martes, 29 de diciembre de 2009

Lo mejor para el 2010

Al terminar el año a muchos les da por hacer un “fiel recuento de las pentonterías que hace uno a lo largo del año”, es como si el espíritu masoquista les invadiera y con el frío y la neblina les entrara un estado depresivo del cual no quieren salir, les encanta ponerse sal en las heridas, les encanta el poder tener los pretextos para emborracharse y llorar como mueres lo que no pudieron sostener como hombres y en fin, las lamentaciones, los llantos, los recuerdos de lo ido, de lo perdido, de lo que no volverá, los viejos tiempos que señalan el paso de los días y de los años, se van juntando en ese mar de llanto en el que se sumen muchos en este final de año. Olvidan que es otro día igual a los demás, en el que tendrían que dar gracias a Dios por el nuevo día, por el nuevo tiempo, por todo lo bueno que hemos recibido cada día durante todo el año y por lo mucho que gozamos a los eres queridos, por el gran amor que recibimos de muchos familiares y amigos e incluso de gente con la que no tenemos muchos trato. En vez de lamentarnos, deberías dar gracias por todo y dejar los llantos para los duelos y la pérdidas con las que tenemos que dejar el hueco en el afecto de todos aquellos que se han ido, que han partido antes que nosotros al terminar el ciclo de su vida.

Si, en vez de lamentaciones, deberíamos fomentar que demos gracias y que seamos agradecidos por todo lo que vamos tendiendo a lo largo de nuestra vida. Esto no quiere decir que todo en la vida sea gozo y alegría, hay días mueblados y días soleados, hay días de miserias y días de abundancia, hay días tristes y días alegres, hay días en donde todo parece que nada sale bien y, otros, en los que se facilitan las cosas y los hechos, en fin, hay lo de arriba y lo de abajo, hay lo soleado y lo sombrío, pero todo es parte de un proceso en donde debemos adoptarnos como seres humanos y por ello, dar gracias que estamos y somos, que podemos ver y sentir, que gozamos de salud y tenemos trabajo y afectos que nos arropan y nos arrullan en los días buenos y en los malos. Dejemos los tiempos de lágrimas cuando debamos regar el jardín de los recuerdos por todos los que se han ido y han dejado un profundo hueco en el alma y el sentimiento, pero también, en ese mismo proceso, debemos recordar los días alegres en los que tuvimos la inmensa fortuna de gozar de su compañía y de todo los ratos alegres y buenos que pudimos pasar juntos a lo largo de la vida. Por ejemplo, en mi familia, hoy, recordamos con mucha ternura y alegría todos los momentos que nos diera Amelita, con esos ratos de ternura y de profunda paciencia, cantos y rezos en los que se metía a lo largo de sus días. Ella, era una gran mujer y por eso deja un enorme hueco en nuestras vidas cotidianas, pero sin embargo nos deja su camino por el cual sabemos que debemos estar los que tuvimos el gran honor y alegría de conocerla y tenerla. Mis hijos, sus nietos, mi esposa y su padre, por supuesto lloran esa enorme ausencia que ha dejado, es una gran mar profundo de lágrimas el que se debe de llenar, pero también saben que es esa alegría constante y esa enorme paciencia la que debe ser la fuente de su vida y sostén de sus pesares.

Sé que la vida es ese estar y dejar de ser, es una inmensa rueda donde todo crece y todo termina, por ello, tal vez, muchos, se quedan en ese vació y se dejan llevar por las tristezas y se inundan de llantos y lamentaciones. Hay vacíos inmensos en la vida de todos nosotros, pero esto es así, tal vez, el enorme error es que todos nos preparamos día a día para gozar y vivir la vida, pero pocos reflexionamos en la muerte y en lo que termina, que en realidad no lo hace, porque en el ciclo de la vida todo se transforma y sigue su ritmo y su constante ir y venir en el tiempo y en la distancia. La vida tiene como fin y distancia la propia muerte, de un ser, pero sigue existiendo la vida a pesar de todos los intentos de muchos por terminarla. Finalmente, al terminar, se tiene que ver que se ha cumplido el ciclo y que en este andar, penoso, duro, constante, de subidas y bajadas, de abundancias y miserias, de alegrías y de llantos, hay balances que dicen siempre que, al vivir, se ha logrado cumplir con el destino de cada uno y con los propósitos que nos hemos trazado en la vida. Tal vez, muchos, no logran sus sueños, pero no hay duda que todos nos movemos en base a esos sueños y por medio de ellos vamos creciendo y caminando duro en el camino de la vida. Otros, creo, los vamos logrando, cuando tenemos la fe y la constancia, cuando sabemos que todo es un ciclo y que las cosas materiales son simplemente un elemento para lograr construir lo que nos proponemos, pero que todo, la riqueza y la alegría de la vida, la tenemos dentro, muy dentro, donde nacen los sueños y amanece el amor. Por ello es que vemos los días buenos y malos con paciencia y podemos sentir que somos algo que late al ritmo del Universo como parte de este enorme, inimaginable universo de donde llegan las energías y a donde se van las mismas, cuando se han cumplido los procesos de la vida.

Claro que sabemos que no todo es alegría y buenas noticias, porque la vida es así y no son sueños lo que tenemos que superar, son realidades y en ese confrontar la realidad es como sabemos que los esfuerzos no serán vanos cuando sepamos ganar y perder, cuando estemos convencidos de que hay días buenos y malos y, en todos, debemos de agradecer. En unos porque recibimos con abundancia y llenamos las alforjas y cubrimos las necesidades cotidianas, en otros, en los que no tenemos y perdemos, saber que podemos crecer y las lecciones que sacan lágrimas nos dejan algo profundo en nuestro ser.

En fin, si hacemos los recuentos y los balances, no pensemos en pérdidas ni ganancias, porque en las cuestiones del alma y el espíritu las cosas no se miden de tal forma, se miden en las experiencias y en los ratos y agradables momentos que podemos superar en el transcurrir de la vida o en esos firmes instantes donde todo parece detenerse con el tiempo y los recuerdos, en fin, si evaluamos, demos muestras del poder del perdón a nosotros y nuestras fallas, no nos juzguemos con dureza y dogmatismo, finalmente, en la vida, lo que cuenta es el proceso y las experiencias, el superarlas y tener la conciencia, por ello, para todos los amigos, para mis seres queridos, para los que conozco, para mis propios enemigos que también los tengo sin que sean preocupación cotidiana o dura prueba porque no hay odios ni rencores en mi corazón, les deseo un extraordinario nuevo año, un buen final del presente, pero un mejor comienzo, con esa alegría de todo lo nuevo. No serán tiempos sencillos ni fáciles, las condiciones que se muestran son duras y tendremos que sacar casta y fuerza, corazón de guerrero y paciencia de santo, pero es la prueba de todo un nuevo tiempo.

Estamos seguros que todos aquellos con los que tenemos contacto saben de este proceso y de la energía que se requiere para poder continuar en el camino de la vida, no hay nada escrito y nada es seguro en el mismo, pero hay que cruzarlo con la esperanza y la fe en que todo se puede alcanzar y superar, lo duro y difícil, para eso estamos en el mundo y para ello vivimos, no es parte de la prueba, pero es parte del proceso y lo tenemos que desarrollar. Por esta razón, estamos convencidos de que el alma de guerrero que mora en todos nosotros es fuerte y sabe sobrevivir a los duros tiempos y condiciones que se avecinan. En especial, en México, sabemos sobrevivir, sobrevivimos a las tragedias, pero también a los hombres y a los malos gobiernos, siempre tenemos una esperanza de mejor vida y de mejor calidad de vida y en este año, en el 2010, esa fe y esa esperanza parece que se convierten en un poder transformador que nos ayudará a superar lo malo y gozar lo bueno. Que en este año se les cumplan los sueños y la vida les sea llena de salud, paciencia, prosperidad, amor y ternura, la luz sea con todos ustedes y con sus familias.

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