miércoles, 12 de abril de 2017

Son nuestra vida

EL QUE ESTÁ HUÉRFANO DE IDEAS, NECESITA DE GARROTES Y PISTOLAS.
“LA POLÍTICA DEBE HACERSE CON MUCHOS SESOS. PERO SI A LOS SESOS LES PONEN HUEVOS, SON MÁS SABROSOS” Adolfo López Mateos.
“El analfabeto político es tan burro que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política. No sabe el muy imbécil, que de su ignorancia política nace la prostituta, el asaltante y el peor de los bandidos que es el político corrupto y el lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”. Bertolt Brech
         Estaba escuchando a un conferencista que hablaba a un grupo de jóvenes, y  comentaba que casi nadie está dispuesto a ver las grandes o pequeñas cosas que tiene y goza, porque siempre estamos pensando en lo que queremos o creemos que nos faltan para ser “felices”, y por tal motivo, solamente, demandamos, pero no somos capaces ni de agradecer ni de ser bondadosos para con los demás. Contaba de cómo cuando vivía en un barrio marginado, de jovencito, suspiraba pensando en las tortas de milanesa y en las de lengua que veía comer con placer y hacer en los puestos cercanos a la escuela. No tenía dinero y siempre, en la mochila, lo que podía encontrar, si es que había, era alguna torta de frijoles o de los sobrantes de guisado del día anterior, así que cuando tuvo dinero, lo primero que hizo fue ir a comprar una torta de las que siempre deseaba y, después de comerla, extrañó el sabor casero de la torta de frijoles o de guisado que con cariño le ponía su madre, y fue cuando comenzó a entender que más que suspirar por lo que deseaba o no tenía, primeramente, debería dar gracias por lo que gozaba y tenía. Así, comenzó su cambio, y así logró una visión nueva para la vida, y con esa nueva visión, logró tener o conquistar los niveles que deseaba para salir de aquella pobreza sin resentimiento ni frustración.
         Después, contó, cómo al tiempo, cuando brindaba su esfuerzo para apoyar a grupos que socorrían  a comunidades marginadas y pobres de la sierra, platicando con un chiquillo de ahí, le dijo que imaginara que la botella que tenía era una botella mágica y que al frotarla le daría lo que él solicitara. El niño cerró los ojos y solicitaba con fuerza de que el genio de la botella le concediera, cuando menos una vez en su vida, poder bañarse con agua caliente, porque él tenía solamente agua helada del matinal en esa sierra que siempre mantenía la temperatura fresca. Qué cosa tan simple solicitaba aquella criatura, y les decía a los chicos que, seguramente, ellos, jamás se habían planteado como el mejor milagro que podían tener era la oportunidad de cuando menos  una sola vez,  poderse bañar con agua caliente, porque todos los días, ellos, gozaban de ese privilegio y no se daban cuenta del enorme valor de tener eso, porque solamente se da uno cuenta cuando lo pierde o cuando no lo tiene, y jamás agradecemos por tenerlo a la disposición.
         Así me preguntaba cuánta insensibilidad vamos acumulando sin tener conciencia de lo que tenemos y gozamos, porque la ambición y el materialismo nos invaden de tal suerte que solamente pensamos en nosotros y no pensamos ni siquiera en lo que necesitan los seres que amamos y que están a nuestro lado. Poco, los escuchamos; a los hijos les queremos imponer nuestras formas de entender el mundo sin pensar que estamos, cuando menos, atrasados con relación a su visión en más de treinta años  y que lo que para nosotros era lo normal, pera ellos, eso, tiene otro significado. Queremos imponer lo que se nos va ocurriendo y no tenemos conciencia de que lo vital es enseñar con el ejemplo.  Si queremos que no tomen debemos evitar tomar bebidas alcohólicas, si queremos que no fumen  no debemos fumar, si queremos que no digan groserías no debemos hablar con ellas, en fin, debemos entender que si a nosotros, nuestros padres, nos exigían llegar cuando más a las diez de la noche en una noche de fiesta, ahora, la fiesta comienzan a las diez de la noche y que ellos demandan, cuando menos, llegar a las dos de la mañana y lo que debemos hacer es aceptar que sus necesidades son otras y por tanto, debemos apoyarles y no negarles los permisos, siempre, apoyándolos y  sepan que estamos disponibles y cercanos. A nosotros nos formaron con cuidado en el uso de los gastos, no había muchos además, los pantalones eran iguales para todos igualmente que las camisas, nadie se fijaba si los zapatos que traías eran la herencia de los que dejaban tus hermanos mayores o que los pantalones no eran de marca, porque no existía esa diferencia, pero hoy, sí la existe, y los jóvenes demandan, cuando menos, estar en igualdad de condiciones en el medio que se desarrollan y exigen esas cosas y hay que saber que debemos darlas para que ellos cuenten con elementos de igualdad y no que les generen rechazos o burlas que les lastimen. Son otros tiempos, hay que entenderlo, sobre todo gentes como nosotros que, con nuestra edad, tenemos, ahora, jóvenes hijos que están pasando  la adolescencia con todos los cambios físicos y mentales que esto tiene, y con todos los miedos y preguntas que se generan, y es así que, inclusive, nos veremos obligados a entender hasta los cambios de lenguaje y de modas y de ideas que se van generando en ellos para poderles entender. Claro que no es sencillo, no nos educaron con esa flexibilidad y visión, por esa razón, de alguna manera, cuando no podemos entenderles, lo mejor es callar y preguntarles qué significan esos arranques y cómo debemos apoyarles en su crecimiento y experiencias de vida. Porque al final de cuentas, son nuestra vida.

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