domingo, 25 de julio de 2010

Estar satisfecho y estar agradecido

Leer siempre es una buena costumbre, un buen rito y un gran alivio, por ello cuando leía uno de los libros de Match Albom: “Ten un poco de fe”, de editorial Océano, reflexionar sobre algunos pasajes además de bueno es reconfortante y así me permito leer ante la tragedia vivida y sufrida en Nuevo león, lo siguiente: “¿Puedo hacerte una pregunta?
--Sí.
--¿Qué es lo que hace feliz a un hombre?.
--Bueno… -paseó la mirada por la habitación del hospital- Quizá éste no sea el mejor marco para plantear esta pregunta.
--Sí, tienes razón.
--Por otro lado…- inspiró hondo--. Por otro lado, aquí en este edificio debemos afrontar la realidad. Hay personas que mejorarán. Otras, no. Por lo tanto, podría ser un buen lugar para definir qué significa esa palabra.
--¿Felicidad?.
--Eso es. Las cosas que la sociedad nos dice que debemos tener para ser felices: una nueva cosa o aquella, una casa más espaciosa, un empleo mejor. Me consta que es falso. He orientado a muchas personas que tenían todas estas cosas, y puedo decirte que no eran felices por tenerlas. Los matrimonios que se han deshecho cuando lo tenían todo en el mundo. Las familias que se pasaban la vida discutiendo y peleándose cuando tenían dinero y salud. El hecho de tener más no evita que quieras más. Y siempre quieres más; ser más rico, más atractivo, más reconocido, pasas por alto lo más importante y sé por experiencia que la felicidad nunca llega.
--¡No irás a decirme que me detenga a oler las rosas!.
Se rió.
--Las rosas olerían mejor que este lugar.
De pronto en el pasillo, oí llorar a un niño, a lo cual siguió un rápido “¡Chiist!”, seguramente proveniente de su madre. El Rebe también lo oyó.
--Mira, ese niño –dijo- me recuerda algo que nos enseñaron nuestros sabios. Cuando una criatura viene al mundo tiene las manos apretadas, ¿verdad?. Así, ¿no? –Cerró el puño--. ¿Y eso por qué?. Pues porque un bebé, como no sabe nada, quiere agarrarlo todo para decir: “El mundo entero es mío”. Pero cuando una persona mayor muere, ¿cómo lo hace?. Con las manos abiertas. ¿Por qué?. Pues porque ha aprendido la lección.
--¿Qué lección?
Abrió la mano y extendió los dedos.
--Que no podemos llevarnos nada con nosotros”.

Efectivamente, no podemos llevarnos nada, cuando lo tenemos todo en el presente y con los seres humanos
a los que amamos, respetamos, queremos, admiramos, sin embargo, al filo de las muchas reflexiones, viendo pasar el agua en el Río de Santa Catarina, entendemos que la vida es frágil y que en cualquier momento se pierde o se van las cosas. ¿Cuántas emociones, tragedias, vidas, propiedades, árboles, casas se fueron ante el rugido del río que encontraba su cause que le fuimos arrebatando?. Ya no vemos el grupo de tiendas donde muchos se ocupaban y vendían lo que fuera para sobrevivir, no vemos las canchas de fut bol, las pistas de los go cards, el campo de golf, no vemos la pista de ciclismo y de caminata, vemos destrucción y desesperanza en muchos lados, en otros, como si la fuerza de la tragedia les brindara nuevos bríos salen las gentes a luchar. En Nuevo León, como en muchas partes del país, el espíritu emprendedor y de lucha es fuerte en los mexicanos, no sabemos rendirnos a pesar de que nos dejen colgados en las promesas y en las declaraciones políticas; los pobres saben cómo resolver sus tragedias personales y saben ser solidarios con los demás, así se va reconstruyendo poco a poco Nuevo León, vuelven a tomar vida sus calles y salen los afectos y la solidaridad, es México en acción por encima de sus tragedias y por encima de sus políticos, burócratas, complicidades, ineficiencias y corruptelas. Y angustiados, volvemos a leer para tomar aliento y así dice el libro:

“…--Entonces, ¿qué? ¿Hemos encontrado el secreto de la felicidad?
--Creo que sí.
--¿Vas a Contármelo?
--Sí.¿Preparado?
--Preparado.
--Estar satisfecho.
--¡Y ya está?.
--Estar agradecido.
--¿Eso es todo?
--Por lo que tienes. Por el amor que recibes. Y por lo que Dios te ha dado.
--¿Nada más?
Me miró a los ojos y suspiró profundamente.
--Nada más”.

Ojalá tengamos que agradecer por lo que tenemos, por el amor que recibimos y por lo que Dios nos ha dado, este es el camino, lo demás no tiene objeto. La verdadera riqueza está ahí, en nuestro corazón, en el agradecimiento y en la satisfacción…en la solidaridad y el trabajo…

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