jueves, 16 de julio de 2009

Mal pagan obediencia y lealtad de militares

Hace algunos años leía una historia que hasta la fecha me trae buenos recuerdos, me hace reflexionar sobre la importancia de no aferrarse a las cosas y menos ser un dogmático. Se contaba en aquella historia que un señor ponía a su hijo, al que daba lecciones de esquí acuático, los aparatos que se requieren en el mismo y le daba a tomar el extremo de la cuerda explicándole la forma en que debería moverse para dejar que las olas le permitieran estar en la superficie del agua. Total, tomadas todas las precauciones, el hombre arrancaba la lancha y veía a su pequeño hijo deslizarse en las olas y, en un momento, le perdió la vista, entendiendo que este había perdido el equilibrio y se sumergía, pero no veía la forma en que saliera del fondo ya que el niño seguía aferrado al extremo de la cuerda y, al jalar la lancha, por no soltarla, en vez de subir a la superficie era arrastrado al fondo del agua. Así que apagó la lancha y dejó que la cuerda se aflojara y de pronto salía el niño de ese fondo. Al abrazarle el padre le dijo: “querido hijo, olvidé decirte que al caer, lo primero que debes hacer es soltar el extremo de la cuerda para que no te arrastre al fondo del agua”. Y es verdad, en ocasiones, para flotar, es mejor soltar la cuerda que nos jala, y esto es lo que sucede muchas veces con las ideas que tenemos y con el manejo inadecuado de las mismas y el aferrarse a las palabras cuando son utilizadas para “demostrar que tenemos la fuerza y, ocultando el miedo, creemos que gritando solucionaremos las cosas y, en vez de reflexionar, gritamos, generando mayor conflicto entre los contendientes”.

No hay la menor duda de que no pretendemos que el estado mexicano deje a un lado la lucha contra el crimen organizado, menos cuando tendríamos que reflexionar sobre las más de once mil muertes provocadas por este conflicto que encierra muchos intereses desde hace mucho tiempo. Las guerras de los Estados Unidos, las que ellos provocan en gran parte del mundo, siempre han requerido el manejo de grandes cantidades de drogas que les son surtidas a sus tropas por varios mecanismos y es de tal forma el conflicto que la siembra de amapola se alentó en México, durante la segunda guerra mundial, con el pretexto de que de su cosecha se lograban fabricar muchos medicamentos utilizados en aquellos tiempos, pero esos medicamentos generaron en miles de usuarios, adicciones, de tal forma que les convirtieron en drogadictos demandantes de drogas que fueron surtidas por medio de las mafias oficiales y donde los policías y autoridades de ambos países, se hicieron de la “vista gorda” con el fin de que no faltaran las drogas a miles de sus usuarios que se convirtieron en drogadictos, lo mismo sucedió con la marihuana que se utilizaba por miles de usuarios para calmar sus nervios y alentar la posibilidad de tener mejores relaciones sexuales ya que les relajaba y es por ello que siempre se hicieron tontos los policías ya que consideraron que era la mejor forma de atontar a las generaciones que comenzaban a adquirir conciencia social en las luchas políticas y que fueron determinantes en las movilizaciones por la paz que obligaron a los Estados Unidos a salir de Viet Nam, porque los jóvenes norteamericanos no entendían qué hacían masacrando a miles de vietnamitas y que enlutaron a miles de familias y dejaron locos y desequilibrados a miles de jóvenes que tuvieron la fortuna de sobrevivir a los horrores de la guerra norteamericana, donde nadie sabía las razones de la misma, salvo los grandes fabricantes de armas de la economía de guerra norteamericana y los políticos que eran sus empelados para ampliar el gran y productivo negocio, donde los recursos provenientes de ese tráfico de armas y de drogas, se canalizaba al fortalecimiento del sistema empresarial y financiero de los Estados Unidos y, en los países productores de drogas como México y Colombia, se propiciaba que la narcopolítica fuera la forma de un gobierno desequilibrado, dictatorial, que aún con los famosos cambios continúa en la operación y que ha permitido construir las grandes fortunas de los lavadores de dinero que se ocultaron en los faldones de la especulación financiera y que fueron los grandes beneficiarios, al igual que muchos políticos y policías, de las fortunas que les administraban a los cápos de las drogas, que ellos mimos hicieron que pelearan entre ellos para matarse o, ellos, eliminaron, por medio del control de policías especiales como sucedió en la DFS, la PFJ y, en la actualidad, por medio de grupos especiales que operan dentro de la SSPF y del ejército, que son, los que en verdad, están siendo beneficiarios de los grandes recursos fiscales y financieros que deja la “guerra calderonista contra el crimen organizado,” donde al parecer, el presidente, es el hombre cornudo que está siendo engañado por los principales funcionarios en el tema y que son los grandes cápos del crimen organizado, el verdaderamente organizado y que es el que se beneficia de las actividades delictivas de los traficantes de armas, gentes, mercancías, vehículos y drogas, a los cuales protegen o dejan operar con impunidad. Esta es la realidad y la verdad que tal vez, dogmatizado en sus declaraciones, el presidente, no puede ver con claridad.
Seguramente, los lectores de CRIMEN DE ESTADO, de Gregorio Ortega Molina y editado por Plaza Janés, podrán entender las relaciones oficiales y oficiosas que establecieron los propios políticos, policías, militares, empresarios, banqueros y financieros en esa trama de relaciones entre la política, las finanzas y el narcotráfico, que es parte del conflicto que tenemos en la actualidad y es claro que este medio ha servido para generar los escándalos oficiales que les permiten, a los políticos, distraer la atención pública en otros conflictos y no resolver los verdaderos problemas que tenemos en el país y, con total cinismo, ahora, los funcionarios de policía, los banqueros y financieros, los políticos, dicen que exigirán mayores recursos fiscales para enfrentar una guerra que, ellos mimos, han provocado, para continuar siendo los grandes beneficiarios de las utilidades del crimen organizado.

Dentro de este conflicto tenemos que ver que, el desprestigio del Ejército Mexicano, aumenta, porque realiza las operaciones que correspondían a la policía que enconchada y golpista en el poder se esconde y deja sus responsabilidades; porque todos podemos entender que sus mandos y los políticos que les protegen, están involucrados en la protección de grupos especiales del crimen organizado y si en verdad se dieran a la tarea de realizar la “inteligencia”, se demostraría que existen muchos políticos de alto nivel, empresarios importantes, banqueros y especuladores financieros, policías y diplomáticos, ligados a las actividades del crimen organizado y es por eso que prefieren lanzar a miles de soldados a las tareas de lucha, en las poblaciones, porque cuando menos justifican de esa manera que se está haciendo algo para el combate al crimen y no les importa que, en esa brutalidad y la inexperiencia de los soldados, se generen violaciones a los derechos y garantías de la sociedad, se hagan desapariciones de civiles, robos en casas y negocios y se violenten pues todos los derechos civiles de los mexicanos, por ello, muchas voces que han entendido sobre la lealtad y la obediencia de los soldados mexicanos al poder civil, ahora, señalan que: “el ejército mexicano comienzan a ser sujetos de repudio en vastas zonas del país”. Así, Ricardo Rocha, analista de El Universal, concluye en su artículo del 16 de julio: “Mal han pagado los gobiernos civiles la obediencia y lealtad de los militares.”

“Pero cuidado, hoy se sabe que los generales están al límite del hartazgo por muchas razones: ya son demasiados años en que han sido sometidos a un desgaste brutal en una guerra perdida contra el narco; a nadie le gusta librar batallas en las que saldrá derrotado; son miles sus muertos en tanto tiempo de recia e inútil porfía; pero también son miles los muertos que han causado en las balaceras de diario en todo el país. Y lo más grave, son ya cientos los muertos civiles en el fuego cruzado. Y peor aún, también suman cientos los muertos por crueldad, capricho o equivocación de los soldados. Y hay decenas de mujeres violadas por la soldadesca. Cifras de escándalo que ya nadie puede ocultar y que hoy tienen al Ejército mexicano en el banquillo de los acusados”. Algo para reflexionar… si perdemos la lealtad y la tolerancia de los militares, estamos perdidos…

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