domingo, 18 de octubre de 2009

Siembra vientos y cosecha tempestades

No se si el dicho de que: en martes ni te cases ni te embarques, sea cierto y menos cuando el día martes cae en el día 13. Para algunos es un signo de mala suerte y otros pensamos que cualquier día puede ser malo o bueno de acuerdo a cómo lo veamos. Por eso siempre, al despertar, me recuerdo aquella historia que dice que la vida es como dos grandes bestias que se enfrentan: el lado bueno y el lado malo de las mismas y cuando nos preguntamos quién ganará en dicho encuentro tenemos que pensar que ganará aquella bestia a la que nosotros alimentemos: la del odio, del resentimiento, la envidia, el desamor o la del amor, la bondad, la atención, la humildad. Cada quién alimenta sus propias bestias interiores y cada uno las hace ganar o perder de acuerdo a lo que quiera en la vida.

Claro que todo esto se genera de acuerdo a la visión del mundo y de la vida. Existen aquellos que siempre ven todo el mal que en el mundo y siempre están descontentos de los problemas y de las necesidades, no se conforman con nada, no le encuentran gusto a la vida porque piensan en un sentido negativo, pesimista, dicen algunos cuando, en la realidad, es falta de confianza y de amor a la vida misma que tiene todo y nos brinda todo para ser felices, inmensamente felices, independientemente de las condiciones en las que tengamos que enfrentar los problemas cotidianos. También, existen los soñadores, que no es malo el serlo, pero es grave el que uno se pierda en lo que no podemos lograr, porque, simplemente, soñamos y dejamos que el optimismo nos nuble la realidad y al tiempo tengamos que aterrizar con grandes conflictos y problemas que dejamos de atender. La verdad es que cuando damos gracias a la vida por todo lo que tenemos podemos ser agradecidos y felices, sí, aún agradeciendo los males porque es la oportunidad de tener las experiencias que nos faltan para lograr los cambios internos o bien, para ponernos atención en lo que nuestro cuerpo determine cuando la enfermedad nos dice que es un alto en el camino para ver y atender el sagrado templo de nuestro cuerpo, mente y espíritu.

No podemos basar nuestra felicidad en otros, no está nuestra felicidad en la felicidad de nuestra pareja o la de nuestros hijos o amigos, la felicidad la encontramos dentro de uno, no con el sentido egoísta, sino con ese amplio sentido del dar y darnos con lo mejor, para poder servir y con ello, ser útiles a los que queremos y amamos. La felicidad interior es cuando logramos alcanzar la paz y no existen dudas sobre los resentimientos o las cosas ya no se toman como ofensas personales, no se puede vivir en ese eterno resentimiento y manipulación de los demás, porque no somos perfectos y buscamos la perfección o cuando menos la paz interior que nos permita ver la realidad con ojos de tranquilidad y de serenidad, que no nos perturben los acontecimientos ni las emociones. Cada uno de nosotros somos únicos, no hay modelos repetidos, no podemos generar clones emocionales o espirituales, tal vez, podemos crear clones parecidos físicamente a nosotros pero cada ser humanos, vegetal, animal o no, es un ser único en este inmenso Universo que Dios nos ha permitido observar en una parte mínima dentro de esa inmensidad y pocos tenemos conciencia de la perfección de nuestro cuerpo, del valor de cada órgano, del valor de cada músculo, de cada hueso, de cada célula, de cada proceso que nos permite vivir y tener conciencia, del proceso perfecto e inmenso que se genera en los pensamientos y en los sentimientos, somos lo que comemos, pero también somos lo que pensamos y lo que sentimos, somos seres humildes y amorosos o somos demonios y crueles. cuando alimentamos nuestro ser interior de una forma u otra, por ello. cuando vivimos los conflictos inquietantes donde las emociones se disparan en los tiempos de crisis debemos ser cuidadosos con lo que pensamos, decimos, sentimos o actuamos. porque de otra manera se disparan las emociones y podemos llegar a las confrontaciones y la violencia, donde la vida no importa, la de uno o la de los demás.
Los tiempos de crisis son tiempos de cambios, de oportunidades, de bienestar o de desgracia, son los tiempos de las bestias y por esa razón en vez de alentar las discordias, los desamores, las violencias, los resentimientos, los odios, las frustraciones, las emociones negativas de la mala bestia, demos actuar con serenidad, los tiempos de crisis no son tiempos de manipulación y de confrontación de emociones y de medición de fuerzas, son los tiempos de reflexión y de serenidad, no hacer este camino difícil es caer en las confrontaciones y en la violencia y, con ello, alimentar las emociones de la mala bestia que anida en cada uno de nosotros para eliminar todo vestigio de humildad y de afecto solidario. Así que cuando al tomar una determinación, un político, un presidente se privilegia la manipulación y se alienta la violencia en vez del dialogo y la serenidad para dar a entender lo que la realidad muestra y se busca ganar por ganar e imponer por imponer, solamente alentamos los odios y los resentimientos, buscamos no la unidad y los buenos criterios, sino la desunión y la confrontación, alentamos la violencia y, cuando la violencia se desata, actúa de manera brutal y este es el real peligro que estamos viviendo cuando las determinaciones del presidente, Felipe Calderón, están motivadas por ese afán de imponer y de demostrar que, él, es el que manda y que para eso cuenta con el poder, con ese poder que destruye a los hombres y les lleva a cavar su propia tumba y desgracia.
Tal vez la idea de Felipe Calderón es de evitar mayor desastre financiero, con la decisión de eliminar al sindicato de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro que nos ha costado miles de millones de pesos a los mexicanos, pero no podrá negar que, los líderes, no actuaron solos, que los funcionarios establecieron grandes complicidades y corruptelas, que los políticos usaron esa fuerza y esa empresa para hacer normes negocios y labrar una fuerza política, que los empresarios y comerciantes se vieron beneficiados por bajos precios de la luz y los paganos fuimos los consumidores ya que no podrá negar, el presidente, ni sus socios y asesores que, 46 mil grandes industriales gozaron el pago promedio de 46 centavos por kilovatio-hora, mientras, los usuarios domésticos, lo pagamos a un peso con cincuenta centavos y que, por si esto fuera poco, esos industriales que se beneficiaron con los bajos precios, representan el 70 por ciento del consumo y sería bueno que, el mismo presidente y consejeros, dieran la lista de esos privilegiados que lograron tener esos precios bajos, mientras la empresa se destruía hasta el nivel de hoy, cuando tiene que cerrar sus puertas y despedir a miles de trabajadores que no se beneficiaron de esas corruptelas y complicidades de líderes, industriales, políticos y funcionarios… ellos, son las víctimas de toda la ineficiencia y de las corruptelas, de ese privilegiado grupo que hoy generará una gran confrontación en todo el país y que, esperamos, no llegue al derramamiento de sangre, como lo piden los policías que de este cuento viven, porque son los primeros que se nutren de la represión y la violencia.

Así, es brutal que el presidente declare que prefiere entregar mayores recursos a los pobres que a un grupo “privilegiado” de trabajadores electricistas, porque eso no es cierto, los trabajadores viven con pocos recursos y no son los culpables de las transas y de las componendas de sus líderes y de los funcionarios ineptos y corruptos o de las negociaciones que los políticos lograron con un poderosos grupito de industriales que se beneficiaron, por años, de los precios baratos de la luz que todos los consumidores pagamos cara y, además, teníamos que subsidiar por medio de los recursos otorgados a la empresa que más o menos se pueden contabilizar en más de 48 mil millones de pesos y, sin duda, esos enormes recursos no están en los bolsillos de los trabajadores, están en las de los industriales, comerciantes, políticos, funcionarios y lidercillos sindicales que vendían su fuerza y su posición al mejor postor… los trabajadores, son víctimas de esas mafias y no son los villanos de la película. Ahí tiene que tener la serenidad, el presidente, porque si busca confrontar y alentar los odios, podrá recibir ingratas sorpresas…no debe alentar la bestia mala…cuando Dios, lo quiere destruir, lo llena de soberbia.

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