPLA”. Y esto es lo que les sucede a muchos militares. Por un lado, han recibido de parte de los “mandos civiles”, los altos mandos a los que tienen que guardar lealtad y disciplina, las instrucciones de que ataquen determinados grupos a los que en su momento se consideran enemigos políticos o peligrosos para la seguridad del estado y del gobierno y así vimos, dentro del esquema de la “guerra Fría”, alentada por los norteamericanos que, en su tiempo, cualquier organización o civil que tuviera formas de pensar diferentes o simpatizara con los países del llamado bloque comunista y en especial con Cuba, a pesar del doble discurso oficial del gobierno que por un lado apoyaba la “libre autodeterminación y la soberanía de los pueblos” respaldando a Cuba y, por el otro, reprimía las luchas sociales y a los grupos y civiles que simpatizaban con los cubanos o luchaban por mejores condiciones de vida y libertad en México y, cuando se descubría a los grupos que pretendían hacer la guerra de guerrillas en México, se enviaba a los soldados para liquidarles a como diera lugar y así se conoció de muchos casos, donde policías políticos respaldados por militares generaron lo que, en México, se conoce como la “guerra sucia” y, por esa razón, muchos militares fueron llevados a la justicia militar y fueron involucrados en otros delitos desde torturas, desapariciones y en casos liados al narcotráfico, sin embargo, por lealtad y silencio, no dieron a conocer las verdaderas causas y las órdenes de quienes las dieron en su momento ya que todos sabían que eran del más alto nivel civil y en ello se podía involucrar, incluso, a los presidentes y secretarios del gabinete, por ello, se dieron giros de tal suerte que algunos militares y no pocos policías, cuando cambiaron los rumbos, fueron llevados a los tribunales o destrozados en sus vidas al involucrarles o descubrirles sus ligas con la delincuencia organizada que, finalmente, era la forma en que los políticos y civiles pagaban a esos militares y policías para que se comprometieran y para tenerles controlados si en algún momento pretendían denunciar esas instrucciones que recibieron por los altos mando del país.

Por esa razón, los escándalos, se sucedieron tanto a las filas de la policía que tuvieron que cambiar de mandos y de nombres para ocultarlos esos o dentro de las filas castrenses, de tal suerte que hoy, vista la experiencia y dadas las condiciones en las que se genera esta “guerra contra la delincuencia organizada” que lleva más de 22 mil muertos, muchos militares, sin dudar, explican que en la misma guerra se cometen errores y fallas y se mata a gentes inocentes por estar en un momento equivocado en el lugar equivocado y así, además de las culpas propias por las cuales se han detenido y consignando a militares de todos los rangos cuando cometen violaciones a los derechos humanos, muchos de esos casos se llevan ante la comisión para involucrar a los militares de tal suerte que están entre la espada y la pared, si hacen lo que les ordenan, tienen que hacerle como le hacen los policías que sostienen que: “para ser policía viejo hay que hacerse pendejo” o actuar y, en la acción, pueden lastimar o matar accidentalmente a inocentes y por esa razón, llevados a la cárcel y consignados, dicen, simplemente, por cumplir con sus obligaciones y tareas ordenadas por los mandos superiores…

Así que por esa razón y otras más, Manlio Fabio Beltrones explicaba que el General Guillermo Galván Galván, “debe estar convencido de tener información sumamente delicada que le invite a pensar que solamente la presencia del Ejército, por los próximos 10 años, pueda darnos las garantías de resolver el grave problema de la inseguridad y la violencia que se está presentando lamentablemente en México”… y, para algunos analistas la realidad es que muchos mandos del Ejército no están de acuerdo en la propuesta del “mando único” de todas las policías del país, porque esto, dicen, algunos, abiertamente, nos convierte en rehenes de los policías y ya sabemos cómo se las gastan en cuanto tienen el poder, así que para esto no se requiere un presidente, sino, un “policía regente”… con poder, todo el poder.

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