domingo, 25 de julio de 2010

El miedo a la muerte y al olvido

“Lo de hacernos viejos podemos sobrellevarlo. El problema es serlo”.

“¿Qué es lo que la gente teme más de la muerte? –pregunté al Rebe…
--Que los olviden.—susurró.”
“No obstante, la notoriedad dura muy poco. Los nombres no tardan en hacerse borrosos y con el tiempo se olvidan”.
“Entonces, ¿cómo se pude evitar la segunda muerte? –pregunté al Rebe.
--A corto plazo, la respuesta es sencilla. La familia. Si espero seguir viviendo durante algunas cuantas generaciones más es a través de mi familia. Cuando ellos me recuerdan, sigo viviendo. Cuando rezan por mí, sigo viviendo. Todos los recuerdos que hemos recopilado, las risas y las lágrimas. Pero también eso es limitado.”
“… es como formar parte de algo grande haciendo algo pequeño”.
“Nuestra fe no dice que hagamos obras de caridad y que ayudemos a los pobres de nuestra comunidad –dijo--. Eso es ser justo, no importa a quién ayudes”.

Y hoy, cuando nos enteramos que cierran empresas, que la gente pierde sus casas por falta de pagos al banco o a las inmobiliarias, cuando no tienen trabajo estable, cuando el futuro es negro, tal como lo marca el presente, cuando no hay seguridad en nada porque todo, se sabe, es efímero y poco estable, las gentes se aterran y los funcionarios, los políticos y los empresarios no saben qué hacer, no entienden lo que sucede, ellos se muestran intranquilos y faltos de visión del presente y del futuro y las gentes pierden la confianza en ellos y se descontrolan más las cosas y los caminos. Muchos, temen a la muerte porque no ven la seguridad en la vida.

Es que no hay seguridad, la obligación de un gobierno es brindar seguridad en las vidas y propiedades de los ciudadanos, pero esto no es así, en cambio los políticos, los policías y los funcionarios, demandan que la gente sea la que se brinde para dar seguridad, cuando ellos han perdido el rumbo y no saben brindarla y garantizarla. Nos habla, Felipe Calderón, de que no tengamos miedo y que no seamos desobligados en la obligación de protegernos, que no quiere víctimas ni quiere mártires, pero no dice cómo, no hay seguridad ni tampoco existe confianza en las policías, en los grupos de la seguridad, porque sabemos que, ellos, son los primeros que denuncian a los denunciantes con los delincuentes y así de provocan las tragedias y se mueren personas valientes o cansadas de tantas violaciones, robos, agresiones e injusticias. Y claro, los políticos, los funcionarios y los policías están protegidos, ellos, cuentan con sobre protección para ellos y sus familias, jamás se ven en peligro, simplemente, porque ellos no caminan ni están donde las zonas de peligro son la realidad y la cotidianidad de todos los días.

Es más, ello, cuando existe una tragedia provocada por un temblor, una ciclón, una tromba o cualquier otros fenómeno natural, hablan de los daños que ven en su infraestructura, pero no hablan de los daños en las casas ni en la forma en que brindarán ayuda a los que todo lo han perdido. Es más, los presupuestos, se destinan para favorecer a sus cuates, socios, cómplices y amigos para que ellos reciban los presupuestos destinados a la “ayuda de la gente” que no llega a la gente, pero si para en los bolsillos de contratistas, políticos y funcionarios. Mientras… la gente sufre, espera y se desespera…

A cualquiera, parece insensible y cínico que, por ejemplo, el presidente nos hable de que contamos con las reservas de más de cien mil millones de dólares para garantizar el valor de las inversiones de los ricos y no tengamos dinero para cubrir las necesidades mínimas en los Estados para solucionar las tragedias y cubrir las necesidades de las gentes, de las obras y de las vialidades e infraestructura que se ha perdido o destruido por efecto de las tragedias. Nos parece increíble que, EN LAS BAHAMAS, se descubra que el “gobierno mexicano” construye una ciudad deportiva con inversión de más de treinta millones de dólares y que se les regalará, cuando miles de familias no tienen casa, perdieron muebles, documentación, vestidos, alimentos y enseres domésticos. Es decir, parece que damos caridad, solicitando limosna… pero así son los derechistas y persignados.

En fin tal parece que las tragedias, al igual que con el mediocre de Miguel de la Madrid, las tiene que afrontar y resolver la gente, sin el apoyo ni la ayuda de los políticos y funcionarios a los que aplasta la tragedia misma, pero que se hinchan de dinero, gracias a los contratos y negocios que se hacen en las “oportunidades” que generan las tragedias… negocios son negocios y es de lo que realmente saben los “desgobernantes” de la derecha nacional…

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