sábado, 27 de diciembre de 2008

Lo que no conocen los funcionarios de seguridad

Hace algunas semanas, comiendo con un funcionario de la seguridad del país, comentaba la tragedia que viven cada día los indocumentados de Centro América que viajan por tren a nuestro país, sobre todo, en el tramo Chahuites, Unión Hidalgo, ya que las bandas de maras salvatruchas se dedican a asaltarlos, violarlos, asesinarlos, secuestrarlos y dentro del Istmo de Tehuantepec se dan este tipo de grupos que tienen la protección de las autoridades locales, de los policías municipales y estatales, pero sobre todo, los policías federales y los de migración son los que realizan el gran negocio con los indocumentados ya que al proteger a los secuestradores de las maras salvatruchas, ellos, reciben pagos multimillonarios, porque muchas familias buscan dinero para salvar a sus familiares de las garras de esos criminales.. Sin embargo, cuando hablamos de este tema, se me decía que no podía ser porque no existía ya el servicio de trenes y que en la zona del Istmo de Tehuantepec, que es donde operan la mayor parte de los grupos criminales en el tráfico de drogas, armas, dinero, gentes, mercancías y vehículos, esto no puede ser, porque existen operativos en esa región.

Sin embargo, una cosa es la opinión de un funcionario y otra es la que marca la realidad, la cruda realidad, donde cientos de indocumentados son explotados, secuestrados, violados, explotados sexualmente por bandas organizadas de maras salvatruchas que están ligadas con los grupos criminales de la región que son los verdaderos protectores de los grupos delictivos que operan con toda libertad en la zona del Istmo.

Cuando los grupos católicos de la Pastoral de la Movilidad Humana del Episcopado Mexicano del Pacífico Sur, hace las denuncias, los funcionarios de migración o los de las policías federales, solamente alegan que este tipo de acciones tienen como objetivo minar la fuerza de las instituciones de seguridad y de proteger a los indocumentados que, normalmente, son delincuentes, sin entender que también, al igual que miles de mexicanos que emigran ilegalmente a los Estados Unidos, éstos, son “expulsados por el hambre” en sus países y que por esa razón, deberían de recibir un trato más humano y decente como el que pretendemos que se brinden a los mexicanos en Estados Unidos.

Pero nadie parece entender lo que sucede en esa región del país, donde las condiciones geopolíticas se prestan para todo tipo de tráfico y donde, en el tráfico humano y la explotación de miles de migrantes, las bandas locales han logrado una enorme riqueza que comparten con políticos y funcionarios de todo tipo en la región. Así que el tráfico de menores en la explotación sexual se ha incrementado de tal forma que se pueden ver, en las principales ciudades del Sur del país, a cientos de jovencitas y de jovencitos que son controlados por los grupos de explotadores y que trabajan con entera protección de las autoridades en los centros del table dance o en las casas de citas o por medio de las llamadas telefónicas a domicilio, en tales condiciones, el tráfico y el consumo de drogas, ha ido en un aumento incontrolable en esas poblaciones y se dan por este mecanismo donde los indocumentados son utilizados como distribuidores de drogas y los que inducen a su consumo a muchos jóvenes de la zona.

En esa región, los asaltos a los vehículos y a los trenes que transportan a indocumentados son constantes y, no tienen protección ni vigilancia de ningún tipo, porque tal parece que la impunidad otorgada a los grupos de las maras salvatruchas en la zona, han sido compradas a funcionarios y políticos de la región y, en tales condiciones, estos grupos mantienen ya un control absoluto en toda la zona del Istmo, desde Salina Cruz hasta Coatzacoalcos Veracruz.

Cuando estaba la señora Gómez Mont, como delegada en Oaxaca del Instituto Nacional de Migración, se esforzaba en controlar a sus policías, pero desde que abandonó el puesto a la llegada de su hermano a la Secretaría de Gobernación, todo se mantiene en una franca descomposición de tal forma que, desde las terminales y en el aeropuerto de Oaxaca se notan los arreglos que se hacen con toda impunidad con los grupos de polleros que trasladan a cientos de indocumentados por vía terrestre o aérea y en cambio, a los mexicanos que ven mal vestidos o con vestimenta humilde, le son solicitados sus documentos y revisan sus equipajes como si fueran criminales, todo, para ocultar las transas que realizan con el apoyo de las policías que también están en esos sitios y donde, sin duda alguna, están en coordinación, no para brindar seguridad, sino para el buen reparto de las cuotas y de las pollas en las extorsiones y en los asaltos que realizan a los indocumentados o a los nacionales.

La realidad es que nadie asume sus responsabilidades y por esa razón, los grupos de la sociedad civil son los que están actuando con peligro de sus vidas y de su integridad ya que, los policías y los delincuentes, están actuando en contra de todo aquel que se atreva a denunciarles en sus robos, secuestros, asesinatos y tráficos y por esa razón, en muchas ciudades del país, en el Sur, nadie quiere hablar sobre temas tan delicados, porque el costo de hacerlo, es su propia vida.

Cuando vemos la impunidad en esos asaltos donde los mismos indocumentados cuentan que además de las violaciones a hombres o mujeres o niños es terrible, se les asesina cuando se oponen a cualquier forma de violencia o son arrojados de los vehículos en marcha para que tengan una muerte espantosa y violenta. Esto lo saben las autoridades federales, estatales y municipales, sin embargo, aún conociendo las zonas y las colonias donde se refugian esos grupos de delincuentes y mafiosos, no realizan operativos para detenerles, porque en otros casos están íntimamente ligados con grupos de acción política de oposición que reciben protección de ellos y, cuando esto sucede, se realizan las movilizaciones políticas que ponen en jaque a las propias autoridades municipales y estatales, razón por lo cual, no hacen nada.

El inmenso poder en este tipo de grupos de sicarios sobrepasa la fuerza de las policías estatales y municipales o federales en esa zona y por esta razón, también, las autoridades y los grupos políticos se hacen pendejos solos, porque nadie quiere arriesgar su pellejo para proteger a los ciudadanos de las acciones de estos grupos radicales de delincuentes.

En ciudades como Puebla, Veracruz, Oaxaca, se notan ya las acciones de estos grupos de las maras salvatruchas que tienen un gran atractivo para los grupos de jóvenes marginados en esas zonas y es por ello que, los graffites, se dan en este sentido y se ven operaciones de grupos de maras en acciones de robos en muchas zonas y colonias, donde incluso han venido cobrando protección a los comerciantes de las mismas o son los que controlan la venta de bebidas, drogas y el comercio sexual de todo tipo, juntándose con grupos políticos a los cuales les brindan protección y reciben protección de los mismos. Mientras esto sucede, los funcionarios, no saben los que sucede en el país o, le hacen al Tío Lolo…
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