sábado, 4 de enero de 2014

Cuál de los tres

A muchos nos gustan las historias, es parte de la cultura y de la forma de observar y entender el mundo y la vida. Casi todos, no importa la edad, buscamos respuestas prontas a nuestras interrogantes; buscamos la verdad o algo que nos permita justificarnos o entender por lo que pasamos. Hay veces que las situaciones nos toman de sorpresa, los años no son pretexto para no tener sorpresas o para tener todas las respuestas, la verdad es que en cada momento y en cada situación las cosas varían y son distintos los impactos y los resultados.
         Cuando alguno de mis hijos me comenta sobre sus sentimientos o sobre sus inquietudes y dudas quisiera tener las respuestas prontas, pero no es así, hay veces en que ni siquiera lo puedo entender en su comportamiento, tal vez la distancia en años es enorme y ahora las cosas se ven de forma y manera distintitas a las experiencias de nuestro tiempo y las relaciones con nuestros padres. Las ideas van cambiando porque se tienen nuevas experiencias de tal forma que la teoría varía y las experiencias también lo hacen. Nosotros por tener menos información nos conformábamos con menos cosas o teníamos menos inquietudes y dudas y hoy, hay mucho más y se pueden encontrar respuestas rápidas en muchos sitios de internet e incluso, la forma de investigar lo personal o lo que se estudia es diferente por esa rapidez que nos muestran los sistemas modernos a los que en nuestra generación no tuvimos acceso y las actuales sí, y por ello, nos ponen en jaque y nos hacen dudar de nuestras respuestas y experiencias, pero así son los nuevos tiempos, y por ello, cuando conocemos historias como la que les platicaré nos parecen interesantes sus manejos y respuestas, y a lo mejor, a alguien más le sirven. Winston Pauta nos envía lo siguiente:
         “Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles.
         No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema aparecía otro.
         Su padre, un chef de cocina , la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.
         La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las coloco en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo: “Querida, qué ves?”.
         “—Zanahorias, huevos y café” fue la respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrío mientras disfrutaba de su rico aroma. Humildemente la hija preguntó: ¿Qué significa esto padre?”.
         El le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte y dura, pero después de pasar por el agua hirviendo se ablando. El huevo cuya cáscara protegía su interior líquido también enfrentó el agua hirviendo; pero después de estar en el agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos: después de estar en el agua hirviendo, habían cambiado el agua. “¿Cuál eres tú?”, le preguntó a su hija: “Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te vez igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?
         ¿O eres como un grano de café? El café cambia el agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionarás mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren. Y tú, ¿Cuál de los tres eres?”

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